"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

lunes, 29 de junio de 2015

VIVE


La vida es maravillosa si aprendes a vivirla: deléitate contemplando la risa de un ser querido, observa un bonito paisaje lleno de miles de colores, disfruta haciendo las cosas que te hacen feliz para poder tener miles de recuerdos que te hagan sonreír. No es tan difícil dejarse llevar y disfrutar de esa buena gente que te hace la vida más fácil y te la llena de luz… porque cada buena persona vale más que 10 personas tóxicas con las que te cruzarás en tu camino.

A veces, parece que la felicidad es efímera y transitoria, pero simplemente es que estamos más acostumbrados a dejarnos llevar por las malas vivencias, las preocupaciones, los agobios… en lugar de recrearnos en lo bueno que nos pasa. Porque nos sentimos con derecho a pedir constantemente que las cosas nos vayan bien en lugar de agradecer aquello que nos ocurre y nos hace feliz; porque incluso cuando estamos bien siempre encontramos un ‘pero’ que nos impide reconocer la gran etapa que estamos atravesando. Como si el decirlo en voz alta fuera a hacer que se nos gafara y nuestra suerte se truncara.


Así que déjate de tonterías y ¡Carpe Diem!, ¡disfruta el momento!, ¡vive! Si no lo haces, llegará un día en el que te arrepientas de no haberlo hecho.  

lunes, 22 de junio de 2015

LA PRIMERA CITA


Ella sonrió. Allí estaba él sentado en el césped, esperándola. Él fingía no verla aproximarse mientras comprobaba nervioso el móvil, se palpaba el bolsillo del pantalón y miraba hacia el lado contrario como si estuviese observando algo que estaba pasando en el lado contrario. Ella se sentó a su lado, sin tocarlo, pero lo suficientemente cerca como para sentir su proximidad. Apenas se rozaban pero pudieron notar cómo se les erizaba la piel.

Se miraron nerviosos, sin saber muy bien qué decir, sintiéndose torpes por tener que medir las primeras palabras que se dirían. La noche que se conocieron parecía todo mucho más fácil. Pero ahí estaban en ese momento, los dos a solas, en un encuentro programado, porque se gustaban lo suficiente como para intentar conocerse un poco mejor.

El tiempo parecía acompañarles. El atardecer les ofrecía esa variedad de colores que incluso parecían hacer juego con la ropa que los dos llevaban. Se dejaron acariciar por el sol, cerraron los ojos para sentir mejor la suave brisa y respiraron profundamente. El momento era tan mágico que daba miedo moverse, por si lo estropeaban. Hasta que él se atrevió y le echó el brazo por encima, suavemente, a cámara lenta, temiendo ser rechazado. Ella se achuchó algo más contra él, para acortar aún más la distancia entre los dos. Él lo tomó como una invitación; le acarició la cara y luego la beso, lenta y tiernamente al principio, de forma más pasional después. Sintieron que llevaban toda su vida esperando ese momento.

El beso fue largo y prolongado, sin descanso, porque no querían separarse. Estuvieron tanto tiempo así que consiguieron aprenderse de memoria el sabor del otro, cuál era el espasmo involuntario que haría, cuándo conseguían que gimiera, cómo era su boca, su nariz, cuántas pecas tenían, cómo era el lunar… Hasta que la oscuridad los cegó y sin saber cómo las horas habían transcurrido como si hubiesen sido segundos.


lunes, 15 de junio de 2015

CUANDO TIENES ALGO QUE PERDER


¡Qué miedo da la felicidad! Mucho, mucho miedo. Te acercas a ella de puntillas, como si estuviera dormida y no quisieses molestarla, no vaya a ser que tenga un mal despertar.

La miras y la ves tan hermosa… “¿Dónde has estado toda mi vida? ¿Por qué estabas tan escondida?”, te gustaría preguntarle. Pero no te atreves a hablarle, no vaya a ser que la respuesta no te guste.

