"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

lunes, 14 de diciembre de 2009

ZAKOPANE: DESPEDIDA ANTES DE NAVIDAD

Ya ha pasado mi último fin de semana del año 2009 en Polonia. Pensar en ello hace que sienta un poco de añoranza ante la idea de que el tiempo pasa demasiado deprisa cuando estás viviendo experiencias inolvidables. Pronto terminará mi Erasmus. Mientras que muchos de mis amigos se quedan aquí todo el curso, yo acabo mis 'estudios Erasmus' en menos de 3 meses... en mucho menos. Y, encima, las vacaciones de Navidad me acortan mi tiempo en Polonia. No, me niego a pensar en el futuro porque, si lo hago, no puedo disfrutar del presente. Y eso es lo último que quiero.


Este fin de semana he estado en la nieve. Una nieve que plagaba la ciudad polaca de Zakopane. El viernes, cuando llegamos, comenzó a nevar tímidamente, de forma que por la noche tan sólo había una capa de hielo que hacía que nos resbaláramos y que nos costó unas cuantas caídas al suelo entre risas y empujones. El sábado, sin embargo, todo era ya blanco. Mientras andábamos, sentíamos el crujir de la nieve en las plantas de nuestras botas de pre-esquí. Ya no nos resbalábamos: ahora nos quedábamos pegados en el suelo como si se tratasen de arenas movedizas ya que, con cada paso, se enterraban nuestros pies unos cuantos centímetros. El domingo, algunos decidieron tirarse en trineo. Subimos a la montaña a disfrutar de ese paisaje tan inmaculado. Tan frío. Y tan especial.

Ha sido un gran fin de semana. El mejor que podía tener antes de volver a Murcia durante dos semanas. Dos semanas que se me van a hacer interminables porque voy a echar tanto de menos esto... Pero no pienso en ello. No quiero pensar en ello. Prefiero pensar que van a ser dos semanas en las que me voy a reencontrar con mis seres queridos, con mi tierra y con las comodidades de estar en casa de nuevo. En menos que canta un gallo estaré de nuevo aquí, con mi frío, mi nieve, mis compañeros y/o amigos Erasmus, con mis fiestas, con mis clases en inglés. Ahora tan sólo me queda disfrutar de estos tres días que me quedan antes de regresar. Te voy a echar tanto de menos, Wroclaw... no te puedes hacer ni una idea.

lunes, 7 de diciembre de 2009

EL PERRO DEL HORTELANO

En estos momentos me gustaría hablar con Lope de Vega para preguntarle qué le inspiró a realizar esta obra, si sabía que su creación no se quedaría tan sólo en una historia más dentro del teatro español ni en un dicho que muchos a veces repetimos sin pararnos a pensar detenidamente en el significado que encierra.

“Eres como el perro del hortelano. Ni comes ni dejas comer”. ¿Cuántas veces habremos dicho o nos habrán dicho ese refrán? ¿En cuántas situaciones diferentes podrá ser empleado? ¿Y hasta qué punto esto es verdad?

Sí, siempre alguna vez somos y seremos el perro del hortelano. Tenemos noticias de alguien de quien no sabíamos hace tiempo y descubrimos que su vida está mucho mejor que la última vez que lo vimos. Un antiguo amor, por ejemplo, ha rehecho su vida con otra persona diferente y descubres, sin que te haga mucha gracia, que no es algo que te alegre demasiado. ¿Por qué te molesta? No pueden ser celos, porque hace años que te olvidaste hasta de la existencia de dicha persona; y tampoco puede ser envidia, porque tu vida incluso está mucho mejor que la suya. ¿Entonces? ¿Qué turbios sentimientos son los que te atormentan?

Puede que volver a saber de esa persona te haga pensar en el pasado y que te obligue a replantearte muchas cosas. ¿Hice bien en elegir este camino y desechar este otro? ¿Cómo hubiese sido mi vida si hubiera pensado en ese momento de otra manera? ¿Si ahora se me volviera a plantear la opción de elegir qué sería lo que haría?

Sí, definitivamente todos somos como el perro del hortelano. No comemos ni dejamos comer porque la comida, si se queda en el plato, siempre podremos usarla cuando nos apetezca pero si nos la quitan, nuestra oportunidad de comer pasará de largo para siempre.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA CIUDAD DE 'LA RUTA DE LOS DUENDES'

Wroclaw (más conocida en castellano como Breslavia) es una región situada al suroeste de Polonia. Su fama no se debe solamente a ser la cuarta ciudad más grande del país ni a albergar una importante universidad. Tampoco se debe a que los más de 50 puentes que unen las pequeñas islas de distintos estilos consigan que se la conozca popularmente como ‘la Venecia de Polonia’. Una divertida tradición, que apenas cuenta con una década de tiempo, la convierte en una ciudad especial. La ruta de los duendes es un acontecimiento que a todo el mundo le gusta realizar siempre y cuando se quede el suficiente tiempo en la ciudad como para poder hacerla.

Los pequeños duendes de bronce que se encuentran, en su mayoría, en el casco antiguo de Wroclaw, se han consolidado como un símbolo de la ciudad. Todos los turistas que llegan y se enteran de esta ‘curiosa plaga’ se quieren unir al juego de encontrarlos a todos. El problema es que, aunque ya existen mapas que puedes comprar por tan sólo 6 zlotys (aproximadamente 1 euro y medio) y que te indican dónde se hallan 30 de dichos duendes, es imposible localizarlos en su totalidad. Y es que, la velocidad con que brotan dichas esculturas impide saber el número exacto de duendes que salpican las calles de esta enigmática ciudad polaca.

ORIGEN HISTÓRICO DE ESTA TRADICIÓN

La Alternativa Naranja fue un movimiento contestatario (famoso en los años 80) que surgió como protesta, forzosamente tímida pero imaginativa, contra la declaración de la ley marcial en Polonia y el absolutismo comunista. Cientos de ciudadanos se manifestaban paseando su muda reclamación de democracia, vestidos con ropa de color naranja y teniendo como símbolo un duende.

El periodo de ley marcial en Polonia (1981-1983) tuvo lugar cuando el gobierno de la República Democrática restringió drásticamente la vida normal. La frase en polaco es “Stan Wojenny” (“estado de guerra”). Aunque el país permaneció en paz durante este periodo, los movimientos democráticos fueron prohibidos y sus líderes, encarcelados. La ley marcial fue la causa de un gran número de muertes. Sus responsables hablaron de una docena de víctimas mortales aproximadamente, pero una comisión parlamentaria entre 1989 y 1991 arrojó unas estadísticas de unas 90 muertes. La ley marcial tuvo también consecuencias económicas negativas. Fue establecida una “reforma económica” que se sumó a un gran aumento de precios, como resultado de que los ingresos de la población cayesen considerablemente. Tras la caída del comunismo en Polonia en 1989, se determinó que la ley marcial había sido declarada en una clara violación de la constitución polaca. Por todo ello, no sorprende en absoluto que esta dinámica capital haya hecho de los duendes su ejemplo y estandarte.

Wroclaw, en recuerdo y homenaje a aquel movimiento anticomunista, ha salpicado su geografía con estos minúsculos monumentos.

martes, 10 de noviembre de 2009

TE DESEO… ODIAR

Odio que me trates como si no hubiese pasado nada delante de la gente.
Odio que no seas capaz de hablar conmigo del tema.
Odio que finjas que no te importa.
Odio no poder odiarte.

Desearía poder odiar cada vez que te veo.
Desearía poder odiar cada vez que nuestras miradas se cruzan.
Desearía poder odiar cada vez que noto cómo me miras cuando crees que no te veo.
Desearía poder odiar cada vez que te pones nervioso cuando, sin querer, nos quedamos el uno junto al otro.



Desearía dejar de desearte
Desearía poder odiarte

miércoles, 4 de noviembre de 2009

NOCHE BLANCA

3 de noviembre. 11 de la noche. Me informan de que se ha puesto a nevar. ¿Nevar?. ¿Seguro que no es agua-nieve unicamente?. No, Lau, no. Estamos a -2ºC. ¡Por supuesto que está nevando!. Asómate al balcón y lo verás.

Y yo, obediente, abro la ventana, aún a riesgo de morir congelada. Congelada como el agua que veo volar por el aire. Saco la mano un segundo y compruebo que cae a ella cinco puntitos blancos.

Emocionados, bajamos a la calle, creyendo que ya podremos jugar con la nieve y hacer muñequitos. Pero la lluvia es escasa. Y en el suelo la nieve no llega a cuajar todavía. Muerta de frío, subo corriendo de nuevo a mi habitación. Otro día será. Sobre todo, viviendo en Wroclaw.

