"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

domingo, 9 de enero de 2011

BAILANDO ENTRE TECLAS

Escribo… sí, estoy escribiendo. Porque llevo mucho tiempo esperando escribir. Dejo que mis dedos recorran rápidamente el teclado, y los veo cómo se deslizan suavemente por él, mientras pienso en… ni siquiera sé en lo que pienso. Sólo dejo a mis dedos acariciar mi ordenador y yo observo la escena, como mera espectadora de una función musical. Oigo los sonidos de las teclas mientras lo hago. Escucho detenidamente como nunca antes lo había hecho. Es curioso ver cómo algo que haces todos los días a todas horas de forma automática ahora se descubre ante mí como si fuera la primera vez que lo hago. La oscuridad me impide ver con normalidad el suave bailoteo de mis dedos… pero no paro. Sigo escribiendo de forma veloz como si me fuese la vida en ello. Como el borracho que ve una botella llena frente a él y se abalanza sobre ella saboreando la auténtica felicidad. O el fumador que abre su paquete de cigarrillos y se enciende el primero, sabiendo que aún tiene toda la caja para hacer con ella lo que le dé la gana. Escribo y sigo y sigo y sigo y sigo. Y todo lo que escribo no tiene ningún sentido. Puede que guarde este texto en el escritorio del ordenador y que dentro de un par de días lo relea y me ría de mí misma o, directamente, me extrañe ante la idea de que una tontería así haya salido de mis manos. Pero es lo que tiene dejar que los dedos sigan su camino por el teclado, como un baile en el que la mujer se deja arrastrar por los movimientos y pasos del hombre. Solamente dejándote llevar por un mundo que, aunque es conocido de sobra, también es totalmente nuevo para ti. Suena el teléfono… una vez… dos… pero los dedos siguen pegados al ordenador, atraídos por ese nuevo vínculo inverosímil que se ha creado entre ellos.

miércoles, 5 de enero de 2011

NOCHE ILUMINADA

Las calles estaban desiertas. Sólo se veían las diferentes luces de colores que decoraban cada rincón con su fuerza indescriptible. Toda esa energía que él tanto añoraba. Hacía tanto tiempo que no podía pasear tranquilamente por su ciudad, teniéndola para él solo… que poder hacerlo en una noche tan especial como ésa le anegaba los ojos en lágrimas.

Pero pronto su soledad se vio interrumpida, molestada por una nueva presencia que durante un milisegundo le molestó. Hasta que llegó ella. La chica pasó junto a él como una exhalación, pero su contacto fue tan próximo que él se impregnó de su fragancia color de fresa. Sí, color. Porque mientras se alejaba, una aureola color rosa la envolvía y la hacía destacar entre todas esas luces de vivos colores que los acompañaban.

Aún no recuerda el motivo y puede que en cualquier otra circunstancia no lo hubiese hecho nunca… pero la llamó. Ella se detuvo, sin girarse, como esperando que él fuese a su encuentro. El chico no dudó en hacerlo y aceleró el paso hasta encontrarse a dos centímetros de distancia de ella; después, se quedó quieto. No sabía lo que hacer ¿Qué paso tocaba ahora? ¿Tocaba alguno? ¿No era mejor irse por donde había venido y olvidar esa…? Aunque estuvieron inmóviles los dos solamente unos cinco segundos, a ellos les pareció una eternidad. Y ella, por fin, giro sobre sí misma y se lanzó a sus brazos, abrazándolo con fuerza y rompiendo a llorar. Él notaba cómo su hombro se iba humedeciendo cada vez más y la sensación le secó la garganta, impidiéndole tragar saliva con normalidad. Nunca se hubiese imaginado una reacción como ésa. Con el pulgar y el índice de su mano derecha, le cogió dulcemente la llorosa carita por la barbilla. Con la otra mano sacó su pañuelo y pacientemente le fue limpiando las lágrimas. Ella le mostró una sonrisa, mezcla de agradecimiento, mezcla de tristeza y mezcla de pena por ese hermoso gesto de cariño que no creía merecer… ¡y mucho menos por parte de él! Y por fin se atrevió a mirarlo a los ojos, puede que también un poco intimada por él, quien aún tenía la mano en su barbilla y le obligó a alzar la cabeza. No necesitaban palabras. Todo lo que se tenían que decir se lo dijeron con esa mirada. Y atraídos por ese mágico momento, se besaron.

Y decidieron compartir sus soledades, caminando por las calles que ya no parecían desiertas. Se tenían el uno al otro. No necesitaban más compañía.

domingo, 2 de enero de 2011

EL MATE: "SENTITE" ARGENTINO

Un año nuevo comienza. Ya hemos dejado atrás el 2010, un año que, después de mi Erasmus, me dio una de las mejores etapas de mi vida: mi hermoso viaje a y por Argentina. Por eso, mi primera entrada del 2011 va dedicada a uno de los descubrimientos que más me impactaron (y aún lo sigue haciendo) de este fabuloso país latinoamericano.

El mate: “sentite” Argentino


¿Viste? En todos los países siempre hay algo tópico típico que caracteriza a cada uno de ellos: los toros, las sevillanas y la paella, para España; las salchichas y la cerveza alemanas; la pasta italiana… y ¿Argentina? Porque los tangos son de Buenos Aires… y los gauchos son campesinos de determinadas regiones tanto de Argentina como de Uruguay, Brasil y Chile. Entonces, ¿cuál es el elemento común que une a todo este maravilloso y “relindo” país? El mate. Una infusión parecida al té pero mucho más fuerte y amarga. Bebida que, a pesar de sus propiedades estimulantes como en el caso del té y del café, es apta “para los gordos, para los flacos, para los altos, para los bajos, para los que ríen, para los optimistas, para los pesimistas, para los que juegan, (…), PARA NOSOTROS… PARA TODOS”. (Mira por donde, incluso he citado uno de los anuncios clásicos más importantes de los últimos años que, como la mayoría de ellos, está hecho en Argentina). Por muchos lugares a los que vayas, NUNCA podrás encontrar a un argentino que no le guste el mate, que no lo beba a diario. Porque el mate no es una forma de vivir: es una forma de ser y de sentir. Es una forma de vida. Tomar mate es para ellos como una especie de ceremonia, que hacen con familia y con amigos. El recipiente va pasando de mano en mano, uno por uno, para que todos compartan. En los establecimientos te venden agua caliente para que puedas rellenar tu termo y hacerte un mate en cualquier momento del día a cualquier hora del día. Nunca sabes cuándo vas a tener la necesidad de tomarlo. Porque para las cuestiones más importantes de tu vida, para tomar una decisión o hacer una reflexión… la mejor solución es echar unas hojas de yerba mate en tu recipiente de calabaza con agua hirviendo y succionar el contenido a través de la bombilla. Esto es algo primordial: ningún argentino recordará con exactitud cuándo fue ese día en el que necesito hacerse un mate y encerrarse con él para tomarlo en soledad… pero lo que está claro es que ocurrió porque ése era uno de los momentos más trascendentales de su vida… la llegada a su madurez.