"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

martes, 1 de noviembre de 2011

LOS NIÑOS

Recorro las calles y las veo llenas de niños. Dando gritos en sus peleas por ver quién llama más la atención. Molestando a los que simplemente queremos dar un paseo para desconectar y tener unos momentos de paz. Pero, a pesar de esto, también son los causantes de que la ciudad esté llena de alegría y jolgorio incluso en un día tan triste como éste. El recuerdo de las personas que ya no están nos hace daño. Y los niños, sin embargo, son todo lo contrario: con su inocencia y ese “no conocimiento”, están llenos de energía y vida. Son criaturas “angelicales” a las que se les permite todo. Ni siquiera tienen ni idea de cómo es el mundo que les rodea. No piensan más allá de lo que su corta mirada les deja ver. No entienden que hay un futuro al que temer. Viven su vida totalmente ajenos a lo que les puede suceder mañana. Y ni siquiera se lo plantean. Por eso, no tienen miedo a reír, a llorar. Tienen una sorprendente capacidad de poseer sentimientos contrapuestos en breves instantes de tiempo. Y, aunque eso también nos pueda pasar a los que ya no somos tan niños, ellos tienen un don que nosotros no poseemos: cuando eres pequeño, no sufres, disfrutas más de los momentos buenos que de los malos. Vives el presente y solo lloras cuando te has pegado con un amigo en el recreo del cole. Admiro a estas criaturas porque solamente por el hecho de ser niños ya tienen más derechos que nosotros. A ellos se les permite todo. Pero ¿y a nosotros?

viernes, 30 de septiembre de 2011

D.E.P.

El lunes amaneció triste y solitario. Al menos, eso es lo que sintió mi corazón. Una de las mejores personas que he conocido en mi vida abandonaba este mundo para reunirse con todos los seres queridos a los que le tocó despedir hace años: sus padres… sus hermanos… su mujer. Él cumplió su ciclo con creces en esta vida que nos ha tocado vivir. Ahora, se ha convertido en una estrella más en el cielo, un puntito luminoso que, aunque parezca pequeñito, siempre inundará los corazones de todos los que le conocimos. Porque su naturaleza tranquila y noble y esos ojazos claros y luminosos nos conquistaron a todos durante sus 92 años de existencia.

Abuelo, mientras busco consuelo y fuerzas para hacerte un pequeño homenaje, dejó aquí el reportaje que te hice hace unos dos años y medio para la universidad, cuando hablé de tu experiencia durante la Guerra Civil española. Te quiero y siempre te querré. Descansa En Paz.


Él acaba de cumplir 90 años. Con casi un siglo a sus espaldas, ha vivido una guerra civil y una posguerra muy duras. Ha visto morir a todos sus hermanos, a sus padres y a su mujer. Ahora, disfruta de su longevidad en un piso de Murcia, cercano a las viviendas de sus dos hijos. Este cartagenero, que lleva dos años y medio viviendo en Murcia desde la muerte de su mujer, tiene algunas lagunas mentales propias de la edad; pero los detalles de su experiencia de la guerra civil los tiene grabados a fuego en su memoria y sigue emocionándose al revivir sus andanzas.

La etapa de la guerra.
En enero de 1936 terminó el bachiller. Pocos meses después, al iniciarse la Guerra, en julio del mismo año, empezó a movilizarse. Contactó con Don Juan Tudela, teniente coronel de Cartagena de las intendencias del Ejército y amigo íntimo de su familia, pero ya no quedaban plazas disponibles en el cuerpo encargado del suministro alimenticio y armamentístico del Ejército.

Unas semanas más tarde, el hijo del casero vecino suyo, Pedro León, como trabajaba de chofer se enteró de que si a Salvador le interesaba ser voluntario en la guerra tenía otra opción: hacer un curso de seis meses para formarse como “especialista armero de aviación” y después aprobar un examen. Al tener todavía 17 años y ser menor de edad tenía que inscribirse adjuntando un permiso de los padres.

Debido a las cosas de la guerra, que iban mucho más rápidas de lo previsto, obtuvo su título de armero cuando sólo llevaba algo más de la mitad de lo previsto en el curso (unos tres meses y medio de los seis convenidos). Le tocó entrar entonces en escuadrillas (grupos formados por unos 12 aviones normalmente), en el sector de bombardeo. Su función era controlar el correcto funcionamiento de las bombas y armas que llevaban en los aviones. “Hubiese preferido estar en las escuadrillas de caza, porque allí se trabajaba mucho menos”, confiesa entre risas.

Recuerda con claridad que en su escuadrilla les tocó trabajar con rusos. “Eran buena gente, pero se regían por las órdenes de sus superiores, quienes no les permitían entablar mucha amistad con nosotros”. A pesar de ello, añade que mantuvieron buenas relaciones y que se comunicaban gracias a un intérprete que, curiosamente, era una mujer.

