"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

jueves, 21 de julio de 2011

PRECIPITÁNDOSE AL VACÍO

Y lo ves, lo oyes cómo cae, sientes el ruido que va haciendo al chocarse con los cables que se encuentra en su camino... Hasta "el gran sonido", la traca final, el inconfundible "ya está, ya ha llegado al suelo, de ahí no pasa". He conseguido que las llaves de mi casa se cuelen por el hueco del ascensor. Para estos casos ¿no se podría hacer como en los programas informáticos? Cuando estás con el ordenador y borras un documento, te sale un mensajito preguntándote: "¿está seguro de que desea mover este archivo a la papelera de reciclaje?" Y así, en el caso de que te equivoques y mandes a dicha popular papelera un documento importante, luego puedes meterte y restaurarlo. Es decir, tienes dos oportunidades de enmendar tu error. Pero la rendija del ascensor no me ha dado tregua alguna. Como si de un aspirador se tratase, se ha llevado mis llaves a lo más hondo de sus profundidades, al "foso", como así lo llaman los expertos ascensoristas. Y con este calor sofocante de las 3 de la tarde en el pleno centro de Murcia, me he encontrado tirada en la calle más de 2 horas (y menos mal que era una urgencia, que si no aún me encuentro esperando a que rescaten mis llaves). Sí, aunque no me lo pregunten ahora lo tengo claro: no deseo mover mis llaves al reciclaje del foso del ascensor.

domingo, 10 de julio de 2011

DILEMA CORNELIANO



Una situación corneliana es aquella en la que una persona se siente en una encrucijada porque, elija lo que elija entre dos opciones, va a perder algo. El término es muy utilizado aún en Francia, ya que se veía mucho en las obras de teatro de Corneille y, por él, adquiere este nombre.


Todos, sin apenas darnos cuenta, nos enfrentamos a diario a este tipo de situaciones. Por ejemplo: tu sueño es estudiar algo que no puedes realizar en tu lugar de origen. Si te vas, estarás cumpliendo tu sueño, pero dejarás de ver a tus seres queridos tan a menudo como podías hacerlo antes. Si te quedas, estarás con los tuyos a diario, pero renunciarás a una oportunidad profesional que a lo mejor no vuelves a tener. ¿Qué puedes hacer entonces? Dura decisión, ¿verdad? Hagas lo que hagas, terminarás perdiendo algo. Así, desde la lejanía, si yo tuviera que aconsejarte, está claro lo que te diría. “La mejor opción es la primera, ya que si te vas puedes tener las dos cosas: tienes tus estudios que tantos años estabas esperando poder hacer y también a tus seres queridos; los fines de semana y las fiestas siempre puedes cogerte un medio de transporte y plantarte en tu ciudad”.


Si, ¿verdad? A todos a los que le preguntes te dirán eso. Para ellos es muy fácil, no se encuentran en el dilema corneliano al que tú tienes que enfrentarte. No, no tienes las dos cosas. Una de ellas la tienes en menor medida. Sí, claro, tienes a tu gente, pero lejos. Tendrás que contentarte con hablar con ellos por teléfono o por Internet. Y tener que desplazarte dos días a la semana como mucho. Las dos opciones que se te plantean te hacen daño. Cada una tiene algo bueno y algo malo. Porque la felicidad completa no existe. O puede que, en el fondo, te dé miedo aceptarla. Si siempre que tienes la oportunidad de ser feliz te entran miedos e inseguridades, y te fijas solo en pequeños detalles y cosas malas, siempre te encontrarás en esa situación corneliana, hasta cuando no tengas que estar en ella. Huye de esos temores y disfruta de la oportunidad que la vida te brinda: te deja elegir. Incluso, si me apuras, te deja tener las dos cosas. Puede que la distancia durante cinco días haga que los dos siguientes los disfrutéis mucho más. Porque en los momentos de adversidades y separaciones es cuando realmente descubres hasta qué punto quieres estar con esa persona que te ha hecho cambiar y ver el mundo con otros ojos.