Pasan las horas y se hacen las 4 de la mañana. Y me levanto para correr la transparente cortina. ¡Cómo si sirviese de algo!. En el último momento me detengo. El paisaje es totalmente diferente al que antes había visto. Mejor dicho, diferente a todo lo que yo he visto en mi vida. Es lo que tiene vivir en una ciudad tan calurosa como Murcia. La repisa del balcón se ha vuelto blanca, los coches están cubiertos por una gruesa capa de nieve y la carretera se ha vuelto bicolor...


lunes, 26 de octubre de 2009

TOMAR EL AIRE

Después de pelearte con la lavadora y el cubo y la cuerda y el armario y el tendedero y la ventana y el suelo y la ropa y el abrigo y la puerta... Repito: después de esto, necesitas tomar el aire. Y tomar el aire no es solamente una expresión. Aquí hay aire, en gran cantidad y a baja temperatura. Aunque hay que reconocer que hoy el tiempo nos ha dado un respiro. Esta tarde estábamos a 14 grados y daban ganas de saltar de alegría, ya que no creo que vea muchas veces aquí una temperatura 'tan calurosa'.

Aunque eso ha sido hoy. El día de 'mis enfrentamientos' habían 10 grados menos. Pero mi cabreo monumental me impedía que notara el frío. Y salí casi corriendo de casa porque sentía que me ahogaba encerrada entre las cuatro paredes de mi habitación.

Hasta que, poco después y de repente, mi querido caballero, el que custodia el centro comercial de la plaza Grunwaldzki, apareció ante mis ojos, sonreí y pude volver a respirar tranquila y relajadamente. Y me abroché el abrigo para poder comenzar a caminar por las frías y enigmáticas calles de Wroclaw.

jueves, 15 de octubre de 2009

EL AEROPUERTO

Salgo corriendo. ¿Qué autobús tengo que coger? ¿Qué tranvía? ¿Dónde? ¿Cuándo?. Todo esto pienso mientras bajo las escaleras. Y, por una vez y sin que sirva de precedente, tengo suerte y veo un taxi en la puerta. Como si alguien lo hubiese llamado para mí. Me monto y el taxista me nota nerviosa. Me dice en inglés que llegamos en menos de media hora. Miro el reloj y me relajo. Tengo una hora de margen.

Llego al aeropuerto, pago al taxista, le doy las gracias y me meto a buscar la zona de las llegadas. Miro en el panel. El vuelo de Alicante llega en 20 minutos. Respiro aliviada y compro algo de chocolate en la tiendecita más cercana. El taxista ha sido muy simpático, pero conduce como cualquier polaco: a 90 kilómetros por hora y dando bandazos sin parar. Necesito azúcar para que se me pase el mareo.

Me siento en una de las sillas y espero impaciente. 15 minutos. 10 minutos. 5 minutos. Al final, las puertas se abren. ¡Por fin!. Me quedo observando. A mi lado hay un chico que tiene los mismos nervios contenidos que yo. Pero él tiene más suerte. Su chica llega junto a él y se abrazan con fuerza. Se besan emocionados. Y se van a disfrutar el uno del otro. Al rato, es una chica la que está dando vueltas. Se sienta, se levanta y se pone a caminar. Hasta que llega un momento en que se para en seco y saluda a un grupo de chicos. Amigos que han ido a verla. Y se van todos juntos.

Hasta que, al final, soy yo la que veo aparecer figuras conocidas. Soy yo la que se levanta del asiento sin poder dejar de sonreír. Y soy yo la que, en esos momentos, se siente observada por los que todavía siguen esperando.

martes, 13 de octubre de 2009

MI NUEVO HOGAR

Creo que ya lo he conseguido. Ha sido duro, no lo niego, pero era uno de los riesgos por los que estaba dispuesta a pasar desde el día en el que decidí solicitar la beca Erasmus. El clima tampoco ayuda mucho. Hace mucho peor tiempo que el que suele hacer en Murcia en pleno invierno. Y con lo friolera que soy, no es algo que me agrade demasiado. Aunque, al menos, en la residencia la calefacción la ponen fuerte durante todo el día y eso mejora las cosas.

Creo que ya me he acostumbrado a la nueva vida de aquí. He aceptado por fin que no estoy en el típico viaje de estudios en el que creía encontrarme los primeros días. He comenzado mis clases, mis asignaturas. Algunas clases entretenidas, otras divertidas, otras un poco aburridas. Como en todos los sitios. Paseo por Wroclaw con amigos, yo sola, e incluso dentro de poco lo haré con parte de mi familia, como lo haría en Murcia, y pensar en eso hace que me sienta por fin en mi ciudad. Al fin y al cabo, durante los próximos cinco meses va a serlo, y por fin noto que es así. Llego a la residencia y consigo pensar que he llegado a casa, a mi habitación, a mi cocina, a mi baño. ¡Hasta he conseguido por fin que me pongan Internet! Y, sabiendo que aquí en Polonia el estrés no es precisamente deporte nacional, es algo que tiene mucho mérito.

Polonia es un país tan diferente… y los polacos, a pesar de su aire de personas frías e inaccesibles que permite confirmar los tópicos internacionales, son simpáticos y agradables. Les preguntas por una dirección y, en lugar de darte las indicaciones, te llevan hasta el lugar. Anécdotas así te hacen pensar que el refrán de ‘las apariencias engañan’ se cumple.

jueves, 8 de octubre de 2009

MI ESTANCIA EN WROCLAW (POLONIA).

Hoy se cumplen dos semanas. Dos semanas desde que llegué, muerta de miedo, a esta preciosa ciudad extranjera, muy alejada de mi casa y de los míos.

La experiencia es maravillosa. Conoces a tanta gente, de tantas partes, cada uno con su historia personal, con los que compartes muchas vivencias casi a diario. Por eso, me resulta imposible hacerme a la idea de que tan sólo hayan pasado 14 días y que, sin embargo, haya tantos recuerdos de mi estancia aquí. Me encuentro en el Starbucks, porque aún no tengo Internet en mi residencia, y me pongo a pensar en mi primera mañana en Polonia, cuando vine precisamente a este local para poder hablar con mi familia. Y solamente hace dos semanas de eso.

Solamente llevo dos semanas y siento que estoy aprendiendo muchísimo, mucho de la vida, de las personas y, sobre todo, mucho de mí. Me doy cuenta de que en ciertos aspectos me infravaloraba bastante, ya que soy capaz de hacer cosas por mí misma que nunca me hubiese imaginado que pudiera realizar; y también estoy aprendiendo a ser más tolerante conmigo misma y no forzarme demasiado en otro tipo de cosas.

martes, 15 de septiembre de 2009

LA MONTAÑA RUSA

Estamos en la feria. Te sientes como un niño pequeño estando conmigo. Tan sólo hay que mirarte para darse cuenta. Estás feliz. Al igual que yo. ¡Estamos tan a gusto juntos!. Parece mentira que hayamos podido estar tantos años sin conocernos. Intento recordar mi vida antes de la primera vez que nuestros caminos se cruzaron y no puedo. O, a lo mejor, es que no quiero.

Decido que nos subamos a la montaña rusa. La idea te asusta, porque siempre has intentado evitar las atracciones más ‘peligrosas’. Y lo habías conseguido hasta hoy. No has querido decirme que no porque ves el brillo de mis ojos ante el deseo de descargar la adrenalina en esa montaña. Y, por eso, optas por armarte de valor para concederme el gusto.

En solamente minuto y medio que dura el recorrido nuestras vidas dan un giro de 180 grados. Al igual que nuestros cuerpos subidos en el aparato. Tu valentía ya se ha agotado o, en realidad, puede que haya llegado a su punto álgido; por eso, sin pararte a pensar ni un solo segundo, me gritas: “no me gustaría morirme sin que sepas lo mucho que te quiero”.

En esos momentos, me siento mareada. Necesito bajar. Necesito “saber que el suelo sigue aquí bajo mis pies”. Pensar que no ha sido el mejor momento para ponerme a recordar la letra de una canción me hace gracia. Y tengo ganas de llorar. Y de reír. Y de gritar. Y de dar saltos de alegría. No estoy segura de haber oído lo que realmente has dicho, lo que tanto tiempo he soñado que me dijeras y lo que tanto tiempo llevo sintiendo por ti y nunca me había atrevido a confesarte.

Bajamos de la montaña rusa e intento descubrir en tu cara que lo que me has gritado ha ocurrido de verdad. Observo que estás cabizbajo, sin atreverte a mirarme a los ojos, evitando a toda costa que nuestras miradas se crucen. Al final, sin poder soportar ni un segundo más la incertidumbre, tartamudeando un poco, consigo reunir las palabras para formar la pregunta: “¿es verdad lo que me has dicho en la atracción?”. Me miras y ves en la expresión de mi cara lo que quiero que contestes. La pregunta sólo tiene dos posibles respuestas y notas en mi mirada expectante cuál es la que quiero escuchar.