Comenzó la guerra como cabo armero y según lo estipulado al año se le ascendía de categoría. Pero la guerra terminó justo cumplido dicho plazo.

Final de la guerra.
Al acabar la guerra le destinaron al Monasterio de los Jerónimos para la depuración política. Él se había visto obligado a estar en el bando republicano, a pesar de ser partidario de Franco. “No hicieron bien las cosas. Necesitaban colocar a la gente y nos ponían donde primero pillaban. Es muy duro tener que luchar contra personas de tu misma ideología política; pero fue lo que me tocó”.

Tiene muchos recuerdos de su experiencia en Los Jerónimos, ya que a pesar de estar solamente unos pocos días vivieron muchos acontecimientos: todo había sido arrasado por la guerra. Tan sólo se encontraba el edificio con algunas camas y rodeado de huerta. El Monasterio como tal había desaparecido, no quedaba ni un solo resto de símbolos religiosos y ellos tenían que defender el territorio conquistado. “Teníamos que bajar a Murcia a patrullar por las calles con nuestro fusil al hombro. No sabes lo que se siente cuando la gente te aplaude, te saluda y te vitorea porque te confunde con las autoridades”, dice mientras se le iluminan los ojos.

Su estancia en Los Jerónimos terminó porque se escaparon: “desde que comenzó la guerra sólo volví a mi casa una vez. Por ello, cuando me destinaron a Los Jerónimos me puse muy contento, ya que me encontraba más cerca de los míos; pero a los pocos días, como vimos que allí no nos controlaba nadie, decidimos abandonar y regresar por nuestra cuenta con nuestros familiares”.

Consecuencias de la guerra.
Una de las peores cosas que recuerda de la post-guerra es el pan negro que les daban para comer, lleno de una serie de ingredientes de muy dudosa calidad y procedencia. Pero la guerra era lo que tenía. Había que alimentar a miles y miles de personas. Por eso, piensa que una guerra civil es mucho peor que una guerra entre naciones: “En la Guerra Mundial, por ejemplo, sabes que si de un bando caen 500 personas del otro habrán caído aproximadamente las mismas; mientras que en un enfrentamiento civil, si mueren 500 republicanos y 500 franquistas en realidad son 1.000 pérdidas efectuadas y mil familias de un mismo territorio de las que hay que ocuparse” dice entre lágrimas.

En su caso concreto, también pasaron muchas calamidades. Tenían una ferretería familiar en el conocido barrio de “El Carmen” en la ciudad de Cartagena (que existió hasta finales del siglo XX) y tardaron cerca de un par de décadas en restablecerse económicamente por completo.

Pero no todo son penurias. Recuerda con alegría y emoción la sensación que lo embargó cuando vio por primera vez desde que empezó la guerra a monjas vestidas con sus hábitos, fuera de peligro después de lo que habían sufrido durante la persecución a la que fueron sometidas esos tres últimos años. Y es que, como buen cartagenero, siempre ha estado atado fuertemente al mundo procesionario de la ciudad, siendo actualmente el Mayordomo más antiguo de la Cofradía California.

jueves, 25 de agosto de 2011

AMAR

Cuando amas a alguien QUIERES estar con esa persona las 24 horas del día; aunque, obviamente, no siempre se pueda ESTAR.


En el trabajo, cuando me levanto y cuando me acuesto, a pesar de estar separados físicamente, me acuerdo de ti siempre. Con las llamadas y mensajes que nos intercambiamos, descubro que a los dos nos pasa lo mismo: llevamos apenas unas horas separados, a veces incluso simplemente unos minutos, y ya nos echamos de menos.


Descubro que aunque consiga estar las 24 horas del día contigo, no dejo de verte y contemplarte. Aunque pasen horas y horas, no me canso de tu presencia y descubro la belleza del silencio... no me importa el silencio. Hasta eso quiero compartir contigo, porque me has enseñado que los silencios son hermosos y que son incluso mejor cuando van acompañados de tus caricias, tus besos y tus abrazos. Me gusta estar acompañada de ti en esos momentos de paz y tranquilidad, saber y sentir que estás sentado a mi lado.


Te busco en la cama. Aún entre sueños alargo levemente el brazo y ya puedo tocarte, porque estás a escasos centímetros de mí (a veces, son solo milímetros o incluso estamos pegados, rozándonos o tocándonos). Cuando te busco con la mirada, puedo intuir tu sombra acostada junto a mí y comprobar lo guapo que estás mientras duermes, inocente y totalmente ajeno a mis pensamientos. Puedo notar tu respiración y estudiar tus movimientos mientras respiras acompasadamente.


Soy feliz cuando sonríes, cuando ríes... en definitiva, cuando tú eres feliz. Simplemente verte contento me produce una felicidad difícil de definir ni de describir. Y dicha felicidad que siento se incrementa cuando sé que yo soy quien te ha provocado ese estado, ese arranque repentino y momentáneo que me gustaría que durara toda la vida.


