"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

lunes, 27 de julio de 2009

ÉL

Se oyen unas risas. Se repiten de nuevo. De forma gradual, van subiendo de volumen y llega un momento en que ya no cesan. Miras en la dirección de la procedencia del jolgorio. Hay un caballo y un niño subido encima. Debajo, alguien los guía.


Ese alguien es ÉL. Quería hacerle reír al niño y lo ha conseguido… ¡vaya que si lo ha logrado!. El crío está riéndose a carcajada limpia y él es el culpable de ello. Se siente muy feliz y orgulloso de sí mismo. El sentido del humor es una gran táctica que tiene para desconectar y evadirse de los problemas; y, a la vez, al niño no le viene nada mal reírse tanto como lo está haciendo en ese momento. Está matando dos pájaros de un tiro. Está consiguiendo un beneficio mutuo.

El chico no para: los caballos, el deporte y el teatro son algunas de las grandes aficiones que le hacen llevar la vida que él desea. Aunque no siempre es así; a veces, en su mirada desaparece la juerga y el cachondeo y sus ojos se nublan. Está pensando. Está dándole vueltas a la cabeza. La ironía es la gran coraza que utiliza para protegerse. Pero esa barrera es demasiado frágil como para poder defenderla las 24 horas del día. ¿Qué se esconde en él?. ¿Por qué no se sabe nunca cuándo actúa en serio y cuándo lo hace de broma?. ¿Será miedo?. ¿Temor a tropezar en la misma piedra y que le vuelvan a hacer daño?. No quiere sufrir. Por ello, se ha decantado por la observación. No deja de mirar a los que tiene a su alrededor para poder saber desde el principio cómo son. Así se evitará muchos problemas.

Pero lo que necesita, lo que realmente necesita para “pasar página” es encontrar a esa persona que sepa quererlo y amarlo con todas sus virtudes (que no son pocas) pero, sobre todo, con las cruces que le han tocado llevar en su vida. Las cargas, si se llevan entre dos personas, no son cargas dobles: son cargas compartidas. Y no dudo ni un instante de que al final terminará consiguiéndolo.

lunes, 20 de julio de 2009

JUGAR CON FUEGO

Sí, así es como te sientes. Te sientes como si jugaras con fuego.

Puede que sea el verano, el calor, la playa, las vacaciones, el tiempo libre, el cambio de ambiente… no sabes bien lo que es. Tienes un lío tan grande en la cabeza que no quieres ni pensar en ello. Lo único que puedes comprender es que estás en una situación delicada. De la noche a la mañana te has convertido en una persona amante de la pirotecnia. O, mejor dicho; no ha sido de un día para otro: tu nueva adicción se ha apoderado de ti debido a un proceso tan rápido que no te ha dado tiempo ni a reaccionar contra él.

Tus alarmas han saltado y las palabras de “peligro inminente” resaltan por todas partes. Pero tú ni las ves ni quieres verlas. Imaginarte el brillo del fuego, su color, su olor y lo que se puede lograr con él consiguen en ti un efecto enfermizo. Y no digamos ya cuando tienes esa gran arma letal en tu poder. Lo sabes, todo el mundo sabe que ser un pirómano no es nada bueno. Que a la larga solamente conseguirá hacerte daño. Pero te has acostumbrado al bienestar que te produce a corto plazo y no dejas de explotar esta nueva sensación que te encanta. No puedes evitar ser un pirómano. Ya es demasiado tarde… LO NECESITAS. Te bastó una sola vez para descubrir que era algo imprescindible en tu vida, casi tanto como el aire que respiras.

miércoles, 15 de julio de 2009

DÉJÀ VU

Nunca me había ocurrido algo así. O, al menos, nunca hasta este punto. No había nada que hiciera presagiar que esto fuera especial, fuera de lo corriente o diferente, de tal forma que la ficción se convirtiera en realidad. No había ninguna pista que hiciese presagiar que mi historia inventada fuese a suceder casi de la misma manera en la que se había materializado en mi medio sueño.

Las vacaciones dan para mucho: tienes tiempo para descansar, para pasarlo bien con los amigos, para estar con la familia… pero, sobre todo, tienes mucho tiempo para pensar, para imaginarte cosas y para inventarte historias. Hay que ejercitar la mente sin parar para que no se oxide. Y una de las cosas que siempre me ha caracterizado es mi gusto por inventar historias. De niña me tragaba con mi abuela todos los culebrones de la tele y, como todos sabemos, en estas series pasa todo lo inimaginable. Puede que eso sea otro de los motivos que me llevó a mi gusto por escribir. Con el tiempo, mi abuela murió y yo ya no vi motivo alguno para seguir viendo telenovelas, pero mi interés por inventar historias (algunas las plasmaba en papel y otras, sin embargo, no salían de mi cabeza) siguió latente en mí.