Satisfecho, relajado y contento sonríes y me besas. En esos momentos, deseo poder congelar el tiempo y quedarnos siempre así, unidos como imanes, sin pensar en nada más. Sin preocuparnos por el mundo que nos rodea. Solamente existiendo tu y yo en un mundo nuevo creado por nosotros dos.

sábado, 12 de septiembre de 2009

DE ESTACIÓN A ESTACIÓN... ¿REALIDAD O FICCIÓN?

Solamente un chico y una chica jugando a conocerse. Empezando una relación que no tiene un rumbo definido. Pero, ante todo, disfrutando del presente. Algo de lo más habitual y lógico entre dos jóvenes que no tienen nada que perder y que, sin embargo, tienen muchas cosas que descubrir. Y que pueden hacerlo juntos… si ambos lo desean.

El otoño. Días calurosos y noches frías. La etapa de la melancolía. Mientras paseamos, no puedo evitar suspirar profundamente. Él me mira de forma fugaz, pero no dice nada. Comienzo a sentir frío. La noche ha refrescado bastante y yo me resisto a dejar en el armario la ropa de verano. Por eso, mis brazos desnudos están congelados. Él, muy atento, se da cuenta y, de forma un poco dubitativa, decide abrazarme rodeándome los hombros para frotar mis brazos y conseguir así que entren en calor. Nuestro primer contacto algo más íntimo que los cordiales saludos y las estrictas conversaciones de dos conocidos. El gesto me pilla desprevenida y un ligero escalofrío me recorre el cuerpo. El chico deja de abrazarme y me sonríe. Yo le doy las gracias.

En invierno ya voy preparada. O al menos eso creo. El extraordinario frío de la ciudad me obliga a ir con uno de mis jerseys más gordos, mi abrigo, mi bufanda y mi gorro. Ya hemos cogido más confianza y, ahora, se ha convertido en una persona bastante irónica. Se ríe de mí y dice que parezco un muñeco de nieve. Yo le digo que eso no es posible, porque mi nariz no tiene forma de zanahoria. Él me la pellizca y se ríe al notar que parece un cubito de hielo. Decido vengarme y le meto las manos por el cuello de su cazadora. Me percato de que se ha quedado tan estupefacto que su cara se ha vuelto de un tono rojo tomate y él intenta desviar la atención gastándome otra de sus bromas.

El frío va desapareciendo y los árboles comienzan a florecer. La culpa es de la primavera. Por eso, se para en el parque para robar una de las rosas y regalármela. “Una flor para otra flor”, me dice. Enseguida, rectifica y dice que eso es lo que me diría para intentar conquistarme. Finjo enfadarme y le pego en la espalda. Él se ríe y me da un beso en la mejilla para que le perdone. No puedo evitar sonreírle. Al rato, nos sentamos en un banco. Él hace comentarios sobre las chicas que pasan y, por eso, decido hacer lo mismo con los chicos, pero noto que se pone ‘celoso’.

Por fin llega el verano. Las vacaciones. La playa. Me quedo tumbada sobre la toalla tomando el sol, a pesar de que él ha hecho todo lo posible para intentar convencerme de que me bañara. Al final, resignado, se mete en el agua y aprovecho para ponerme las gafas de sol y dormir algo de siesta. Al rato, me percato de que está de pie, observándome. Lo sé porque he sentido que el sol no me quema tanto el cuerpo y porque se ha oscurecido bastante mi visión a través de mis ojos cerrados. Sin apenas darme tiempo a reaccionar, noto que vuelo y que me elevan como si no pesase nada. El contacto con su cuerpo mojado me hace gritar y forcejeo intentando liberarme de sus brazos. Pero es demasiado fuerte y ya me ha metido en el agua. Nos caemos el uno encima del otro y no puedo dejar de reír a carcajadas. Me río hasta que empiezo a toser por el agua que he tragado. Él me confiesa que le encanta mi risa. Nos miramos fijamente, intensamente, profundamente. Estamos tan cerca que puedo sentir su aliento sobre mi cara.


Y después, todo terminó de la misma forma increíblemente rápida con la que comenzó. “En el amor, el dolor es proporcional a la belleza de la historia que has vivido”… Eso, al menos, es lo que dice el escritor italiano
Federico Moccia.

domingo, 6 de septiembre de 2009

MI MES DE AGOSTO EN EL DIARIO 'LA OPINIÓN'


21 días (de lunes a viernes, desde el 3 hasta el 31 de agosto). Los mejores días de mi vida en mucho tiempo. Una experiencia única e inolvidable. La primera vez que me enfrentaba al mundo laboral. La vez en la que tenía que coger el toro por los cuernos y afrontar la realidad de saber si he elegido bien o no mi futuro profesional.

Y… ¡¡¡por supuesto que he elegido bien!!!. Es la única elección en mi vida de la que no me arrepiento, de la que me siento orgullosa y de la que cada día me siento más feliz de haber realizado. Trabajar en lo que de verdad te gusta y te llena es una de las mejores cosas que te pueden suceder en la vida. Y me ha ocurrido A MÍ. Aún no me lo puedo creer y todavía me siento como en una nube. Trabajar del y por el periodismo. ¡Guau!

Y ya no sólo eso. No solamente he conseguido elegir una profesión que me encanta hacer. Dicen que las primeras prácticas son fundamentales para estar motivado y para comenzar con ganas tu nueva andadura. Mucha gente ha decidido tirar la toalla por no haber tenido una buena experiencia en sus primeras prácticas. Y el caso contrario, mi inolvidable experiencia, puede que haya conseguido que ame el periodismo muchísimo más de lo que ya lo hacía antes, porque antes lo quería desde la ignorancia y, ahora, ya con algo de conocimiento. Y ME ENCANTA. No hay otra cosa que me guste más hacer.

Y toda esta experiencia, estos 21 días inolvidables, se los debo al ambiente de trabajo, a mis compañeros, a todas esas personas que desde el principio me brindaron su apoyo y su hombro en el momento en el que lo necesitara. Pero nunca lo necesité, porque siempre me estuvieron enseñando y corrigiendo de forma paciente y cariñosa, sin un mal gesto ni una mala cara en ningún momento. ¡Al contrario!. Cuando tenían que corregirme en algo, eran ellos los que se sentían apurados de decirme cualquier cosa, porque se pensaban que me podía molestar. “¿Cómo me voy a molestar si precisamente estoy aquí para eso?”. Y cuando yo conseguía hacer algo 'perfecto', como tener una buena idea, dar con el titular adecuado (lo más complicado en periodismo escrito), hacer una buena entradilla o escribir un texto con enganche no dudaban en alabarme y en decirme que estaban muy contentos con lo trabajadora que era y con las ganas que ponía en todas mis páginas.

Además, estoy muy contenta, porque trabajar en la sección ‘especiales’ del periódico 'La Opinión de Murcia' me ha permitido descubrir y conocer las estupendas y maravillosas fiestas y costumbres que se realizan en muchos de los pueblos de nuestra región.

También he aprendido que se puede conocer a gente humilde y generosa en mundos tan fríos como son la fama y la popularidad. En estos casos, me refiero a Marifé de Triana, que incluso me ha invitado a su casa cuando vaya a Sevilla y me ha ofreci
do su amistad incondicional; Noomi Rapace, la protagonista de la película sueca de moda: “Millennium I: Los hombres que no amaban a las mujeres”, prefirió perderse una tarde en la playa con su marido y con sus hijos para concederme una entrevista en la cafetería del hotel Don Juan, lugar en el que se hospedaba durante sus vacaciones en la localidad murciana de Águilas. Que una artista internacional como ella se interesara por mis prácticas y mi carrera son cosas que no olvidaré nunca.

jueves, 20 de agosto de 2009

MENTIRAS Y CINTAS DE AUDIO

Con su sonrisa cautivadora, poco a poco consiguió que fueras abriéndote a él, que le contaras todo lo que te ocurría y lo que te pasaba por la cabeza. Al principio, siempre recelosa, tanteabas el terreno para no dar otro de tus saltos al vacío. Pero no había nada malo. Todo parecía perfecto. Los pequeños defectos de la situación eran fácilmente superables. O, al menos, eso era lo que pensabas en un principio.

Pero tu alma de vidente te hacía presagiar lo peor… o, para no ser tan catastrofistas, esperabas encontrar en cualquier momento ese pequeño gran detalle que tenía que estar oculto por algún sitio no muy lejano. ¡Pero nada! Los días pasaban y tú seguías sin ver lo malo que sabías que tenías que encontrar. Él, muchísimo más listo de lo que te habías imaginado, se daba cuenta de lo que te ocurría y, por eso, decidió “abrirse a ti”, para que confiaras en él mucho más de lo que ya lo hacías.

¡Qué tonta fuiste!. Te creíste todo lo que te contó. Todo lo que querías oír salía de su boca sin parar, como una metralleta. Y caíste en el anzuelo. Su voz te atrapó al igual que lo hace la cinta de audio de una grabadora. Y sentiste pena por sus desgracias. Querías ayudarlo. Tenías la necesidad moral de permanecer a su lado y encontrar una solución a sus problemas. Lo que nunca imaginaste es que lo único que estaba haciendo era añadir dificultades a los tuyos propios.