Me encanta que me hagas descubrir comidas y sabores nuevos, hacer contigo nuevas actividades, que me muestres todo un abanico de posibilidades nunca antes conocidas por mí o que antes no sabía o no imaginaba que fueran a gustarme.


Disfruto simplemente con que un leve roce tuyo me estremezca de arriba a abajo como una descarga eléctrica... y comprobar que a ti te ocurre lo mismo.


Me gustan esos momentos en los que me siento confiada y, casi de repente, a veces como si no viniese a cuento, dejándome llevar, me abro a ti. Te cuento mis cosas, TODAS, desde las más insignificantes hasta cosas tan importantes y secretas que nunca se las habría contado a ninguna otra persona. Y mientras lo hago me miras, me escuchas, me acaricias, me apoyas. Y me dejas que yo haga lo mismo contigo.


martes, 9 de agosto de 2011

NO QUIERO DORMIR



Quisiera detener el tiempo un instante. Que se quede así como está, con el rutinario canto (o chirrido) de los grillos, el sonido de fondo de las olas de la playa chocando contra la orilla, el murmullo de alguna conversación alocada y estridente que se oye de forma intermitente a lo lejos, intentando enturbiar la paz que se apodera de mí. Un momento de soledad que me regalo, que necesito, a solas con la naturaleza, para recargar pilas y sentirme mejor conmigo misma, como si los problemas y preocupaciones solo fueran un breve recuerdo. Incluso el cansancio y el sueño que me habían invadido se quedan en un segundo plano.

Ahora, todo lo malo no existe. ¿Qué cosas había malas? Solo pienso en lo bueno, en lo que me ha regalado la vida, en lo que yo misma he conseguido gracias al apoyo de mi gente, en la gran etapa que estoy atravesando, en esa persona que hace que todos los días me levante con nuevas alegrías e ilusiones.

Y me siento fuerte y capaz de dominar el mundo contra viento y marea. Y por eso no quiero dormir, porque temo que mañana esa fuerza se haya evaporado.

jueves, 21 de julio de 2011

PRECIPITÁNDOSE AL VACÍO

Y lo ves, lo oyes cómo cae, sientes el ruido que va haciendo al chocarse con los cables que se encuentra en su camino... Hasta "el gran sonido", la traca final, el inconfundible "ya está, ya ha llegado al suelo, de ahí no pasa". He conseguido que las llaves de mi casa se cuelen por el hueco del ascensor. Para estos casos ¿no se podría hacer como en los programas informáticos? Cuando estás con el ordenador y borras un documento, te sale un mensajito preguntándote: "¿está seguro de que desea mover este archivo a la papelera de reciclaje?" Y así, en el caso de que te equivoques y mandes a dicha popular papelera un documento importante, luego puedes meterte y restaurarlo. Es decir, tienes dos oportunidades de enmendar tu error. Pero la rendija del ascensor no me ha dado tregua alguna. Como si de un aspirador se tratase, se ha llevado mis llaves a lo más hondo de sus profundidades, al "foso", como así lo llaman los expertos ascensoristas. Y con este calor sofocante de las 3 de la tarde en el pleno centro de Murcia, me he encontrado tirada en la calle más de 2 horas (y menos mal que era una urgencia, que si no aún me encuentro esperando a que rescaten mis llaves). Sí, aunque no me lo pregunten ahora lo tengo claro: no deseo mover mis llaves al reciclaje del foso del ascensor.

domingo, 10 de julio de 2011

DILEMA CORNELIANO



Una situación corneliana es aquella en la que una persona se siente en una encrucijada porque, elija lo que elija entre dos opciones, va a perder algo. El término es muy utilizado aún en Francia, ya que se veía mucho en las obras de teatro de Corneille y, por él, adquiere este nombre.


Todos, sin apenas darnos cuenta, nos enfrentamos a diario a este tipo de situaciones. Por ejemplo: tu sueño es estudiar algo que no puedes realizar en tu lugar de origen. Si te vas, estarás cumpliendo tu sueño, pero dejarás de ver a tus seres queridos tan a menudo como podías hacerlo antes. Si te quedas, estarás con los tuyos a diario, pero renunciarás a una oportunidad profesional que a lo mejor no vuelves a tener. ¿Qué puedes hacer entonces? Dura decisión, ¿verdad? Hagas lo que hagas, terminarás perdiendo algo. Así, desde la lejanía, si yo tuviera que aconsejarte, está claro lo que te diría. “La mejor opción es la primera, ya que si te vas puedes tener las dos cosas: tienes tus estudios que tantos años estabas esperando poder hacer y también a tus seres queridos; los fines de semana y las fiestas siempre puedes cogerte un medio de transporte y plantarte en tu ciudad”.