Pero esta historia… una historia inocente que comenzó para matar el aburrimiento mientras estaba tumbada sobre la arena de la playa y que incluso se metió por la noche en mis sueños, no se quedó en una simple invención. Días después se iban sucediendo diversos acontecimientos que desembocaron en que gran parte de esa historia se cumpliese. Todo era tan increíble que tardé bastante en pensar: “¿de qué me suena todo esto?, ¿no es algo que ya he vivido?”. Y mientras me hacía para mí misma estás preguntas, venía a mi mente mi relato, y una mezcla de asombro y desconcierto se apoderaba de mí.

Sí, los déjà vu existen.

jueves, 9 de julio de 2009

MIS PRÁCTICAS EN EL DIARIO LA OPINIÓN DE MURCIA

¡¡¡LO HE CONSEGUIDO!!!. Y lo digo claramente, con mayúsculas y usando la primera persona del singular porque no digo nada que no sea verdad. Sin ayuda de nadie y sin necesidad de hacer uso de la electricidad (es decir, sin enchufes) “YO” he logrado hacerme valer y que apuesten por mí este mes de agosto. Tras obtener mis 150 créditos (la mitad de los necesarios para terminar la carrera de Periodismo), esta semana me llamaban del periódico La Opinión de Murcia para confirmar si me seguía interesando hacer prácticas… ¡nada más y nada menos que en uno de los mejores periódicos de la Región!.

¡Claro que sí!. Por supuesto. Mientras ella me decía que mi jornada laboral será de lunes a sábado, que comenzaré a las 11 de la mañana y que, como muy pronto, podré terminar a las 8 de la tarde (porque en esta profesión se sabe a la hora que se entra, pero no a la que se sale), yo no podía dejar de repetir: “¡Claro que sí!. Por supuesto”.

Estoy muy nerviosa ante lo nuevo y desconocido pero, a la vez, estoy feliz y orgullosa de mí misma: empiezo en el medio escrito, en el que más me ha gustado desde siempre, desde que hace más de 7 años descubrí que me quería dedicar a esto y que no me veía haciendo ninguna otra cosa. Y después de tanto tiempo y de disfrutar de los dos primeros años de una carrera que me ha gustado y me ha llenado mucho más de lo que me esperaba, consigo por fin la oportunidad de comenzar a trabajar de PERIODISTA.

jueves, 2 de julio de 2009

TU PRIMERA MALA EXPERIENCIA

Pequeñica mía: ¡lo que daría ahora mismo por poder estar a tu lado, para darte un fuerte abrazo y decirte que todo pasará!; pero ahora mismo solamente tengo las palabras. Como ya ni me acuerdo de todo lo que he hablado contigo por teléfono, te escribo esto para poder leer y releer mis consejos e intentar no olvidar nada de lo que quiero transmitirte.

Todo lo que sé y he vivido me gustaría poder resumirlo en unas cuantas palabras que de golpe y plumazo te ayudaran a olvidar. Querría que pudieras entrar en mi cabeza para que fueras testigo de los golpes que me he dado contra la pared y así evitar que tú te dieras los tuyos. Pero si algo he aprendido en todos estos años es que cada uno tenemos nuestros propios golpes y nuestras propias paredes y que, por mucho que yo te diga, no puedo evitar que termines sufriendo. Mi instinto de “hermana” mayor (o incluso de “madre”, pero esto último no quiero reconocerlo porque me hace sentir vieja) hacen que me sienta impotente ante lo que estás viviendo y que tus sufrimientos sean también los míos.

Eres una chica estupenda. Aún recuerdo la primera vez que te vi… ¡eras horrorosa!. Pero con el tiempo te fuiste transformando en una persona con un corazón de oro, con unos ojazos que cautivan a todo aquel que se atreve a mirarte, con esa risa tan especial que contagia a los que tienes a tu alrededor por ser un regalo caído del cielo, esa bondad que te hace estar siempre dispuesta a agradar y a ayudar a las personas a las que quieres… todo ello es como un hechizo que enamora y seguirá enamorando a más de uno. Sin embargo, ahora eres tú la que tienes el corazón roto.

Por eso, tu máxima prioridad en estos momentos es curar tu corazón: pasa página. Rodéate de la gente que te preste su hombro para llorar en los momentos escasos en los que tú lo necesites y solamente cuando tú lo pidas y, sobre todo, de gente que te haga reír a carcajadas con esa risa contagiosa tan maravillosa que tienes.

