La belleza de la lectura de un libro no está solo en lo
identificado que puedas sentirte, en las emociones que te transmita, en el
“viaje” que consiga que hagas a través de sus historias, ni incluso en el
“amor” que te generen esos personajes que, aunque solo producto de un papel,
consiguen formar parte de tu vida… aunque todo esto ya de por sí es mucho, un
libro no es solo eso. Depende de la temática de lo que leas, incluso puede
servirte para aprender, querer cambiar o replantearte cosas. Puede ser el punto
determinante para que digas “yo también voy a hacer eso”.
Ahora, en mi libro el personaje protagonista es una mujer
que escribe. Cuenta a diario las cosas que le ocurren, las sensaciones que esto
le crea y, en cuanto puede escaparse, corre hacia su cuaderno a escribirlo
todo, absolutamente todo, para que al día siguiente, cuando su amnesia haga que
se le hayan olvidado todos los recuerdos, ella pueda revivirlos a través de
ella misma, a través de su testimonio escrito.
Por suerte, yo no tengo amnesia, sé que cuando mañana
despierte recordaré este momento, aquí sentada junto al ordenador, con la
televisión de fondo… pero todos olvidamos esas cosas a las que consideramos “detalles
sin importancia”. Mañana sé que recordaré este momento, pero puede que no
recuerde el programa que daban en la tele, la hora que era, el que aún estaba
con los restos de la cena en la mesa, que me había dejado la luz de la cocina
encendida y que todavía conservaba el regusto del zumo en mi garganta. Todos
estos detalles desaparecen, un día tras otro, porque nuestra mente necesita
aprovechar el sueño para renovar, para reciclar y borrar esos recuerdos que
considera prescindibles para que nuestro disco duro no se llene y poder seguir
generando recuerdos, enseñanzas, vivencias… y que todo aquello que consideramos
importante en nuestra vida quede en nuestra mente en primer lugar, de manera
indestructible.
Pero ¿la escritura? ¿No es precisamente el testimonio
escrito lo que puede conseguir que ni el más mínimo detalle se borre? Elegir,
por ejemplo, un día excepcional, único, increíblemente maravilloso de tu vida,
y escribirlo, escribir lo que sientes durante esa jornada, los detalles, los
acontecimientos, las personas, los paisajes… todo, absolutamente todo, que
sirva como testigos de ese día excepcional, de que un paseo por el parque, por
ejemplo, no es solo pasear, sino observar a tu alrededor, si te sentías
relajada, tensa, en paz, con frío, con calor, si había ruido, si había gente…
todo, absolutamente todo. Cosas de las que en ese momento eres consciente y que
luego, simplemente, desaparecen. ¿Y si un día, aunque sea dentro de unas
semanas o unos meses, esos detalles que deseaste no guardar fueran importantes
y necesitaras recordarlos? Un cuaderno, un diario, o cualquier otro tipo de
testimonio escrito podrían ayudarte.
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