Si, ¿verdad? A todos a los que le preguntes te dirán eso. Para ellos es muy fácil, no se encuentran en el dilema corneliano al que tú tienes que enfrentarte. No, no tienes las dos cosas. Una de ellas la tienes en menor medida. Sí, claro, tienes a tu gente, pero lejos. Tendrás que contentarte con hablar con ellos por teléfono o por Internet. Y tener que desplazarte dos días a la semana como mucho. Las dos opciones que se te plantean te hacen daño. Cada una tiene algo bueno y algo malo. Porque la felicidad completa no existe. O puede que, en el fondo, te dé miedo aceptarla. Si siempre que tienes la oportunidad de ser feliz te entran miedos e inseguridades, y te fijas solo en pequeños detalles y cosas malas, siempre te encontrarás en esa situación corneliana, hasta cuando no tengas que estar en ella. Huye de esos temores y disfruta de la oportunidad que la vida te brinda: te deja elegir. Incluso, si me apuras, te deja tener las dos cosas. Puede que la distancia durante cinco días haga que los dos siguientes los disfrutéis mucho más. Porque en los momentos de adversidades y separaciones es cuando realmente descubres hasta qué punto quieres estar con esa persona que te ha hecho cambiar y ver el mundo con otros ojos.

viernes, 3 de junio de 2011

LOS CINCO SENTIDOS



Hoy te he sentido. Es algo que no se puede explicar, que no tiene ninguna lógica, ¿pero es que acaso lo nuestro tiene alguna lógica? ¿No es precisamente eso lo que nos caracteriza? Todo es tan surrealista… y, a la vez, tan real, que hoy he entrado a un local y te he olido. Te busqué con la mirada, porque tu olor no es algo que pueda confundir, pero no te vi. ¿Cómo es posible? Pero tu olor seguía presente y cada vez de forma más intensa, de tal manera que penetraba en mi nariz, a través del OLFATO, a pesar del resfriado que tengo, y entraba dentro de mí de forma tan estrecha, tan íntima… que era como si estuvieses conmigo. Cerré los ojos para aumentar esa intensidad y respiré, aspiré hondo… muy hondo. Y un cosquilleo recorrió mi cuerpo desde el cabello hasta la punta de mis pies. Y en mi cuello lo sentí, lo noté. Era tu aliento que se clavaba en mi nuca de forma tan suave y dulce que creí desmayarme en ese mismo momento. Entonces fue cuando me dejé llevar por un impulso irrefrenable y, con los ojos aún cerrados, llevé mi mano hacia mi cuello. Y allí te encontré. Te sentí. El TACTO de tu boca, de tu nariz, de tu cara, de tu pelo, de tu cuello… eras tú. Solamente podías ser tú. Eso era algo indiscutible. Y entonces te probé de nuevo, dejé que mi GUSTO quedara satisfecho y nos besamos intensamente. Y fue cuando deseé con todas mis fuerzas que ese momento no acabara nunca. Nos separamos despacio, muy despacio, casi como si nos estuviésemos matando el uno al otro, y entonces me hablaste. Oí tu voz. No quise abrir los ojos porque quería volver a escucharte, sentir tus palabras sobre mí como si me estuvieses regalando una dulce y tierna caricia. Mi OÍDO volvió a deleitarse una vez más con el sonido de tu voz. Volví a escucharte y pensé en cómo había podido estar tanto tiempo sin oírte y seguir viviendo tan tranquila, como si nada malo hubiese ocurrido. Tu voz, tu caricia, tu afecto, tu cariño… todo esto me recorrió el cuerpo entero como si de una descarga eléctrica se tratase. Y por fin abrí los ojos. Y entonces te vi. Mi VISTA pudo contemplarte en su plenitud, como si fueses otra persona nueva. Más divino, más celestial… mi dios.


viernes, 20 de mayo de 2011

INSOMNIO

Días ajetreados de un lado para otro, exámenes, estudio, biblioteca, ordenador, casa, café, trabajos, exposiciones, nervios, alivios momentáneos… y vuelta a empezar. Es el periodo de exámenes. Durante al menos dos semanas tu vida se reduce a eso. Incluso, para qué negarlo, sonríes al pensar que tantas idas y venidas y tener todo tu tiempo ocupado te ayuda a no dejar a tu mente torturarse por asuntos que competen a otras partes de tu vida. Pero llega el momento, el inevitable momento, de acostarse en la cama, apagar la luz, respirar, pensar en lo que tienes que hacer al día siguiente y si ya has hecho esa noche todo lo que tenías que hacer ese día… sigues intentando pensar en todo esto hasta que te entre el sueño y poder descansar. Pero ya no puedes más. No puedes alargar el agónico momento. Ha llegado la hora de comerte la cabeza, de darle vueltas a asuntos tan imposibles que sería mejor dejarlos donde estaban, en ese resquicio olvidado de tu mente. Pero, por el contrario, ahora aparecen con más fuerza que nunca. Puede que el hecho de haberlos tenido abandonados durante todo el día, en lugar de conseguir acabar con ellos poco a poco, haya conseguido que se vayan haciendo más fuertes, como si su letargo fuera una fuente de constante auto-alimentación y permitiera despertar, en esta hora crucial de “necesito dormir”, a la bestia que tenía escondida dentro. A veces, nosotros mismos somos nuestros peores enemigos. Y ahora más que nunca no tienes duda de ello.