Y ahora podrías seguir engañada, podrías seguir siendo una marioneta en manos de un ser manipulador que ni siquiera te llega a la suela del zapato. Porque ha demostrado ser un falso, un mentiroso y, sobre todo, un excelente actor, que finge a la perfección sentir un profundo afecto por ti, cuando lo único que ha hecho desde que lo conociste ha sido intentar poner tu vida patas arriba.

Pero el refrán ya lo dice: “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”. Por suerte, este mentiroso ya ha sido arrestado y metido en prisión preventiva.

lunes, 27 de julio de 2009

ÉL

Se oyen unas risas. Se repiten de nuevo. De forma gradual, van subiendo de volumen y llega un momento en que ya no cesan. Miras en la dirección de la procedencia del jolgorio. Hay un caballo y un niño subido encima. Debajo, alguien los guía.


Ese alguien es ÉL. Quería hacerle reír al niño y lo ha conseguido… ¡vaya que si lo ha logrado!. El crío está riéndose a carcajada limpia y él es el culpable de ello. Se siente muy feliz y orgulloso de sí mismo. El sentido del humor es una gran táctica que tiene para desconectar y evadirse de los problemas; y, a la vez, al niño no le viene nada mal reírse tanto como lo está haciendo en ese momento. Está matando dos pájaros de un tiro. Está consiguiendo un beneficio mutuo.

El chico no para: los caballos, el deporte y el teatro son algunas de las grandes aficiones que le hacen llevar la vida que él desea. Aunque no siempre es así; a veces, en su mirada desaparece la juerga y el cachondeo y sus ojos se nublan. Está pensando. Está dándole vueltas a la cabeza. La ironía es la gran coraza que utiliza para protegerse. Pero esa barrera es demasiado frágil como para poder defenderla las 24 horas del día. ¿Qué se esconde en él?. ¿Por qué no se sabe nunca cuándo actúa en serio y cuándo lo hace de broma?. ¿Será miedo?. ¿Temor a tropezar en la misma piedra y que le vuelvan a hacer daño?. No quiere sufrir. Por ello, se ha decantado por la observación. No deja de mirar a los que tiene a su alrededor para poder saber desde el principio cómo son. Así se evitará muchos problemas.

Pero lo que necesita, lo que realmente necesita para “pasar página” es encontrar a esa persona que sepa quererlo y amarlo con todas sus virtudes (que no son pocas) pero, sobre todo, con las cruces que le han tocado llevar en su vida. Las cargas, si se llevan entre dos personas, no son cargas dobles: son cargas compartidas. Y no dudo ni un instante de que al final terminará consiguiéndolo.

lunes, 20 de julio de 2009

JUGAR CON FUEGO

Sí, así es como te sientes. Te sientes como si jugaras con fuego.

Puede que sea el verano, el calor, la playa, las vacaciones, el tiempo libre, el cambio de ambiente… no sabes bien lo que es. Tienes un lío tan grande en la cabeza que no quieres ni pensar en ello. Lo único que puedes comprender es que estás en una situación delicada. De la noche a la mañana te has convertido en una persona amante de la pirotecnia. O, mejor dicho; no ha sido de un día para otro: tu nueva adicción se ha apoderado de ti debido a un proceso tan rápido que no te ha dado tiempo ni a reaccionar contra él.

Tus alarmas han saltado y las palabras de “peligro inminente” resaltan por todas partes. Pero tú ni las ves ni quieres verlas. Imaginarte el brillo del fuego, su color, su olor y lo que se puede lograr con él consiguen en ti un efecto enfermizo. Y no digamos ya cuando tienes esa gran arma letal en tu poder. Lo sabes, todo el mundo sabe que ser un pirómano no es nada bueno. Que a la larga solamente conseguirá hacerte daño. Pero te has acostumbrado al bienestar que te produce a corto plazo y no dejas de explotar esta nueva sensación que te encanta. No puedes evitar ser un pirómano. Ya es demasiado tarde… LO NECESITAS. Te bastó una sola vez para descubrir que era algo imprescindible en tu vida, casi tanto como el aire que respiras.

miércoles, 15 de julio de 2009

DÉJÀ VU

Nunca me había ocurrido algo así. O, al menos, nunca hasta este punto. No había nada que hiciera presagiar que esto fuera especial, fuera de lo corriente o diferente, de tal forma que la ficción se convirtiera en realidad. No había ninguna pista que hiciese presagiar que mi historia inventada fuese a suceder casi de la misma manera en la que se había materializado en mi medio sueño.

Las vacaciones dan para mucho: tienes tiempo para descansar, para pasarlo bien con los amigos, para estar con la familia… pero, sobre todo, tienes mucho tiempo para pensar, para imaginarte cosas y para inventarte historias. Hay que ejercitar la mente sin parar para que no se oxide. Y una de las cosas que siempre me ha caracterizado es mi gusto por inventar historias. De niña me tragaba con mi abuela todos los culebrones de la tele y, como todos sabemos, en estas series pasa todo lo inimaginable. Puede que eso sea otro de los motivos que me llevó a mi gusto por escribir. Con el tiempo, mi abuela murió y yo ya no vi motivo alguno para seguir viendo telenovelas, pero mi interés por inventar historias (algunas las plasmaba en papel y otras, sin embargo, no salían de mi cabeza) siguió latente en mí.

Pero esta historia… una historia inocente que comenzó para matar el aburrimiento mientras estaba tumbada sobre la arena de la playa y que incluso se metió por la noche en mis sueños, no se quedó en una simple invención. Días después se iban sucediendo diversos acontecimientos que desembocaron en que gran parte de esa historia se cumpliese. Todo era tan increíble que tardé bastante en pensar: “¿de qué me suena todo esto?, ¿no es algo que ya he vivido?”. Y mientras me hacía para mí misma estás preguntas, venía a mi mente mi relato, y una mezcla de asombro y desconcierto se apoderaba de mí.

Sí, los déjà vu existen.

jueves, 9 de julio de 2009

MIS PRÁCTICAS EN EL DIARIO LA OPINIÓN DE MURCIA

¡¡¡LO HE CONSEGUIDO!!!. Y lo digo claramente, con mayúsculas y usando la primera persona del singular porque no digo nada que no sea verdad. Sin ayuda de nadie y sin necesidad de hacer uso de la electricidad (es decir, sin enchufes) “YO” he logrado hacerme valer y que apuesten por mí este mes de agosto. Tras obtener mis 150 créditos (la mitad de los necesarios para terminar la carrera de Periodismo), esta semana me llamaban del periódico La Opinión de Murcia para confirmar si me seguía interesando hacer prácticas… ¡nada más y nada menos que en uno de los mejores periódicos de la Región!.

¡Claro que sí!. Por supuesto. Mientras ella me decía que mi jornada laboral será de lunes a sábado, que comenzaré a las 11 de la mañana y que, como muy pronto, podré terminar a las 8 de la tarde (porque en esta profesión se sabe a la hora que se entra, pero no a la que se sale), yo no podía dejar de repetir: “¡Claro que sí!. Por supuesto”.

Estoy muy nerviosa ante lo nuevo y desconocido pero, a la vez, estoy feliz y orgullosa de mí misma: empiezo en el medio escrito, en el que más me ha gustado desde siempre, desde que hace más de 7 años descubrí que me quería dedicar a esto y que no me veía haciendo ninguna otra cosa. Y después de tanto tiempo y de disfrutar de los dos primeros años de una carrera que me ha gustado y me ha llenado mucho más de lo que me esperaba, consigo por fin la oportunidad de comenzar a trabajar de PERIODISTA.

jueves, 2 de julio de 2009

TU PRIMERA MALA EXPERIENCIA

Pequeñica mía: ¡lo que daría ahora mismo por poder estar a tu lado, para darte un fuerte abrazo y decirte que todo pasará!; pero ahora mismo solamente tengo las palabras. Como ya ni me acuerdo de todo lo que he hablado contigo por teléfono, te escribo esto para poder leer y releer mis consejos e intentar no olvidar nada de lo que quiero transmitirte.

Todo lo que sé y he vivido me gustaría poder resumirlo en unas cuantas palabras que de golpe y plumazo te ayudaran a olvidar. Querría que pudieras entrar en mi cabeza para que fueras testigo de los golpes que me he dado contra la pared y así evitar que tú te dieras los tuyos. Pero si algo he aprendido en todos estos años es que cada uno tenemos nuestros propios golpes y nuestras propias paredes y que, por mucho que yo te diga, no puedo evitar que termines sufriendo. Mi instinto de “hermana” mayor (o incluso de “madre”, pero esto último no quiero reconocerlo porque me hace sentir vieja) hacen que me sienta impotente ante lo que estás viviendo y que tus sufrimientos sean también los míos.

