
Todos sabemos que el alcohol en dosis descontroladas es perjudicial para la salud. Pero también provoca un desdoble de personalidad que, como todo, tiene sus cosas buenas (hablamos siempre en el caso de ir borrachillo y sin peligro de tener que pasar por el hospital) y malas.
Cuando te encuentras en una noche de fiesta con un conocido, con el que en circunstancias normales no mantienes ningún tipo de relación o si la mantienes no es de las mejores que digamos, te saluda porque va "contentillo" o, en su defecto, "tó ciego". Y no es solamente un saludo cordial, no... encima te da un par de besos, un abrazo, te sonríe de una manera que nunca te hubieras imaginado que esa persona fuera capaz de saber hacer y te presenta a sus acompañantes como "mi amiga Laura, una tía estupenda, la caña". A ver, está muy bien o puede ser aceptable lo de saludarse afectuosamente y todo lo que tú quieras pero ¿qué es eso de: mi amiga, tía estupenda y la caña?. ¿Estás seguro/a de que estás hablando de mí?.
En el caso de las personas tímidas, entre las que yo me incluyo, puede venir bien beber un poquito de alcohol, si eres de los que te gusta hacerlo, para perder esa vergüenza tan horrorosa que a uno le invade en las situaciones más importantes. Pero... ¿dónde está el límite?, ¿qué hacer para no sobrepasarlo?. Como cada persona somos un mundo, supongo que la respuesta sólo te la puedes dar tu mismo.
Conclusión: ¡¡¡OJITO CON EL ALCOHOL!!!