lunes, 9 de mayo de 2011

Y TODO TERMINA


A veces, la vida es tan sorprendente que no sabes cómo reaccionar ante ella. Una noche, de repente, alguien se cruza en tu camino y consigue que tu vida cambie. Que todo tenga sentido. Que sientas que al fin has encontrado ese aliciente y el ingrediente que faltaba en tu vida para ser una persona renovada, llena de ilusiones, feliz. Te sientes querida y amada. Y para colmo tú amas y quieres a esa misma persona. La simbiosis que se produce es tal que crees que toda tu vida has esperado a ese momento concreto, esa milésima de segundo en la que descubres que esa persona nueva en tu vida es también la que ocupa, de repente, gran parte de tu corazón.

Pero al igual que ese cambio te llega en una milésima de segundo, llega también ese brevísimo momento en el que tienes que tomar una decisión trascendental, algo que supondrá un cambio drástico en tu vida. El tiempo pasa y por fin te das cuenta de que las personas somos como las cebollas: estamos llenas de capas. En las más superficiales, solo ves las virtudes, las buenas cosas, los detalles que hacen que te enamores de esa persona. Pero pronto vas viendo aparecer esos defectillos, que al principio consideras insignificantes y/o soportables y llevaderos. Hasta que sigue avanszando el tiempo y es entonces cuando llega la prueba de fuego. ¿Es esa persona como me esperaba? ¿Qué sacrificios y qué estoy dispuesta a dar de mí para que nuestra relación siga adelante y tenga futuro? ¿Realmente merece la pena? ¿Esa persona es (o sería) capaz de darlo todo por mí igual que yo por ella?

Y es ahora cuando descubres que no siempre puedes dejarte llevar por el corazón. Que el querer a una persona no es suficiente para poder estar con ella. Porque puede que si estás con esa persona, a la larga, solo consiga hacerte más daño que el que sientes en este momento. Sí, es doloroso decidir terminar con una persona cuando tu corazón lo que más desea en el mundo es estar todos los minutos de tu tiempo con ella. Pero las relaciones son cosa de dos. Y el día que descubres que no eres tan importante para ella como creías, ya que en su lista de prioridades, ahora que no tiene que luchar por conquistarte, has caído hasta el último puesto… ese mismo día tus deseos y necesidades de que esa persona dé por ti lo mismo que tú por ella, tienen que imponerse. Y serás capaz de juntar todo el valor y el coraje para decidir, serena la mirada y firme la voz, que ya todo definitivamente se acabó.

lunes, 11 de abril de 2011

PARA "MI PEQUE"

Llegaste a mí de una forma tan inverosímil que aún hoy, ahora mismo, no creo que seas real. En un ambiente en el que nunca pensé que podría conocer a alguien como tú... mejor dicho, cuando ya creía que un hombre como tú solo existe en las películas ñoñas, edulcoradas y de Disney. Cuando pensé que en estos tiempos la gente solo busca el placer superficial y momentáneo, por miedo al compromiso y las ataduras. Porque creía que el hecho de buscar lo contrario me convertía en un bicho raro e ignorante, inmaduro e iluso. Y te encuentro a ti, que quieres lo mismo que yo, que buscas lo mismo que yo. Y que encima lo encontramos en el momento más inesperado e inapropiado. Pero la vida es así de... impactante (he cambiado el adjetivo para que no te acuerdes de otras mujeres, aunque sean monjas XD). La vida está cargada de vivencias horribles, que pueden llenar tu existencia de tristeza, dolor y depresión... pero también tiene esos pocos momentos de felicidad que cuando se saben aprovechar son los más maravillosos del mundo y compensan las angustias y sufrimientos padecidos. Las dudas y miedos que siempre he sentido parecen ya casi olvidados en un rincón de la memoria. Olvidados, aunque no muertos. Aún es muy pronto para "matarlos", pero quiero hacerlo. Y confío en que un día no muy lejano seas tú quien me ayudes a hacerlo

viernes, 8 de abril de 2011

LOCURA

Siempre has amado la locura. Siempre has temido verte arrastrado por esa locura. Siempre has odiado amar la locura. Pero, ¿la locura? ¿Qué es exactamente la locura? ¿Podemos darle a la locura una única definición? ¿no es precisamente la locura la que hace que un día, de la noche a la mañana, se despierten en ti intereses nunca antes conocidos, o no conocidos desde hacía tiempo que hacen que te levantes cada mañana con una nueva ilusión en tu vida? ¿No es la locura la que te impulsa a hacer cosas por otra persona o por ti mismo y, una vez hechas, te sientes feliz de haberle dado esa satisfacción a esa persona y haberle regalado esa muestra de afecto y de cariño? ¿No es precisamente la locura la que te convierte en la persona más cuerda porque luchas hasta el final, hasta el último aliento, con uñas y dientes, por lo que realmente quieres y sin hacer ningún daño a una tercera persona? Piensa. Reflexiona. Medita. Antes de decir que odias la locura... o que amas la locura, ten bien claro a qué tipo de locura te estás refiriendo. Porque hay locuras que te destruyen, que te hunden, que te matan… pero hay otras con las que da gusto convivir. Porque es entonces cuando realmente disfrutas de tu existencia.