Eres una chica estupenda. Aún recuerdo la primera vez que te vi… ¡eras horrorosa!. Pero con el tiempo te fuiste transformando en una persona con un corazón de oro, con unos ojazos que cautivan a todo aquel que se atreve a mirarte, con esa risa tan especial que contagia a los que tienes a tu alrededor por ser un regalo caído del cielo, esa bondad que te hace estar siempre dispuesta a agradar y a ayudar a las personas a las que quieres… todo ello es como un hechizo que enamora y seguirá enamorando a más de uno. Sin embargo, ahora eres tú la que tienes el corazón roto.

Por eso, tu máxima prioridad en estos momentos es curar tu corazón: pasa página. Rodéate de la gente que te preste su hombro para llorar en los momentos escasos en los que tú lo necesites y solamente cuando tú lo pidas y, sobre todo, de gente que te haga reír a carcajadas con esa risa contagiosa tan maravillosa que tienes.

Esta primera mala experiencia que has vivido, a la larga, te servirá para valorar mucho mejor las infinitas buenas experiencias que te esperan, debido a que la gente que te conozca y que te tiene aún que conocer son y serán testigos de tu gran belleza interior y exterior. Porque con sólo mirarte eso se nota. Y, en esta ocasión, nadie se equivocará al llegar a tales conclusiones. Con todo esto aprenderás que la vida no es tan de color de rosa como te imaginabas (aunque, por supuesto, no es tan negra como siempre te la he intentado hacer ver).

Sé que es difícil: créeme. Todos pasamos por eso alguna vez. La pregunta que más te haces y te seguirás haciendo mientras sigas pensando en esto siempre será ¿POR QUÉ?. Y, desgraciadamente, eso no tiene respuesta totalmente correcta y sincera. Puede que incluso ni él mismo la sepa con total certeza. Pero como dice una canción de un antiguo cantante italiano que puede que te suene: “La vida es así. No la he inventando yo”.

Aunque pienses que no tengo derecho a hablar así, porque no conozco tu caso concreto, estás equivocada: el comportamiento de esa persona es mucho más importante que la forma de ser que tuviera contigo o la personalidad que tú creías que tenía. Hasta cuando conoces a una persona desde hace años, te termina sorprendiendo con un comportamiento que nunca te hubieras imaginado que tenía. Por eso existen los divorcios y las separaciones. Querer y amar a una persona no es suficiente. Muchos otros factores externos son los que terminan rompiendo a algunas relaciones. Cuando las cosas no pueden ser, no pueden ser.

Sé que pensarás que es muy fácil decir todo esto, pero que hacerlo es mucho más complicado. Me conoces y sabes que ni yo misma soy capaz de poner en práctica las cosas que te digo. Pero una gran cualidad que tienes y de la que me encantaría contagiarme es la de la fortaleza. Tú que puedes, porque tienes el carácter suficiente para hacerlo, levántate del suelo y sigue con tu cabeza bien alta demostrando ser la misma chica maravillosa del que todo el mundo estaría encantado de enamorarse.


miércoles, 1 de julio de 2009

BUSCANDO EL PAPEL EXTRAVIADO

El otro día se me ocurrió meterme en mi habitación a buscar un documento que necesitaba. Después de tanto tiempo… ¡a saber donde estaría!. Pero, como tenía que encontrarlo, revolví todos mis cajones en busca del tesoro perdido.

Para mi sorpresa, en la búsqueda tropecé con cosas que no esperaba: regalos de hace mil años, escritos míos de cuando era una cría que no levantaba dos palmos del suelo y un sin fin de cosas que no sabía ni que siguieran existiendo.

Pero lo que más me impactó fue encontrar un pequeño diario. En él me dedicaba a escribir 4 ó 5 frases de lo que me había pasado en el día y abarcaba un periodo de tiempo de casi un curso entero. Me puse a hojearlo sin poder dejar de sonreír.

Algunas de las situaciones que contaba ni siquiera me sonaban, pero me hacía gracia ver mi forma de escribir y los sentimientos que por aquel entonces tenía hacia personas que me rodeaban o hacia la vida. La felicidad de la inocencia, aunque también la manera de magnificar las dudas y preocupaciones de esos tiempos.

En otras partes del diario, sin embargo, recordaba lo que narraba como si hubiese ocurrido el día anterior. Mientras leía, mi mente se había trasladado a ese lugar y a ese momento.

Podía incluso acordarme de la ropa que llevaba, si estaba triste o contenta, si me dolía la cabeza o si me sentía más fresca que una rosa. Notaba el calor o el frío según la estación o época del año, las cosas que me convertían en la chiquilla más feliz del mundo y lo que me impedía centrarme en los estudios, en dormir, en comer… y hasta en respirar con normalidad sin sentir pequeños vacíos en la boca del estómago.

Mientras leía estas partes del diario, a un ritmo más lento y sosegado, mi mente se adelantaba a los acontecimientos. Sabía lo que iba a pasar a continuación y por eso, casi me sentía con la necesidad de viajar en el tiempo para avisar a la Laura adolescente de lo que estaba a punto de ocurrir.

Pero si eso pudiese suceder, si pudiese avisar a esa chiquilla de que lo que iba a hacer era una tontería y que le daba tiempo a actuar de una manera totalmente diferente, ese diario no tendría razón de ser. Automáticamente, desaparecería de mis manos para no existir o para ser el diario de una persona diferente. Y en cualquiera de los dos casos, la Laura veinteañera tampoco sería la misma y no tendría las escasas buenas y/o malas experiencias que hacen que mire el diario sintiendo algo de nostalgia.

lunes, 29 de junio de 2009

PARECIDOS RAZONABLES

Está una tan tranquila, en el cine, sentada para pasar un rato entretenido, para dejar de pensar, para desconectar... hasta que sale. En la gran pantalla surge una figura familiar que te recuerda a alguien. "¿A quién se parece?", sueles preguntarte en otras situaciones como ésa. Pero en esta ocasión no te ha dado tiempo ni a plantearte dicha cuestión. Tu cabeza solamente ha formulado la mitad cuando, de golpe, te viene la respuesta.
La sonrisa del chico ha hecho que recuerdes a una persona a la que llevas muchas semanas sin ver. "¡No puede ser!", piensas desconcertada. Pero sí, claro que puede ser. Puede ser y es. La película sigue avanzando y cada vez estás más segura de que el chico se parece mucho a tu persona ¿conocida?. Los ojos, aunque semi-ocultos bajo un diferente peinado, no te dejan lugar a dudas. ¡Son iguales!. Incluso la boca y la barbilla son bastante parecidas; sobre todo, cuando sonríe. Al formarse la sonrisa fue cuando ya lo tenías clarísimo. El parecido era asombroso. Nunca habías visto a una persona que se pareciera tanto a otra sin ser familia. Sin embargo, la nariz del actor es más grande y puntiaguda. Pero eso no le quita el mérito de la gran similitud que se aprecia. Parecen clones. Tienen una complexión corporal similar y hasta la forma de andar es casi idéntica.
"¡No puede ser!", vuelves a pensar. Una parte de ti desea salir corriendo de allí y volver a casa; pero, al final, gana tu parte curiosa. Tienes que enterarte de cómo se llama el actor para buscarlo en Internet. Además, como tiene un papel secundario solamente sale en un par de escenas a la mitad de la película.
La vida te da sorpresas.

viernes, 26 de junio de 2009

ELLA (HISTORIAS II)

"La mujer ya ha llegado a las gradas. Mira al campo donde está el jugador al que todos vitorean." En las primeras filas ve a grupos de chicas histéricas que no paran de gritar el nombre del chico. ¡Realmente patético!. No sabe si es peor la actitud de ellas o la prepotencia de él. Durante unos minutos duda y no sabe qué hacer. Ha sido una tontería ir al partido sólo por verlo. Pero es algo que no puede evitar. Sabe que tras esos músculos creados tras muchas horas de gimnasio se esconde un chico sensible que busca desesperadamente alguien a quien amar. ¿Ella podría ser esa persona?. Estos pensamientos la invaden mientras se confunde entre el gentío masculino buscando un asiento libre.

Sus miradas se cruzan y la chica ve en los ojos de él un brillo especial, alejado de la chulería habitual. Ese brillo que siempre asoma a sus ojos cuando la mira. ¿Ella era capaz de cambiar a un hombre y de volverlo más humano?. ¡Menuda bobada pensar así!. No, lo que ocurre es que es la única que no está afónica dando gritos, la única que no lo trata como si fuera un dios o un ángel caído del cielo. Y eso a los hombres les afecta a su ego, sobre todo a personas como él. Pero algo en su interior le hace rechazar esta última teoría. Él no es solamente ese gran deportista admirado y envidiado por todos. Ella lo sabe. Lo ha observado durante mucho tiempo. Lo ha visto actuar y casi podría asegurar que puede leerle la mente… Aunque no siempre es así. A veces, las piezas del puzzle son demasiado parecidas y ella tarda mucho en darse cuenta de que se ha equivocado al encajarlas. O mejor dicho, se ha equivocado en escoger un puzzle tan difícil como él. Pero es algo superior a sus fuerzas.