Porque tú siempre la has deseado pero, ahora que la tienes cerca, no sabes lo que pensará de ti. ¿Y si es un amor no correspondido? ¿Y si incluso me aborreciera? ¿Y si yo fuera otra de sus conquistas pasajeras? La simple idea te hace un nudo en el estómago y te da un gran vuelco el corazón. Respiras hondo, buscando oxígeno, y notas lo mucho que te cuesta encontrarlo de nuevo.


Porque la felicidad es más difícil alcanzarla cuando ya la conoces. Antes solo la veías como una utopía, algo con lo que soñabas para dar a tus días un sentido. Porque siempre hay que tener una meta en la vida, algo con lo que entretenerla, aunque solo sea en tu imaginación. Y así también le dabas algo de picante a tu existencia. Pero el amor duele, duele tanto… porque sabes que ahora sí que tienes algo que perder. Y esa es una de las peores sensaciones que te pueden pasar.

lunes, 8 de junio de 2015

SENTIR


Siento tu presencia, aunque no estés aquí. Tu olor me persigue por todos los rincones y me giro, muy de vez en cuando, para asegurarme de que no eres tú. Tu nombre se repite constantemente: en las series, películas, programas, en la calle… todo me recuerda a ti.

El sonido de tu risa hace que yo también sea feliz. El recuerdo de tu voz me acaricia cuando me siento sola, en mis momentos más íntimos, o simplemente cuando te necesito a mi lado. En cualquier situación que me ocurre en mi rutina diaria intento imaginar cómo actuarías tú, qué me dirías, cuál sería tu comentario jocoso o tu consejo inteligente.

Siento tus manos, alrededor de mi cuerpo. Tus brazos tan protectores en los que estoy tan segura y protegida. Me abrazan fuerte y yo también lo hago, esperando con ese gesto hacer que el momento se haga inmortal y que la sensación tan placentera nunca desaparezca.

Me encantan tus ojos porque cambian de color dependiendo de la luz que tengan a su alredor. Me gusta muchísimo verlos cómo son de traviesos, que no paran quietos intentando captar todo lo que ocurre.


También tengo gustos nuevos. Adoro los silencios cuando te tengo conmigo. Las palabras, a veces, están de más, y eso es algo que he aprendido contigo. Es hermoso disfrutar de una puesta de sol, de una noche estrellada, de una fuente iluminada, de una brisa ligera que te deja respirar, de un paseo a la orilla del río, mirando el resplandor del agua, observar el cambio de colores que la naturaleza te ofrece… pero, sobre todo, es hermoso porque lo hago estando contigo. Y sé, aunque no me lo digas, que tú también sientes lo mismo. 

lunes, 1 de junio de 2015

QUE NO ACABE


El concepto de momento es tan efímero que, si te paras a pensarlo, la ansiedad puede corroerte por dentro. Sobre todo, cuando eres feliz. La sensación es tan buena que duele, que da miedo, porque no quieres que acabe. Intentas aferrar el momento con todas tus fuerzas, quieres agarrarlo fuerte, muy fuerte, para alargarlo más, hasta el infinito. Y el simple hecho de pensar que el momento acabará hace que no lo disfrutes. Lo abrazas, lo estrujas, como si así pudieras conseguir que nunca te dejara, que se quedará contigo allí para siempre, como una foto, una escultura, un dibujo… o cualquier otro estilo envidiable que permite capturar ese instante hasta la eternidad.


Entrar en la definición de felicidad crearía un debate inagotable. Cada uno tiene su propio concepto: unos piensan que no existe, otros que solo a ratos, los de más allá no creen ni lo uno ni lo otro. Pero es muy sencillo. La felicidad está hecha de momentos, instantes, vivencias, buena compañía, amor, personas, dulzura, ternura, caricias, tranquilidad, desconexión, un bello paisaje, un buen libro, una buena película… pero, sobre todo, de disfrutarla, de exprimirla, de estrujarla y de aprovecharla al máximo siempre con la gratitud de pensar que esos momentos, aunque se vayan, siempre vuelven.