Esta primera mala experiencia que has vivido, a la larga, te servirá para valorar mucho mejor las infinitas buenas experiencias que te esperan, debido a que la gente que te conozca y que te tiene aún que conocer son y serán testigos de tu gran belleza interior y exterior. Porque con sólo mirarte eso se nota. Y, en esta ocasión, nadie se equivocará al llegar a tales conclusiones. Con todo esto aprenderás que la vida no es tan de color de rosa como te imaginabas (aunque, por supuesto, no es tan negra como siempre te la he intentado hacer ver).

Sé que es difícil: créeme. Todos pasamos por eso alguna vez. La pregunta que más te haces y te seguirás haciendo mientras sigas pensando en esto siempre será ¿POR QUÉ?. Y, desgraciadamente, eso no tiene respuesta totalmente correcta y sincera. Puede que incluso ni él mismo la sepa con total certeza. Pero como dice una canción de un antiguo cantante italiano que puede que te suene: “La vida es así. No la he inventando yo”.

Aunque pienses que no tengo derecho a hablar así, porque no conozco tu caso concreto, estás equivocada: el comportamiento de esa persona es mucho más importante que la forma de ser que tuviera contigo o la personalidad que tú creías que tenía. Hasta cuando conoces a una persona desde hace años, te termina sorprendiendo con un comportamiento que nunca te hubieras imaginado que tenía. Por eso existen los divorcios y las separaciones. Querer y amar a una persona no es suficiente. Muchos otros factores externos son los que terminan rompiendo a algunas relaciones. Cuando las cosas no pueden ser, no pueden ser.

Sé que pensarás que es muy fácil decir todo esto, pero que hacerlo es mucho más complicado. Me conoces y sabes que ni yo misma soy capaz de poner en práctica las cosas que te digo. Pero una gran cualidad que tienes y de la que me encantaría contagiarme es la de la fortaleza. Tú que puedes, porque tienes el carácter suficiente para hacerlo, levántate del suelo y sigue con tu cabeza bien alta demostrando ser la misma chica maravillosa del que todo el mundo estaría encantado de enamorarse.


miércoles, 1 de julio de 2009

BUSCANDO EL PAPEL EXTRAVIADO

El otro día se me ocurrió meterme en mi habitación a buscar un documento que necesitaba. Después de tanto tiempo… ¡a saber donde estaría!. Pero, como tenía que encontrarlo, revolví todos mis cajones en busca del tesoro perdido.

Para mi sorpresa, en la búsqueda tropecé con cosas que no esperaba: regalos de hace mil años, escritos míos de cuando era una cría que no levantaba dos palmos del suelo y un sin fin de cosas que no sabía ni que siguieran existiendo.

Pero lo que más me impactó fue encontrar un pequeño diario. En él me dedicaba a escribir 4 ó 5 frases de lo que me había pasado en el día y abarcaba un periodo de tiempo de casi un curso entero. Me puse a hojearlo sin poder dejar de sonreír.

Algunas de las situaciones que contaba ni siquiera me sonaban, pero me hacía gracia ver mi forma de escribir y los sentimientos que por aquel entonces tenía hacia personas que me rodeaban o hacia la vida. La felicidad de la inocencia, aunque también la manera de magnificar las dudas y preocupaciones de esos tiempos.

En otras partes del diario, sin embargo, recordaba lo que narraba como si hubiese ocurrido el día anterior. Mientras leía, mi mente se había trasladado a ese lugar y a ese momento.

Podía incluso acordarme de la ropa que llevaba, si estaba triste o contenta, si me dolía la cabeza o si me sentía más fresca que una rosa. Notaba el calor o el frío según la estación o época del año, las cosas que me convertían en la chiquilla más feliz del mundo y lo que me impedía centrarme en los estudios, en dormir, en comer… y hasta en respirar con normalidad sin sentir pequeños vacíos en la boca del estómago.

Mientras leía estas partes del diario, a un ritmo más lento y sosegado, mi mente se adelantaba a los acontecimientos. Sabía lo que iba a pasar a continuación y por eso, casi me sentía con la necesidad de viajar en el tiempo para avisar a la Laura adolescente de lo que estaba a punto de ocurrir.

Pero si eso pudiese suceder, si pudiese avisar a esa chiquilla de que lo que iba a hacer era una tontería y que le daba tiempo a actuar de una manera totalmente diferente, ese diario no tendría razón de ser. Automáticamente, desaparecería de mis manos para no existir o para ser el diario de una persona diferente. Y en cualquiera de los dos casos, la Laura veinteañera tampoco sería la misma y no tendría las escasas buenas y/o malas experiencias que hacen que mire el diario sintiendo algo de nostalgia.