El partido termina y el jugador vuelve a mostrar esa sonrisa de superioridad. “¡No, por favor!, muéstrame una sonrisa dulce, cariñosa, una sonrisa donde me digas que no eres como la gente piensa. Que mereces la pena. Que puedo ser esa persona que buscas”.

La chica despierta de la ensoñación. La cabeza vuelve por fin a dominar sobre su corazón. Se levanta y se marcha tranquilamente mientras todos gritan y aplauden por la victoria.

¡Hasta el próximo partido!

miércoles, 24 de junio de 2009

HISTORIAS


El jugador ya ha llegado al campo. Mira a las gradas, que están llenas de un público que no para de vitorearlo. Están allí por él, porque él es el mejor BATEADOR de los últimos tiempos. Todos quieren ser testigos de cada una de sus acciones: sus compañeros le tienen envidia por su magistral forma de jugar, los chicos del público desearían ser la mitad de deseados que él y las chicas se encuentran en grupos esperando a dar sus acostumbrados suspiros de admiración cada vez que vean su CUERPO moverse al ritmo que el partido le marque.

Esto hace que él se sienta orgulloso y que su ego aumente a cada minuto que pasa. Se dispone a concentrarse para comenzar a jugar. Pero un aire nuevo acaba de llegar. Una chica acaba de confundirse entre el gentío para sentarse lo más lejos posible de los gritos histéricos de las demás. Esta mujer es la que ha provocado una MUTACIÓN en nuestro jugador: cada vez que la ve o que está cerca de ella el mundo del deporte y de los músculos más grandes dejan de ser cosas prioritarias en su vida. Ella es la única que nunca ha mostrado ese interés pegajoso e incómodo que las demás tienen por él. Incluso le mantiene la mirada, fría e imperturbable, sin pestañear ni una sola vez. Puede que esa naturalidad y autenticidad sean culpables de que él se haya obsesionado con ella.

El partido termina y él está feliz porque su equipo ha vuelto a ganar. Las gradas están revolucionadas. Pero su alegría se difumina al igual que la figura de la chica de sus sueños (o la chica que le quita el sueño), que se ha convertido en un PUNTO en la lejanía que se marcha majestuosamente hacia la puerta de salida.
(PARA PARAPANIPLAJO)

sábado, 20 de junio de 2009

OTRO CURSO QUE TERMINA

Definitivamente, segundo de periodismo ha terminado. Las clases y los exámenes han llegado a su fin y aún los síntomas de la cena de clase de anoche se sienten en el cuerpo. Otro año más. Un curso donde ha pasado de todo.

Intento pensar en el primer día de curso. Parece algo tan lejano… pero, a la vez, no es creíble pensar que han pasado nueve meses de aquello. “Un embarazo” donde no han parado de pasar cosas. Como todo proceso de gestación, no todo ha sido un caminito de rosas; pero lo importante es que hemos disfrutado de los 9 meses con la ilusión de cualquier madre primeriza que ve engordar poco a poco su cuerpo y que sabe que se debe a que otra vida crece en su interior.

Hay que reconocer que no todo han sido sucesos buenos, pero estos últimos son los que han predominado y con los que me quedo; porque lo mejor que tenemos es que sabemos disfrutar de cada pequeño detalle que nos ha ocurrido. Y que ir a la universidad se ha convertido día a día en una aventura donde cualquier anécdota se transforma en objeto de risas durante el resto de la jornada. Por todo ello, da pena terminar, da pena comprobar que el tiempo pasa demasiado rápido y que todo lo bueno dura poco. Y que cada vez queda menos para que la experiencia universitaria llegue a su fin.

Por eso, antes de que todo termine sin que me dé cuenta, quiero plasmar aquí mis alegrías ante el mundo diferente que he encontrado en la universidad. Porque en estos dos años que llevo ya aquí, he cambiado mucho… y creo que para mejor, porque he aprendido mucho de la vida (sobre todo, de las malas experiencias) y porque me he rodeado de gente estupenda de la que me siento orgullosa y de otros que, al no serlo tanto, me han hecho valorar mejor lo que tengo.

Feliz verano a todos.

lunes, 15 de junio de 2009

EGOCENTRISMO


Parece que el universo gira a nuestro alrededor. Nosotros estamos quietos y el mundo se mueve. ¿De verdad ocurre esto así o todo es producto de ese subconsciente que nos juega, a veces, malas pasadas y hace que tengamos ese complejo antropocéntrico?

Te sucede algo y te da la inmediata sensación de que al resto del mundo también le afecta ese cambio: planeas un viaje y, de repente, te llega una avalancha de noticias relacionadas con el lugar que vas a visitar o con el medio de transporte que tienes que utilizar; ves una película con la que te sientes identificado y que te deja esa sensación de "parece la historia de mi vida"; o escuchas un relato que se parece mucho a algo que te está ocurriendo en esos momentos.

A lo mejor, todo está en nuestra mente hiperactiva, que tiene que tener siempre algo entre manos para ocupar sus ratos muertos; o, a lo mejor, es que estás más receptivo y sensible a determinadas cosas (como cuando te haces un esguince y, a partir de entonces, notas que todos los golpes van a parar al mismo sitio) que para ti son recordatorio de que lo que te ocurre sucede de verdad.

Puede entonces que el egocentrismo no sea tan malo como lo pintan, siempre y cuando lo utilices en su justa medida.

jueves, 11 de junio de 2009

LA MADRUGADA

Son las 06:03 de la mañana. Acabo de guardar mis apuntes. Después de un enorme suspiro que casi hace que me caiga de mi asiento levanto la vista tras varias horas de estudio y unos cuantos cafés. Miro mi reflejo en el cristal de la ventana y noto que el dolor de ojos va acompañado de un leve color rojo. Decido dejar de mirarme y me percato de que la noche se está aclarando. Aún falta algo de tiempo para que amanezca, pero la noche ya no está tan oscura como la última vez que la miré. Me levanto y asomo la cabeza por la ventana entreabierta. “¡Ah, qué gusto!. Aire fresquito de una noche casi, casi, casi veraniega”. Ahora, me lamento por no ser fumadora. Un cigarrito en esos momentos, teniendo como única acompañante a la luna, sería el plan perfecto para una madrugada tan preciosa como ésa. Afuera, sólo se oye el piar de los pájaros más madrugadores. Acaba de pasar un coche, casi sin hacer ruido. “No te preocupes. Será nuestro secreto. No le diré a nadie que te he visto si tú también mantienes tu boca cerrada… o el tubo de escape, tu sabrás”. Vuelve de nuevo el silencio. Volvemos a estar la luna, los pájaros invisibles y yo. Hay que aprovechar el momento: viviendo en el centro de Murcia una no está acostumbrada a disfrutar de la belleza solitaria de la noche nocturna (bueno, cada vez más diurna). No sé si acostarme: dentro de dos horas sonará el despertador y entonces sí que me será imposible ponerme en marcha. Sin embargo, ahora mismo me siento con ganas de hacer de todo. La noche sigue y sigue aclarándose. ¿Espero un poco más? Hace tiempo que no veo amanecer; mejor dicho, hace tiempo que no observo cómo amanece. Son las 06:19 de la mañana… ¿qué hago?

miércoles, 10 de junio de 2009

IMAGINACIÓN

Cosas irreales suceden a tu alrededor. Mezclas personas en lugares y situaciones muy dispares y extrañas. Como si sacaras al príncipe de “Blancanieves” y lo pusieras a pelear junto a “Terminator”. No… ¡¡¡claro que no!!!: demasiado ficticio, no encaja en nuestra visión lógica de las cosas. Y ya no es sólo eso: aparte de que estos dos personajes no vayan unidos, tampoco pueden estar en tu mente (¿piensas en Terminator cuando no has visto ninguna de sus pelis? ¿Y en el príncipe de Blancanieves cuando ya no tienes edad de pensar en peliculitas de dibujos animados y, encima, cuando sabes que siempre fue el príncipe que menos te gustó? Háztelo mirar pronto).

Pero últimamente parece que tu cabeza se aburre, que no tiene suficiente con sus ocupaciones cotidianas, y le ha dado por imaginar: imaginas mientras duermes y mientras se supone que no duermes… y, en esta segunda opción, a veces se cuelan en tus escenas oníricas una melodía, una banda sonora que intenta conseguir animar un poco tu creación fílmica. Y entonces, mezclas escenas de tu vida real con escenas imaginadas. O, directamente, acontecimientos reales los modificas para que queden mejor en el estilo de película comercial que pretendes hacer. Tendrás que conseguir así que se convierta en éxito de taquilla, ¿no?. Puff, estás jugando con Fuego y no deberías hacerlo… ¡Déjalo sin amigos!.

