¿Y
si no hubiera un reloj para medir el tiempo? La vida es un continuo ir y venir:
nervios, prisas, empujones, gritos, carreras… Sin parar, nos vemos esclavizados
por llegar a un sitio a una hora determinada. Miramos el reloj para ver el
tiempo que queda para que termine nuestra jornada laboral, nos ponemos
nerviosos ante el innegable agonioso ‘tic-tac’ que suena excesivamente lento
cuando esperamos a una persona importante.
Pero,
¿qué ocurriría si no tuviéramos un reloj? ¿Si el móvil quedara olvidado en un
lugar lejano al que no puedes regresar, al menos, hasta que pasen unos días? El
estresante agobio que te atenaza el cuerpo al no saber la hora que es, si
deberías estar haciendo otra cosa más importante, si llegarás a tu hora a la
cita convenida.
Hubo
un tiempo en el que la gente solamente necesitaba saber si se había ocultado ya
el sol o si había amanecido. Ahora, el control de las nuevas tecnologías hace
que tengas que saber al detalle lo que haces cada segundo, como si de verdad
algo primordial dependiera de ello.
Relájate. Relájate y disfruta. Mira por la ventana y
observa el paisaje. Empápate de lo que ves a tu alrededor. Espía a los
desconocidos que tienes al lado siempre y cuando puedas sacar algo de provecho
de su comportamiento. Deja el reloj, deja el móvil y no olvides que no hace
mucho tiempo éramos seres libres que podíamos desaparecer durante unas horas
sin que tu ser querido más cercano tuviera que llamar a la policía.
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