"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

jueves, 25 de agosto de 2011

AMAR

Cuando amas a alguien QUIERES estar con esa persona las 24 horas del día; aunque, obviamente, no siempre se pueda ESTAR.


En el trabajo, cuando me levanto y cuando me acuesto, a pesar de estar separados físicamente, me acuerdo de ti siempre. Con las llamadas y mensajes que nos intercambiamos, descubro que a los dos nos pasa lo mismo: llevamos apenas unas horas separados, a veces incluso simplemente unos minutos, y ya nos echamos de menos.


Descubro que aunque consiga estar las 24 horas del día contigo, no dejo de verte y contemplarte. Aunque pasen horas y horas, no me canso de tu presencia y descubro la belleza del silencio... no me importa el silencio. Hasta eso quiero compartir contigo, porque me has enseñado que los silencios son hermosos y que son incluso mejor cuando van acompañados de tus caricias, tus besos y tus abrazos. Me gusta estar acompañada de ti en esos momentos de paz y tranquilidad, saber y sentir que estás sentado a mi lado.


Te busco en la cama. Aún entre sueños alargo levemente el brazo y ya puedo tocarte, porque estás a escasos centímetros de mí (a veces, son solo milímetros o incluso estamos pegados, rozándonos o tocándonos). Cuando te busco con la mirada, puedo intuir tu sombra acostada junto a mí y comprobar lo guapo que estás mientras duermes, inocente y totalmente ajeno a mis pensamientos. Puedo notar tu respiración y estudiar tus movimientos mientras respiras acompasadamente.


Soy feliz cuando sonríes, cuando ríes... en definitiva, cuando tú eres feliz. Simplemente verte contento me produce una felicidad difícil de definir ni de describir. Y dicha felicidad que siento se incrementa cuando sé que yo soy quien te ha provocado ese estado, ese arranque repentino y momentáneo que me gustaría que durara toda la vida.


Me encanta que me hagas descubrir comidas y sabores nuevos, hacer contigo nuevas actividades, que me muestres todo un abanico de posibilidades nunca antes conocidas por mí o que antes no sabía o no imaginaba que fueran a gustarme.


Disfruto simplemente con que un leve roce tuyo me estremezca de arriba a abajo como una descarga eléctrica... y comprobar que a ti te ocurre lo mismo.


Me gustan esos momentos en los que me siento confiada y, casi de repente, a veces como si no viniese a cuento, dejándome llevar, me abro a ti. Te cuento mis cosas, TODAS, desde las más insignificantes hasta cosas tan importantes y secretas que nunca se las habría contado a ninguna otra persona. Y mientras lo hago me miras, me escuchas, me acaricias, me apoyas. Y me dejas que yo haga lo mismo contigo.


martes, 9 de agosto de 2011

NO QUIERO DORMIR



Quisiera detener el tiempo un instante. Que se quede así como está, con el rutinario canto (o chirrido) de los grillos, el sonido de fondo de las olas de la playa chocando contra la orilla, el murmullo de alguna conversación alocada y estridente que se oye de forma intermitente a lo lejos, intentando enturbiar la paz que se apodera de mí. Un momento de soledad que me regalo, que necesito, a solas con la naturaleza, para recargar pilas y sentirme mejor conmigo misma, como si los problemas y preocupaciones solo fueran un breve recuerdo. Incluso el cansancio y el sueño que me habían invadido se quedan en un segundo plano.

Ahora, todo lo malo no existe. ¿Qué cosas había malas? Solo pienso en lo bueno, en lo que me ha regalado la vida, en lo que yo misma he conseguido gracias al apoyo de mi gente, en la gran etapa que estoy atravesando, en esa persona que hace que todos los días me levante con nuevas alegrías e ilusiones.

Y me siento fuerte y capaz de dominar el mundo contra viento y marea. Y por eso no quiero dormir, porque temo que mañana esa fuerza se haya evaporado.