Ya tienes un pequeño borrador de tu proyecto. Por ello, te sientas en el cine con tu enorme cartón de palomitas en la mano para ver la película dirigida y protagonizada por ti. ¿Crees que gustará a la gente?. ¿A lo mejor aburre un poco?. ¿El argumento no está ya muy visto?. ¿No has introducido nada original que pueda enganchar?...

Pues no sabría qué decirte para no hacerte sentir mal, pero creo que lo mejor que puedes hacer es dejar que las películas que te montas en la cabeza sigan estando ahí. O podrías buscarte otra mejor forma de entretenerte. O, también, deberías dejar de ir tanto al cine si ves que eso te afecta demasiado… perdona, me he tenido que reír. No dejas de sorprenderme. Eres una persona demasiado excéntrica. Quizá eso sea una de las cosas que más me gusten de ti.

lunes, 8 de junio de 2009

EL DESTINO

¿Existe el destino?, ¿somos nosotros mismos nuestro propio sino?, ¿o en realidad hemos inventado esta palabra para poder justificar de forma hipócrita nuestros errores?. Puede que cualquiera de estas opciones sea la correcta, aunque también podría ser que ninguno de los que piensen así lleve la razón.

¿No es la vida como un juego?, ¿no tiene bastante parecido con estas formas de entretenimiento que tantas horas y horas de vida nos pueden hacer perder? A lo mejor, lo que nosotros definimos como “destino” en realidad es un videojuego, uno de esos que tanto enganchan en cuanto los pruebas y que consiste en pasar y pasar pantallas, niveles de dificultad. Sí… a lo mejor ésta es la verdadera respuesta. Puede que nuestra vida se base precisamente en eso, en pasar niveles, que todos juguemos el mismo juego (el juego de la vida) y que eso haga que muchas situaciones que vivimos sean iguales o parecidas a las de otra persona.

Entonces… ¿qué es lo que nos diferencia?. Si todos estamos jugando a lo mismo ¿qué es lo que hace que nuestras vidas sean diferentes?. Pues sí, es verdad: nosotros mismos, nuestras tácticas de juego, conocer las trampas que hay en cada rincón de cada nivel; y sí, por supuesto, para tener esta sabiduría hace falta mucha práctica, muchas vidas perdidas en el camino, muchos “game over” con mal sabor de boca y que hubieran aparecido precediendo a nuestro pensamiento: “justo ahora que estaba a punto de pasarme esta pantalla tan difícil… ahora tendré que volver a empezar”… ¡Exacto! Volver a empezar. Eso es lo más difícil: conseguir recordar todo lo que ya habíamos vivido para intentar no volver a equivocarse en los mismos sitios. Porque, a pesar de ir con el máximo cuidado, de haber sido una persona precavida y haber conseguido todas las vidas posibles, cuando menos lo esperes puede aparecer "uno de los malos" al que tendrás que eliminar para poder seguir avanzando… y si aparece demasiado de sopetón, puede conseguir que tengas que empezar otra vez. Tienes que ser más rápido y más audaz.

Llegado el momento, después de mucho tiempo obsesionado con el juego, un estado de excitación puede hacerte creer que lo tienes dominado, que ya estás en la última pantalla y que te queda muy poco para pasártelo. Y puede que sea así, puede que lo consigas, a lo mejor llegas a la meta después de muchos esfuerzos y muchas horas seguidas jugando. Pero no olvides que esos estados duran poco, que tras los subidones de adrenalina vienen los bajones y que, si es difícil llegar a la cima, mucho más difícil es mantener un listón tan alto mucho tiempo.

lunes, 1 de junio de 2009

TU NOCHE ESPECIAL


Suena la melodía.
De forma contagiosa no puedes dejar de moverte al ritmo que ella te marca.
Algo inusual se apodera de tu cuerpo.
Te encuentras rodeado de gente desconocida y ves que nadie te mira.
Bueno… “yes, yes, yes”.
Alguien se ha dado cuenta de tu cambio de actitud y te conviertes en el centro de atención.
Pero no te importa.
La música ya te ha enganchado.
Y te ríes al verte de refilón en uno de los espejos.
“You give me a reason to live” (“me das una razón para vivir”): la frase no podía ser más acertada en esos momentos. La música te hace sentir más vivo que nunca.

Te subes a la barra para que los que se encuentran más alejados de ti puedan verte.
Ése no puedes ser tú.
Tú nunca harías algo así… pero al final va a resultar que sí, que eres tú.
“They don´t know what love is” (“ellos no saben lo que es el amor”, y tú has descubierto que te quieres a ti mismo más de lo que imaginabas… ¡bienvenido al club!).

No tienes ni una sola gota de alcohol en el cuerpo, pero actúas como si así fuera.
Hoy vas a olvidarte de ser esa persona llena de responsabilidades que siempre se preocupa en comportarse de la forma más políticamente correcta posible.
La gente ríe y aplaude.
Pero todo eso vuelve a ser algo que no te quita el sueño.
Lo único primordial es que son testigos de que te sientes vivo.
Deberían unirse a tu fiesta.
Quien lo haga no se arrepentirá.
Y parece que ya hay más de uno que está dispuesto a hacerlo.
“YOU CAN LEAVE YOUR HAT ON”… sí, déjate el sombrero puesto para taparte la cara y que nadie descubra quién es el responsable de haber revolucionado a todo el personal.


sábado, 30 de mayo de 2009

LÁGRIMAS DE ALEGRÍA


Estaba durmiendo, dando vueltas en la cama. Me tapaba y destapaba sin cesar porque no estaba a gusto de ninguna de las dos maneras... hasta que oí su voz. Esos sonidos que tanto necesitaba escuchar de nuevo perturbando el silencio de casa.

Aún somnolienta, me levanté de un salto y corrí hacia la procedencia de las voces. Y ahí estaba él, con su carita de ángel y su dulce sonrisa. No me lo podía creer. Ya estaba de nuevo con nosotros. "¿Ya ha pasado todo?", recuerdo que pregunté. Y me tiré a su cuello para abrazarle con fuerza. Él, tan inocente, se asustó. No comprendía por qué lloraba. Siempre le pusieron nervioso las lágrimas y, por eso, me las limpiaba fuertemente con el dorso de la mano de forma que casi me hacía daño. "No te preocupes. Lloro porque soy muy feliz", le dije para tranquilizarle y sin poder parar de reír.

Y todo volvió a ser como antes. No, miento, como antes no. Ahora todo era mejor. Él estaba mejor que nunca. Y ese estado de ánimo era contagioso.

Era dos de enero. La mejor forma de comenzar un nuevo año.

martes, 26 de mayo de 2009

La importancia de los pequeños detalles

Necesitas un descanso. No puedes seguir con la sonrisa falsa más tiempo. Por eso, has decidido no hacerlo más. Por fin, hoy vas a poder ver a un buen amigo y podrás desahogarte.

Lo ves aparecer. Sabes que no hará como los demás. Él no te mirará con cara de pena y compasión para demostrarte con eso su apoyo. Él, simplemente, te dedica una mirada de comprensión. Sus palabras no son necesarias. Ya te lo ha “dicho” todo.
Ahora es cuando normalmente llegaría el momento de explotar y sacar todo lo que llevas dentro; pero en esta ocasión él va a preferir ayudarte de otra manera. Te conoce mejor que nadie y sabe lo que realmente necesitas. Por eso, te coge del brazo y te lleva de paseo, te arrastra por esas calles que ambos conocéis tan bien porque habéis pasado miles y miles de veces por ellas. La situación te parece cómica: “ahora pretenderá hacerme un recorrido turístico por mi propia ciudad” piensas, riéndote para ti misma. Pero pronto dejas de hacerlo. Ya empiezas a comprender.

Comienzas a “descubrir” tu ciudad: ese longevo árbol que se mueve ligeramente por la suave brisa de la noche primaveral, la belleza de la calle mientras se encuentra vacía y sin nada que perturbe su silencio, el brillo del agua de la hermosa fuente donde tu amigo decide que os detengáis. Te deja un par de minutos para que te llenes de paz y tranquilidad y opta por cambiar de tema: los asuntos banales y triviales que lleváis tratando desde que os encontrasteis desaparecen y ahora… él te hace reír. Recordándote cualquier anécdota, haciéndote partícipe de alguna otra que él haya vivido y tú no o imitándote a algún conocido común, consigue que rías y rías sin parar hasta que te duele el costado y hasta que notas cómo los músculos de la cara están demasiado tensos. Y tú te animas y recuerdas alguna otra cosa que impida que vuestras risas cesen.

