"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

sábado, 18 de diciembre de 2010

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Porque a veces los miedos son como pequeñas premoniciones. Sé que me ocurrirá algo malo si hago… y, por eso, no quiero hacerlo. Es una sensación que no te abandona.

Me saqué el carnet de conducir el 11 de febrero de 2008. Todos sabemos que existen dos tipos de profesores de auto-escuela: el amigo enrollado y el hijo de mala madre, cab… gil… mam… y a mí me tocó lo segundo. Cuando aprobé, a la segunda, me dijo que fue por pena y porque él le insistió al examinador. ¡Qué falso y malo! ¡Si el primer examen lo suspendí porque me estaba saltando un semáforo que acababa de ponerse en rojo y el examinador no se había dado ni cuenta pero mi profesor, con muy mala leche, frenó de golpe para que me suspendieran!. De la impotencia, llegue a mi casa llorando… y eso que había aprobado. Pero a partir de entonces yo me sentía insegura y, gracias a mi “querido” profesor, le cogí un miedo atroz al coche.

Hasta este verano. Nada como el cabreo para superar los miedos. Y después de tirarme más de 40 minutos en la parada del autobús, en pleno de mes de agosto y a las 2 de la tarde, con todo el solanero pegando fuerte en la parada y en mi cabeza, después de comer cogí el coche de mi madre y me fui a las practicas con él. Y fue a partir de ahí cuando empecé a cogerle cariño al coche e incluso me encantaba conducir.

Hasta el pasado martes 14 de diciembre. Saliendo de casa, el primer carril me cedió el paso porque por el segundo no pasaba nadie. Y despacio me fui incorporando de mi garaje a la carretera. Hasta que una loca por el segundo carril se echo encima de mí. Ella se chocó de frente y el cinturón la frenó, haciendo que sólo sufriera daños su coche. Pero como a mí me chocó por el lateral, (por mi lado, el del conductor), mi cabeza se estrelló contra el parasol lateral del coche… y yo enseguida vi como la frente se me iba hinchando gradualmente hasta parecer que tenía una pelota de tenis dentro. Han pasado más de cuatro días y sigo reviviendo ese momento sin parar: la veo echarse encima de mí, la veo intentando frenar, oigo el choque alto, claro y sobrecogedor… e intento recapitular todo lo que pudo pasar. Después de todo este tiempo, ahora lo tengo más claro. Lo más seguro es que ella estuviera en el primer carril y que, cuando vio que el carril se paraba (cuando me dejaron pasar) mientras yo me incorporaba, ella se paso al segundo carril para adelantar. A las 8:45 todos vamos con mucha prisa.

Yo iba casi parada, acababa de arrancar y tuve la suerte de que la velocidad de la tía, aunque desproporcionada para encontrarnos con tráfico y dentro de ciudad, no es la misma que la que puedes tener en plena carretera o plena autovía. Si hubiera sido en estas situaciones, lo más probable es que ahora mismo yo no estuviera aquí y que mi cara no pareciera únicamente lo que parece ahora: la cara de una boxeadora con derrame en los ojos.

Sí, así es. El chichón de la frente se me ha ido cambiando de lugares. El miércoles tenía toda la parte izquierda de la frente hinchada, pero el jueves ya me desperté con la cara desfigurada. ¡Podrían cogerme para la próxima campaña contra el maltrato! El derrame se me ha pasado a los ojos, que los tengo hinchados, y el ojo izquierdo lo tengo como si me hubiesen dado un puñetazo. Y cada día tiene peor pinta. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que mi cara es un recordatorio constante de lo que ha ocurrido. Me da miedo ir en autobús a la universidad porque pienso en otro posible accidente donde, al no llevar cinturón, mi suerte podría ser distinta. Hago que mi madre me lleve en coche y, cuando no puede y cojo un taxi, voy todo el camino agarrada, temiendo otro choque y volviendo a rememorar el mío.