viernes, 18 de marzo de 2011

EL MISMO LUGAR DIFERENTE DE SIEMPRE


Llegar a un pueblo. A tu playa. Ese lugar que te ha visto crecer. Cómplice tuyo en tu primera vez que dejaste de jugar al escondite y el pilla-pilla en los bajos de tu urbanización y preferiste salir con tus amigos a un bar, a dar una vuelta, a tomar un helado, a beber. Donde aprendiste a nadar. Donde aprendiste a besar. Donde te dieron tus primeros puntos. Donde tuviste tu primera conversación seria y madura junto al inigualable “pico del aguilica”. Donde has vivido tantas y tantas cosas… que solo el hecho de sentarte en el paseo a contemplar el mar, sentir la suave brisa de una agradable mañana de marzo, oír las inconfundibles olas rompiendo en la orilla y ver la blanca espuma que forman, oler a mar y a playa… a TU mar y a TU playa… todas estas sensaciones te hacen evocar poco a poco todos esos recuerdos que creías olvidados pero que, en el fondo, siempre han estado ahí. Al igual que tu playa y tu “pico” siguen donde siempre, ajenos a los cambios que se producen y se están produciendo a su alrededor.

lunes, 14 de marzo de 2011

¿?

A veces, la vida te obliga a tomar decisiones. Decisiones que llevabas mucho tiempo deseando ser capaz de llevarlas a cabo, pero tu poca fuerza de voluntad te lo impedía, tu falta de autoestima y, sobre todo, esa constante esperanza irracional a que las cosas aún pudieran ser diferentes. Y aún piensas, en un rincón oculto de tu corazón, que nada es irremediable y que las cosas aún pueden cambiar. Porque, en el fondo, es lo que quieres. Simplemente te pones en lo peor porque crees que es mejor pensar siempre en la peor opción antes de creer que todo es un malentendido, que todo está todavía en el aire y que el paso del tiempo solucionará la situación. Pero llega un momento en tu vida que te cansas de esperar, esperar, esperar ¿a qué exactamente? ¿merece la pena? ¿no es una pérdida de tiempo inútil que lo único que va a hacer es darte falsas ilusiones y alargar la agonía? ¿por qué repetir las mismas situaciones que sabes que nunca salen bien… que nunca te han salido bien? ¿qué es lo que hace este momento diferente a los demás para que piensas que esta vez las cosas malas no van a volver a ocurrir? Deja de pensar. Deja de torturarte con el futuro, con el paso del tiempo. Porque ninguno tenemos el don de predecir el mañana. Mejor, piensa en el presente, piensa en ti y en tu bienestar. Mañana será otro día y, por lo tanto, mañana te sentirás de forma totalmente distinta.

jueves, 10 de marzo de 2011

TODO EN UN INSTANTE




Una ciudad. Una noche. Escena en blanco y negro. Porque el blanco y negro siempre da más sobriedad y mucha más belleza a la imagen. La oscuridad contrasta claramente con las luces y las personas que se encuentran en ella. Un hombre que camina, se detiene ante un escaparate. La ha visto. La chica, detiene su copa en el aire al verlo a él. Y el tiempo se ralentiza. Cada vez, la cámara lenta se vuelve más lenta. Así podemos verlos tanto a él como a ella. Sus gestos, sus expresiones de la cara. El pie de él, que cambia su rumbo para ir al encuentro de ella. La chica que se levanta y se olvida del mundo de tal manera que la copa se cae al mantel, se rompe contra él y su contenido se desparrama por toda la mesa. A su vez, al chico se le cae el maletín. ¿Pero qué importa? Todo les da igual. Nada existe a su alrededor. Nosotros podemos ver el cristal del escaparate, que se rompe encima de la chica cuando ella lo atraviesa para juntarse con él, podemos ver el coche que atropella al chico… pero son solamente ilusiones ópticas nuestras. Porque el mundo conocido no existe en esta realidad alternativa. El único mundo realmente existente son ellos, suspendidos en el tiempo y en el espacio en un lugar donde la gravedad no existe. Solamente están ellos, su conexión, su contacto, sus deseos y necesidades irrefrenables de unirse, de tocarse, de besarse.


