"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

lunes, 26 de octubre de 2009

TOMAR EL AIRE

Después de pelearte con la lavadora y el cubo y la cuerda y el armario y el tendedero y la ventana y el suelo y la ropa y el abrigo y la puerta... Repito: después de esto, necesitas tomar el aire. Y tomar el aire no es solamente una expresión. Aquí hay aire, en gran cantidad y a baja temperatura. Aunque hay que reconocer que hoy el tiempo nos ha dado un respiro. Esta tarde estábamos a 14 grados y daban ganas de saltar de alegría, ya que no creo que vea muchas veces aquí una temperatura 'tan calurosa'.

Aunque eso ha sido hoy. El día de 'mis enfrentamientos' habían 10 grados menos. Pero mi cabreo monumental me impedía que notara el frío. Y salí casi corriendo de casa porque sentía que me ahogaba encerrada entre las cuatro paredes de mi habitación.

Hasta que, poco después y de repente, mi querido caballero, el que custodia el centro comercial de la plaza Grunwaldzki, apareció ante mis ojos, sonreí y pude volver a respirar tranquila y relajadamente. Y me abroché el abrigo para poder comenzar a caminar por las frías y enigmáticas calles de Wroclaw.

jueves, 15 de octubre de 2009

EL AEROPUERTO

Salgo corriendo. ¿Qué autobús tengo que coger? ¿Qué tranvía? ¿Dónde? ¿Cuándo?. Todo esto pienso mientras bajo las escaleras. Y, por una vez y sin que sirva de precedente, tengo suerte y veo un taxi en la puerta. Como si alguien lo hubiese llamado para mí. Me monto y el taxista me nota nerviosa. Me dice en inglés que llegamos en menos de media hora. Miro el reloj y me relajo. Tengo una hora de margen.

Llego al aeropuerto, pago al taxista, le doy las gracias y me meto a buscar la zona de las llegadas. Miro en el panel. El vuelo de Alicante llega en 20 minutos. Respiro aliviada y compro algo de chocolate en la tiendecita más cercana. El taxista ha sido muy simpático, pero conduce como cualquier polaco: a 90 kilómetros por hora y dando bandazos sin parar. Necesito azúcar para que se me pase el mareo.

Me siento en una de las sillas y espero impaciente. 15 minutos. 10 minutos. 5 minutos. Al final, las puertas se abren. ¡Por fin!. Me quedo observando. A mi lado hay un chico que tiene los mismos nervios contenidos que yo. Pero él tiene más suerte. Su chica llega junto a él y se abrazan con fuerza. Se besan emocionados. Y se van a disfrutar el uno del otro. Al rato, es una chica la que está dando vueltas. Se sienta, se levanta y se pone a caminar. Hasta que llega un momento en que se para en seco y saluda a un grupo de chicos. Amigos que han ido a verla. Y se van todos juntos.

Hasta que, al final, soy yo la que veo aparecer figuras conocidas. Soy yo la que se levanta del asiento sin poder dejar de sonreír. Y soy yo la que, en esos momentos, se siente observada por los que todavía siguen esperando.

martes, 13 de octubre de 2009

MI NUEVO HOGAR

Creo que ya lo he conseguido. Ha sido duro, no lo niego, pero era uno de los riesgos por los que estaba dispuesta a pasar desde el día en el que decidí solicitar la beca Erasmus. El clima tampoco ayuda mucho. Hace mucho peor tiempo que el que suele hacer en Murcia en pleno invierno. Y con lo friolera que soy, no es algo que me agrade demasiado. Aunque, al menos, en la residencia la calefacción la ponen fuerte durante todo el día y eso mejora las cosas.

Creo que ya me he acostumbrado a la nueva vida de aquí. He aceptado por fin que no estoy en el típico viaje de estudios en el que creía encontrarme los primeros días. He comenzado mis clases, mis asignaturas. Algunas clases entretenidas, otras divertidas, otras un poco aburridas. Como en todos los sitios. Paseo por Wroclaw con amigos, yo sola, e incluso dentro de poco lo haré con parte de mi familia, como lo haría en Murcia, y pensar en eso hace que me sienta por fin en mi ciudad. Al fin y al cabo, durante los próximos cinco meses va a serlo, y por fin noto que es así. Llego a la residencia y consigo pensar que he llegado a casa, a mi habitación, a mi cocina, a mi baño. ¡Hasta he conseguido por fin que me pongan Internet! Y, sabiendo que aquí en Polonia el estrés no es precisamente deporte nacional, es algo que tiene mucho mérito.

Polonia es un país tan diferente… y los polacos, a pesar de su aire de personas frías e inaccesibles que permite confirmar los tópicos internacionales, son simpáticos y agradables. Les preguntas por una dirección y, en lugar de darte las indicaciones, te llevan hasta el lugar. Anécdotas así te hacen pensar que el refrán de ‘las apariencias engañan’ se cumple.

jueves, 8 de octubre de 2009

MI ESTANCIA EN WROCLAW (POLONIA).

Hoy se cumplen dos semanas. Dos semanas desde que llegué, muerta de miedo, a esta preciosa ciudad extranjera, muy alejada de mi casa y de los míos.

La experiencia es maravillosa. Conoces a tanta gente, de tantas partes, cada uno con su historia personal, con los que compartes muchas vivencias casi a diario. Por eso, me resulta imposible hacerme a la idea de que tan sólo hayan pasado 14 días y que, sin embargo, haya tantos recuerdos de mi estancia aquí. Me encuentro en el Starbucks, porque aún no tengo Internet en mi residencia, y me pongo a pensar en mi primera mañana en Polonia, cuando vine precisamente a este local para poder hablar con mi familia. Y solamente hace dos semanas de eso.

Solamente llevo dos semanas y siento que estoy aprendiendo muchísimo, mucho de la vida, de las personas y, sobre todo, mucho de mí. Me doy cuenta de que en ciertos aspectos me infravaloraba bastante, ya que soy capaz de hacer cosas por mí misma que nunca me hubiese imaginado que pudiera realizar; y también estoy aprendiendo a ser más tolerante conmigo misma y no forzarme demasiado en otro tipo de cosas.