Hoy
es un día muy importante. Para muchos, es solo el día de los solteros, una
festividad para aquellos que no tienen con quien celebrar el día de San
Valentín (mañana); incluso este año coincide con el estreno en cines de una
película aclamada por contar con un protagonista machista y misógino que,
inexplicablemente, se ha convertido en el hombre de los sueños de muchas
mujeres.
Pero
no quiero hablar de eso. Para mí y otros muchos compañeros, hoy es el Día
Mundial de la Radio, un día para celebrar porque la radio es un medio de
comunicación maravilloso, mi trabajo, mi mejor amiga, mi gran aliada, mi amante
preferida, la novia perfecta... Cada día me gusta más por lo mucho que me da. Y
yo se lo intento compensar dándole todo lo mejor de mí: mi ilusión, mi
esfuerzo, mis ganas de superación.
La
radio se siente, se vive, se transmite, se escucha. Con la radio he aprendido
la importancia del tiempo. Todo lo que puedes hacer cuando te dan unos pocos
minutos para preparar tu próxima intervención. Lo importante que es condensar
en segundos lo que a lo mejor podrías estar contando horas y horas.
Amo
la radio porque envidio su fortaleza. Ha sobrevivido tantas tempestades… se
mantuvo a raya cuando llegó la televisión intentando acabar con ella. Siguió
con paso firme su camino cuando las nuevas tecnologías invadieron nuestro
mundo. Ella se mantuvo mostrando su cercanía, su intimidad, su cariño. Porque
ella acaricia el oído de sus fieles, te acompaña para que no te sientas solo,
te informa de lo que ocurre a tu alrededor, te da la mano y te invita a que
sueñes e imagines.
Incluso
ahora, vista desde el otro ángulo, desde el lado en el que la radio se hace, la
amo más. Un amor que incompresiblemente se ha ido intensificando con el tiempo.
Ha sido mi gran sorpresa. Nunca imaginé todo lo que me podía enseñar tanto
profesional como personalmente. Me ha ayudado a amar aún más el periodismo y a
tener mucha más autoestima al ver que, por ella, soy capaz de hacer cosas que
nunca hubiera esperado… y me encanta.
Disfruto
con mi grabadora, persiguiendo a mis políticos, aprendiendo nuevas historias de
superación de gente anónima, ayudando a denunciar algo injusto que le ocurre a
alguien que no merece… incluso contando en antena el tiempo y el tráfico.
Por
eso y por muchas otras cosas, se merece un homenaje. ¡Viva la radio!
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