Porque hay acontecimientos en la vida que solo necesitan de un instante, de un segundo, para ocurrir… acontecimientos trascendentales que cambian tu vida en una milésima de segundo sin motivo aparente y sin poder medirlo con las unidades de medida tradicionales conocidas en este mundo. Por ello, necesitamos de una hiperrealidad como la construida por estos dos desconocidos para entender y comprender estos cambios que se producen sin que seamos conscientes de ello.

lunes, 21 de febrero de 2011

INSTANTES DE FELICIDAD

Puede que me falten las montañas, el riachuelo, Copito de Nieve y el resto de cabras y ovejas, Niebla, el abuelo huraño y antisocial de una pequeña aldea perdida… pero me siento como Heidi. Soy como Heidi. Porque yo también tengo coloretes que me aparecen en la cara a la mínima oportunidad. Porque yo también estoy con la sonrisa imborrable en la cara y sin ningún motivo aparente. Porque yo también tengo las necesidades indestructibles de pasarme el día saltando, bailando y brincando como si no existiese el mal en el mundo y como si todo fuese felicidad y alegría. Porque yo también tengo la habilidad de jugar con un columpio que nace del mismísimo cielo. Porque yo también puedo tumbarme encima de una nube y ver desde allí el mundo que me rodea como si fuese un lugar utópico… Porque yo tampoco sé “¿Por qué soy tan feliz?”



martes, 15 de febrero de 2011

SOLAMENTE A VECES

Recuerdo esas veces en las que me mirabas cuando estaba triste. Y tú eras incapaz de preguntarme qué me pasaba. Preferías distraerme, fingir que no te dabas cuenta de que algo malo me pasaba. Porque, en el fondo, sabías perfectamente lo que era. Pero siempre es más cómodo hacerse el tonto, ¿no? Al principio, me preguntabas cualquier tontería para que dejara de pensar en el tema. Otras veces, incluso, preferías decirme algo gracioso para hacerme reír. Y al final siempre lo conseguías. La risa a veces hacía que se olvidase todo lo malo, como si nunca hubiese pasado. Y solo quedara lo bueno. Como si los malos recuerdos solo fuesen pesadillas y nunca hubiesen sido sucesos reales. Pero sí que lo eran. Sí que lo son. Y tú lo sabes mejor que nadie. Porque tus miradas lo dicen todo. Tus gestos. Tus reacciones involuntarias. Tu nerviosismo constante. Lo malo es que esas cosas solo las puedo saber cuando nos vemos, y eso no es algo que suceda muy a menudo. Aunque peor aún es que me digas algo y luego no seas coherente con lo que dices. Y luego yo soy la única que se siente mal. Porque sé que lo dices en esa situación porque se te ha escapado. Y no eres capaz de decírmelo siempre, en cualquier situación, porque tú quieras decírmelo porque lo sientes de verdad. O, mejor aún, demostrarlo. Porque las palabras se las lleva el viento. Lo que importan son los hechos. Y el verdadero hecho es que la tonta siempre termino siendo yo, que la que cede siempre es la misma persona… y que no merece la pena.

domingo, 9 de enero de 2011

BAILANDO ENTRE TECLAS

Escribo… sí, estoy escribiendo. Porque llevo mucho tiempo esperando escribir. Dejo que mis dedos recorran rápidamente el teclado, y los veo cómo se deslizan suavemente por él, mientras pienso en… ni siquiera sé en lo que pienso. Sólo dejo a mis dedos acariciar mi ordenador y yo observo la escena, como mera espectadora de una función musical. Oigo los sonidos de las teclas mientras lo hago. Escucho detenidamente como nunca antes lo había hecho. Es curioso ver cómo algo que haces todos los días a todas horas de forma automática ahora se descubre ante mí como si fuera la primera vez que lo hago. La oscuridad me impide ver con normalidad el suave bailoteo de mis dedos… pero no paro. Sigo escribiendo de forma veloz como si me fuese la vida en ello. Como el borracho que ve una botella llena frente a él y se abalanza sobre ella saboreando la auténtica felicidad. O el fumador que abre su paquete de cigarrillos y se enciende el primero, sabiendo que aún tiene toda la caja para hacer con ella lo que le dé la gana. Escribo y sigo y sigo y sigo y sigo. Y todo lo que escribo no tiene ningún sentido. Puede que guarde este texto en el escritorio del ordenador y que dentro de un par de días lo relea y me ría de mí misma o, directamente, me extrañe ante la idea de que una tontería así haya salido de mis manos. Pero es lo que tiene dejar que los dedos sigan su camino por el teclado, como un baile en el que la mujer se deja arrastrar por los movimientos y pasos del hombre. Solamente dejándote llevar por un mundo que, aunque es conocido de sobra, también es totalmente nuevo para ti. Suena el teléfono… una vez… dos… pero los dedos siguen pegados al ordenador, atraídos por ese nuevo vínculo inverosímil que se ha creado entre ellos.

miércoles, 5 de enero de 2011

NOCHE ILUMINADA

Las calles estaban desiertas. Sólo se veían las diferentes luces de colores que decoraban cada rincón con su fuerza indescriptible. Toda esa energía que él tanto añoraba. Hacía tanto tiempo que no podía pasear tranquilamente por su ciudad, teniéndola para él solo… que poder hacerlo en una noche tan especial como ésa le anegaba los ojos en lágrimas.