Al final, te despides de él. Le agradeces en silencio lo que ha hecho por ti. Ha sido tu mejor medicina sin ni siquiera tener que mencionar la enfermedad. No hacía falta.

lunes, 25 de mayo de 2009

La esperanza es lo último que se pierde

Voy por un túnel. La oscuridad cada vez es más sofocante y no me deja casi respirar. Camino y camino cada vez más rápido hasta que tropiezo y me caigo. Noto un dolor insoportable en la rodilla. Instintivamente, mis ojos se dirigen hacia la zona dañada, pero la oscuridad es impenetrable. El líquido caliente que siento en la pierna y que gotea hasta llegar al suelo me hace intuir que estoy sangrando. Por eso, sigo caminando, algo más lento, pero con paso más decidido y firme. Siento miedo, el miedo va creciendo tanto como la negrura que me rodea. De repente, oigo voces a mi alrededor, voces de desesperanza y desasosiego: “por aquí no está la meta”, “te has equivocado”, “¡qué ilusa que eres!”. Noto que las piernas me tiemblan y que la rodilla está a punto de explotar. Pero sigo caminando, aunque no muy convencida de encontrar de nuevo la luz. Pienso y pienso en todas las leyendas que se han extendido sobre los diversos acontecimientos que se ocultan bajo ese túnel. Todos me han tachado como persona temeraria por querer explorarlo. Éste tiene que ser el adecuado. Lo sé. Tengo que seguir caminando. Aún soy joven. Tengo toda la vida por delante. Ahora sonrío. Por fin tengo Fe… confianza… esperanza. Y la oscuridad ya no me acongoja tanto.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Borrón y cuenta nueva


A veces cuesta. Cuando crees que ya has conseguido superar una etapa dura de tu vida, cuando crees que las heridas de un trompazo contra la pared ya están cicatrizando, “algo” llega y da al traste con todo: las heridas se reabren y esta vez escuecen mucho más porque estás más sensible ante cualquier ínfimo dolor. Pero poco a poco todo se va curando. Aparece ese yo interior que te grita que espabiles de una vez y que dejes de auto-compadecerte: la primera vez intentas hacerle caso, pero no te encuentras con fuerzas para ello e intentas engañarte poniendo de excusa a la astenia primaveral; la segunda vez te cuesta menos que la tercera y así, poco a poco, terminas sorprendiéndote a ti misma haciendo algo que no pensabas que fueras capaz de hacer: borrón y cuenta nueva. Sientes una fuerza indescriptible que te hace actuar de forma radical. Te da miedo que esos impulsos te abandonen pronto y, por ello, actúas con rapidez.

Ahora, ha llegado el momento. Ya no te da vergüenza salir a la calle luciendo esas antiestéticas cicatrices. Las llevas con orgullo, como heridas de guerra, y con ellas sigues con tu vida: el buen tiempo, los amigos, la familia, los planes de vacaciones… todo es buen motivo para disfrutar de la primavera de una vez.

domingo, 10 de mayo de 2009

TE ECHO DE MENOS

Todos, en algún momento de nuestra vida, echamos de menos a alguien. Normalmente siempre solemos extrañar al menos a una persona: en verano echas de menos a tus amigos del invierno, en invierno extrañas las despreocupaciones y las fiestas de las vacaciones, cuando estás triste necesitas a esa persona que te hace siempre reír o que te da un abrazo de consuelo, vives a mucha distancia de otro amigo que necesita tu apoyo y al que sólo puedes demostrarle que estás ahí a través de un mensaje o de una llamada… siempre hay algo que te impide estar con todas las personas a las que quieres.
Pero peor aún es añorar a alguien a quien ves todos los días, cuando ves que se ríe con otros amigos y tú no estás entre ellos, cuando acude en busca de ayuda y no te llama a ti como lo hubiese hecho antes, cuando de la noche a la mañana parece haber pasado de depender totalmente de ti a ni siquiera acordarse de tu existencia. Echas de menos cuando hablabais y hablabais sin parar de cualquier tontería y las horas parecían minutos, cuando al quedaros en silencio os comunicabais todas esas cosas que necesitabais “oír”, cuando con una simple mirada sabías que te comprendía y te apoyaba, cuando compartíais vuestras alegrías y vuestras penas acompañados a menudo de una buena botella…

Puede que (casi) nada sea para siempre y que tengamos que aprender a pasar página, aunque nos cueste. La vida está llena de caminos y cada uno tenemos que hacer nuestro propio recorrido, dejando a muchas personas atrás pero, también, encontrando a otras muchas unos kilómetros más adelante. Solamente unos cuantos son los que terminan yendo de la mano con nosotros hasta el final.

miércoles, 6 de mayo de 2009

PESADILLAS ANTES DE DORMIR

¡Todo parecía tan real!... era todo tan auténtico que hasta se podía sentir el frío (a pesar de la época en la que estamos), que tu piel estaba totalmente de gallina y que un temblor recorría todo tu cuerpo; pero esto no era lo que más se podía experimentar: lo peor eran las miradas, esas gélidas miradas acompañadas de sonrisas medio torcidas que te helaban la sangre.


Todos estaban allí, en fila india. Parecían estar en una cola donde se hubiesen reunido cada uno de los “tormentos que debes exterminar de tu vida”, personas que por muy diversas razones terminaron siendo parte de esa lista negra de “gente que te ha roto el corazón”. Si ya en su momento no pudiste soportarlos en solitario por todo el daño que te hicieron… ¿cómo hacerlo ahora cuando están todos juntos, uniendo sus fuerzas para intentar reabrir viejas cicatrices?. No soportas ver como el sujeto A se ríe mientras habla con el sujeto B, porque sabes que están hablando de ti. A lo mejor están diciéndose el uno al otro las jugarretas por las que te hicieron pasar: “lo mío fue peor que lo tuyo. Yo te gano”. Esa frase parece ser la más repetida en esa visible cola que no parece tener prisa por llegar a su destino.

Tú, después de tanto tiempo, crees no poder soportarlo. Por un momento agachas la mirada y necesitas apoyarte en la pared para intentar recordar cómo se respiraba. Al rato, con los pulmones llenos de aire, repasas a todos los integrantes uno por uno y miles de imágenes vienen a tu memoria. Si te estuvieras muriendo, pensarías que eso debe de ser la película de tu vida pasando en diapositivas.

Eres fuerte. Vamos, sabes que lo eres. Ninguna de esas personas te llega ni a la suela de los zapatos. Te hicieron daño porque descubrieron tus puntos débiles... pero ya has aprendido la lección. Y esta vez vas a ponerla en práctica. Reuniendo ese valor escondido que no creías poseer consigues seguir tu camino, con la cabeza bien alta y sin mirar ni una sola vez a esa cola incrédula que no deja de observarte. Lo has conseguido: ignorarlos ha sido la mejor venganza.

lunes, 27 de abril de 2009

¡¡¡QUÍTATE LA VENDA!!!



Sí, exactamente, tú misma lo has dicho. No fue una buena idea.

Te da miedo la oscuridad, no te gusta estar entre tinieblas (sobre todo, cuando estás sola) y, a pesar de todo esto, decidiste arriesgarte: algo te hizo probar. Dicen que lo mejor para superar tus miedos es enfrentarte a ellos y por eso elegiste ponerte una venda en los ojos para andar a ciegas por el mundo. Al principio te daba risa, te hacía gracia ese gran cambio que le habías dado a tu vida. Era una experiencia nueva que podría tener un capítulo importante en la triste y aburrida historia de tu existencia. Pero sabías que la euforia del momento pasaría y que pronto todos tus miedos volverían a invadirte con fuerza. A pesar de saberlo, de tener demasiada conciencia de ello, no querías pensar. Deseabas dejar la mente en blanco y vivir el momento. Pensabas que era mejor cambiar de táctica aunque el resultado fuera el mismo. ¿Qué más daba sufrir por un motivo o por otro si al fin y al cabo el sufrimiento era el sentimiento del que no ibas a poder deshacerte?.


Por eso lo hiciste: “antes de pasarlo mal al menos así me voy a llevar también una satisfacción”, pensabas sin cesar para intentar auto-convencerte de tu decisión. En un primer momento funcionó, te hiciste ilusiones demasiado pronto y pensabas que todo iba por buen camino para superar tu miedo. ¡Qué ingenua fuiste! Precisamente tú, sabiendo todo lo que sabes, te dejas engañar como si fueses una chiquilla inexperta.

A pesar de todo, aunque has confirmado y reconfirmado mil veces tus dudas, sigues intentando aferrarte a esa venda que lo único que te está haciendo es dejarte una profunda marca en las sienes de lo fuertemente atado que tienes el nudo. Creo que ya te has dado cuenta, sospecho que ya has sentido la revelación que te quiere llevar de nuevo a mirar al mundo a los ojos sin ningún obstáculo que te impida verlo al 100%. Ya sólo te falta entonces encontrar ese nudo y desatarlo poco a poco, con cuidado para que no te lastime en tus heridas y, sobre todo, con paciencia y decisión.