"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

jueves, 5 de septiembre de 2013

NADA QUE TEMER


Algo innegable está ocurriendo en mi interior. Un sentimiento totalmente nuevo embarga mi alma. A veces (la mayoría de las veces), me asusta. Otras, lo veo como una sensación extraordinaria que hace que tenga dibujada una sonrisa de oreja a oreja en la cara todo el día.

Creo que te quiero. Bueno, sé que te quiero, pero no sé si eso ha conseguido transformarse en amor. ¿Te amo? No, claro que no. Esa es una palabra demasiado fuerte que no sé si he logrado experimentar alguna vez en mi vida.

Entonces, ¿qué me ocurre? ¿Por qué sueño con estar contigo todo el tiempo? Siento que te tengo, que solo necesitas tiempo pero, a la vez, una sensación de desasosiego me recorre el cuerpo cuando no das señales de vida o cuando tus respuestas son demasiado evasivas o cortantes.

No, me niego a pensar que eres como los demás. Tú no. Me has demostrado que te importo, que disfrutas tanto como yo cuando nos vemos, que las horas pasan volando siempre que estamos juntos. Y que cuantas más horas permaneces a mi lado, más necesidad tenemos el uno del otro.


Puede que tengas miedo, temor a no saber controlar lo que puedes estar sintiendo. No, no me tengas miedo. Soy yo. Soy esa persona que no puede dejar de mirarte embobada, que no para de reír cuando le gastas alguna de tus ingeniosas bromas, que siente un escalofrío por el cuerpo cuando le rozas levemente (¿sin querer?), que se derrite cuando le dedicas una de tus encantadoras sonrisas picaronas, que le gusta que le hagas fotos que ella no te ha pedido y que guardas celosamente en tu álbum, que disfruta cuando te metes con ella solo para incitarla, que siente latir fuertemente el corazón cuando una sola palabra de cariño sale de tu boca o la inmortalizas por escrito. Ella te conoce y valora la importancia que tiene que lo hagas: eso no se lo dices a cualquiera.

viernes, 30 de agosto de 2013

A LO ROMEO Y JULIETA


Me miraste. Ahí estabas tú, a lo lejos. Con tu particular felicidad reflejada sin tapujos en tu hermoso rostro. Yo dudé. No sabía si continuar mi camino o saludarte. Estabas acompañado por tus amigos y no quería molestarte.

Pero tú te anticipaste y no me dejaste escapar. Corriste hacia mí. Sí, corriste. Tu reacción fue tan imprevisible que el hombre con el que estabas hablando se quedó sorprendido y te siguió con la mirada para ver qué era lo que había ocurrido que había hecho que lo dejaras con la palabra en la boca.

Era yo. Me quedé inmóvil esperándote, sintiendo el corazón palpitándome en el pecho por la ilusión. Me dedicaste una sonrisa preciosa que aún conservo muy dentro de mí. En ese momento fuiste tú el que dudaste. La gran barrera que nos separaba me colocaba a unos cuantos metros por encima de ti y no podías saludarme con un par de besos en las mejillas. Tras algunos gestos dubitativos, enseguida calculaste qué hacer para escalar el escarpado muro y salvar la distancia que nos separaba.

Y lo hiciste. La dificultad no te hizo cejar en tu empeño. A lo Romeo en busca de su Julieta subiste hasta estar a mi altura para poder rodearme con tus potentes brazos y besarme. Tu sonrisa se intensificó. Y yo no podía dejar de maldecir mis inoportunos acalorados mofletes que se colorearon de un intenso color rojo por tenerte ahí, tan cerca de mí, recordando lo que habías hecho solamente para poder tocarme. 

Ya no recuerdo ese intercambio de unas cuantas frases porque solamente tu gesto es el que invade mis recuerdos: tu mirada penetrante que siempre me ha intimidado tanto, tu sonrisa sincera, tu dulzura... Y cuando volviste a bajar de un salto, girándote de nuevo a despedirme antes de volver con unos todavía muy sorprendidos amigos tuyos.

viernes, 26 de abril de 2013

CUALQUIER TIEMPO PRESENTE...



Recuerdos de momentos olvidados inmortalizados en imágenes fijas, paralizadas durante un breve segundo por el sonido instantáneo de una cámara. Fotografías enviadas a un cajón polvoriento o a la capacidad (de momento, infinita) del ordenador. Instantes que ya habías borrado de tu mente pero que ahora pueden resurgir. Vivencias que guardabas como oro en paño en tu memoria, pero cuya imagen ya empezaba a ser borrosa en ella. Cosas buenas,  no tan buenas, regulares. Personas que conoces y te sonríen desde el pasado mientras te invade la melancolía y desearías a algunas, matarlas y, a otras, abrazarlas o besarlas. Recuerdas todo y te ríes, lloras, te entristeces, te invade la alegría… Muchos sentimientos contradictorios para un mismo momento.

Vuelves a tus fotos, momentos más recientes. Mejores o peores. Alegres o tristes. Divertidos o aburridos… pero son con estos con los de verdad quieres quedarte. Al final, el presente es lo que te hace sentirte orgulloso de la vida que tienes en estos momentos. Al fin y al cabo, todo lo que hacemos en el pasado son pasos que damos, casi sin darnos cuenta, con un solo objetivo: llevarnos al presente, al momento en el que teníamos que estar.