Pero pronto su soledad se vio interrumpida, molestada por una nueva presencia que durante un milisegundo le molestó. Hasta que llegó ella. La chica pasó junto a él como una exhalación, pero su contacto fue tan próximo que él se impregnó de su fragancia color de fresa. Sí, color. Porque mientras se alejaba, una aureola color rosa la envolvía y la hacía destacar entre todas esas luces de vivos colores que los acompañaban.

Aún no recuerda el motivo y puede que en cualquier otra circunstancia no lo hubiese hecho nunca… pero la llamó. Ella se detuvo, sin girarse, como esperando que él fuese a su encuentro. El chico no dudó en hacerlo y aceleró el paso hasta encontrarse a dos centímetros de distancia de ella; después, se quedó quieto. No sabía lo que hacer ¿Qué paso tocaba ahora? ¿Tocaba alguno? ¿No era mejor irse por donde había venido y olvidar esa…? Aunque estuvieron inmóviles los dos solamente unos cinco segundos, a ellos les pareció una eternidad. Y ella, por fin, giro sobre sí misma y se lanzó a sus brazos, abrazándolo con fuerza y rompiendo a llorar. Él notaba cómo su hombro se iba humedeciendo cada vez más y la sensación le secó la garganta, impidiéndole tragar saliva con normalidad. Nunca se hubiese imaginado una reacción como ésa. Con el pulgar y el índice de su mano derecha, le cogió dulcemente la llorosa carita por la barbilla. Con la otra mano sacó su pañuelo y pacientemente le fue limpiando las lágrimas. Ella le mostró una sonrisa, mezcla de agradecimiento, mezcla de tristeza y mezcla de pena por ese hermoso gesto de cariño que no creía merecer… ¡y mucho menos por parte de él! Y por fin se atrevió a mirarlo a los ojos, puede que también un poco intimada por él, quien aún tenía la mano en su barbilla y le obligó a alzar la cabeza. No necesitaban palabras. Todo lo que se tenían que decir se lo dijeron con esa mirada. Y atraídos por ese mágico momento, se besaron.

Y decidieron compartir sus soledades, caminando por las calles que ya no parecían desiertas. Se tenían el uno al otro. No necesitaban más compañía.

domingo, 2 de enero de 2011

EL MATE: "SENTITE" ARGENTINO

Un año nuevo comienza. Ya hemos dejado atrás el 2010, un año que, después de mi Erasmus, me dio una de las mejores etapas de mi vida: mi hermoso viaje a y por Argentina. Por eso, mi primera entrada del 2011 va dedicada a uno de los descubrimientos que más me impactaron (y aún lo sigue haciendo) de este fabuloso país latinoamericano.

El mate: “sentite” Argentino


¿Viste? En todos los países siempre hay algo tópico típico que caracteriza a cada uno de ellos: los toros, las sevillanas y la paella, para España; las salchichas y la cerveza alemanas; la pasta italiana… y ¿Argentina? Porque los tangos son de Buenos Aires… y los gauchos son campesinos de determinadas regiones tanto de Argentina como de Uruguay, Brasil y Chile. Entonces, ¿cuál es el elemento común que une a todo este maravilloso y “relindo” país? El mate. Una infusión parecida al té pero mucho más fuerte y amarga. Bebida que, a pesar de sus propiedades estimulantes como en el caso del té y del café, es apta “para los gordos, para los flacos, para los altos, para los bajos, para los que ríen, para los optimistas, para los pesimistas, para los que juegan, (…), PARA NOSOTROS… PARA TODOS”. (Mira por donde, incluso he citado uno de los anuncios clásicos más importantes de los últimos años que, como la mayoría de ellos, está hecho en Argentina). Por muchos lugares a los que vayas, NUNCA podrás encontrar a un argentino que no le guste el mate, que no lo beba a diario. Porque el mate no es una forma de vivir: es una forma de ser y de sentir. Es una forma de vida. Tomar mate es para ellos como una especie de ceremonia, que hacen con familia y con amigos. El recipiente va pasando de mano en mano, uno por uno, para que todos compartan. En los establecimientos te venden agua caliente para que puedas rellenar tu termo y hacerte un mate en cualquier momento del día a cualquier hora del día. Nunca sabes cuándo vas a tener la necesidad de tomarlo. Porque para las cuestiones más importantes de tu vida, para tomar una decisión o hacer una reflexión… la mejor solución es echar unas hojas de yerba mate en tu recipiente de calabaza con agua hirviendo y succionar el contenido a través de la bombilla. Esto es algo primordial: ningún argentino recordará con exactitud cuándo fue ese día en el que necesito hacerse un mate y encerrarse con él para tomarlo en soledad… pero lo que está claro es que ocurrió porque ése era uno de los momentos más trascendentales de su vida… la llegada a su madurez.