Sé que, como ya hice este verano, volveré a superar mi miedo al coche. Y estoy cansada de toda esa gente que me dice: “esto es un trauma pasajero, vamos, que no es nada, no puedes volver a cogerle miedo al coche”. Ya lo sé, todo eso ya lo sé. Pero necesito esperar a que el trauma físico se vaya para poder ocuparme por entero del psicológico. Y sé que lo conseguiré cuando pueda pasar por la puerta de mi casa sin mirar hacia el lugar donde me estrellé y sentir, al hacerlo, como si algo me oprimiera el corazón.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

COMIENZOS DE UNA ¿FUTURA ESTRELLA?


“De Padua”. Siempre soñó con llegar a ser futbolista y ser conocido como tal. Ver a un chiquillo que no levantaba dos palmos del suelo diciendo eso, era una situación cómica que divertía a sus seres queridos, conocidos y allegados. Pero él nunca dejó de soñar. Y ese sueño se convirtió en esfuerzo, ganas y trabajo. Por eso, a los cuatro años empezó en CD Imperio Albolote (Granada), jugando en los entrenamientos sólo un minuto: “en esos momentos no podía pedir más, ya que los menores de cinco años no pueden jugar”.


Pero eso sólo fueron los comienzos. Dos años después, con apenas seis años, se apuntó en una escuela del CD Imperio Albolote y empezó a destacar marcando cuatro, seis y hasta siete goles por partido. Hace dos años, cuando él tenía nueve, comenzó a jugar en un equipo “más serio” que competía en Liga, recorriendo algunos pueblos de Granada. “Fue a partir del año pasado cuando ya empecé a jugar muy en serio, siendo en algunos partidos titular y habiendo marcado 15 goles al terminar la Liga”. ¿Y este año? Pues ya es titular en todas las jornadas y ha logrado superar su propio record, con 21 goles. Y eso que sólo han jugado ocho partidos. Esto lo convierte en el líder indiscutible en el ranking de goleadores de jugadores alevines de la provincia de Granada.

Antonio de Padua Martínez Ballesta es un niño de 11 años que nació en Granada y vive en El Chaparral, una pedanía del pueblo granadino Albolote. Actualmente, disfruta jugando como delantero centro en el mismo equipo en el que comenzó sus andanzas, sólo que el año pasado el equipo cambió de nombre debido a las deudas y ahora el equipo es “Albolote Soccer Aldi”. “Conseguimos ganar la Liga y ascender de segunda provincial a primera provincial; pero este año nos hemos mantenido en segunda porque el cambio de directiva nos obligó a tener que empezar de cero”.

Pero segunda provincial se le queda pequeño. Incluso su entrenador se lo ha dicho en varias ocasiones. Y esto hizo que los entrenadores de la categoría A lo llamaran el año pasado hasta en tres ocasiones para que jugara un partido: “la primera vez no pude porque nevó; la segunda estaba de viaje y no me avisaron con tiempo; la tercera vez, por fin, pude jugar, pero yo tenía nueve años y los demás eran mucho más grandes y mayores porque tenían 13 años”. (...)

Aunque en su habitación tiene pósters de muchos jugadores como Villa y Cristiano Ronaldo (a quien le copia el peinado) reconoce que su verdadero referente deportista y futbolero es Raúl, quien fuera jugador del Real Madrid durante gran parte de su carrera. “Raúl es noble, buenísimo como futbolista y no presume de ello. Sé que algunos lo critican, pero lo hacen los que no lo conocen bien porque yo creo que es buena persona y, aunque la edad lo dice todo y cuando tienes más de 30 años en el fútbol ya eres viejo, él es bueno y su trayectoria también”.


En un futuro, aspira a poder jugar en 1ª División: “aunque soy del Real Madrid, me encantaría poder jugar en cualquier equipo de primera división: el Málaga… o el que sea. Aunque si en un futuro consigo jugar en el Granada, sería otro gran sueño cumplido”. Para conseguir todos sus objetivos, espera mejorar… y sabe que puede. Aunque sus sueños deportistas no le hacen vivir en la luna, y sabe que necesita tener un futuro asegurado: desea estudiar traumatología o fisioterapia para seguir relacionado con el mundo del deporte.