"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

lunes, 31 de agosto de 2015

EL SEXTO SENTIDO

Confía en tu instinto. Esa sensación de qué tienes que hacer y cuándo. Algo en tu interior te incita a esperar porque el destino te tiene preparada una sorpresa. Acéptala.

No te dejes llevar por la impaciencia, por el miedo. Por esos traumas que solo intentan auto-destruirte. Todo en la vida va marcado por sus propios tiempos y tienes que aprender a controlarlos. Las primeras sensaciones suelen ser las acertadas.

E incluso en el caso de que las cosas no evolucionen positivamente, no quiere decir que estuvieras equivocado. Todo tiene su motivo, aunque no siempre puedas verlo en su momento.

Las personas que se han ido ya de tu vida entraron para darte una lección, para enseñarte cuáles son esas cosas con las que tienes que quedarte y con cuáles no. Quédate con eso. Lo demás, no importa.


Y darte cuenta de todo esto te ayudará a avanzar y a valorar lo que tienes enfrente.

lunes, 24 de agosto de 2015

PESADILLAS


Anoche no pude dormir bien. Muchos sueños horribles se mezclaron en una misma noche... y todos estaban relacionados contigo. Soñé que ya no me querías, que mi sola presencia te resultaba insoportable. Que aparecías ante mí con otra, como para hacerme entender que yo no estaba ni siquiera a la altura de ella. Al principio decías que solo era tu amiga, pero ella no te trataba así; y tú te dejabas. Yo intentaba hablar contigo, hacerte ver que eso no era una amistad corriente. Como para responderme, ella se atrevió a abrazarte. Y tú no la apartaste. Pero lo que más me dolía era tu pasotismo; ni siquiera te dignabas a mirarme. Tú, precisamente tú, que desde que me conoces te gusta observarme detenidamente de una forma cercana a la adoración.

Aún sin darme cuenta de que eso no estaba sucediendo, de que en realidad yo estaba dando vueltas y vueltas en la cama, a unos pocos kilómetros de distancia de ti, di un salto en el tiempo y en el espacio. Estaba en nuestro banco, donde solemos quedar, y tú aparecías. Yo, nerviosa, me levantaba rápido e intentaba acortar los pasos que aún nos separaban. Te sonreía, claramente nerviosa por la excitación de volver a verte... pero tú pasabas de largo. En esta ocasión me mirabas de reojo al pasar por mi lado, pero con cierta expresión de desconcierto. No me conocías. No te acordabas de mí.

Incluso era peor. Yo seguía obsesionada con mi pasado, con un hombre que nunca ha merecido ni siquiera mi pensamiento. Alguien que nunca me mereció. Que no te llega ni a la suela de zapato porque no sabe lo que es en realidad el amor. Que no supo tratarme ni una ínfima parte de como tú lo haces.

Y entonces me dí cuenta de lo más terrible. Vivíamos en un mundo en el que tú y yo éramos dos personas que nunca se habían conocido. Darme cuenta de eso me hizo un nudo en el estómago. Sentí arcadas y ganas de llorar, pero las lágrimas estaban atascadas...


Hasta que por fin me he despertado. 

lunes, 17 de agosto de 2015

TE NECESITO AQUÍ CONMIGO


Te he olido. Ha sido llegar a Madrid y te sentí. Imposible, sé que no estás aquí. Y mucho menos en el mismo tren en el que yo he vuelto de mis vacaciones. Puede que haya olido tu mismo perfume en otro hombre con el que me he cruzado; o incluso a lo mejor la necesidad de verte me ha jugado una mala pasada. Puede que ese sea el verdadero significado de extrañar a alguien amado.

Cierro los ojos y te veo, con tu sonrisa irresistible, mirándome profundamente a los ojos, sin pestañear, porque sabes que eso me excita demasiado. Me acuesto de lado en la cama y puedo notarte detrás de mí, acariciándome suavemente el brazo, abrazándome con fuerza, besándome en la mejilla suavemente hasta que me giro para corresponderte al beso, más intensamente, más apasionadamente. Oigo tu risa mientras camino por la calle… por nuestras calles.

Ahora mismo también puedo escucharte. Tu voz es embriagadora, un bálsamo consolador del que nunca quiero separarme. Apoyo mi cabeza en tu pecho y oigo como retumba tu voz, el sonido de tus latidos golpean suavemente en mi oído. El tacto de tu piel me reconforta, me tranquiliza; adoro cómo me acaricias la cabeza, con una lentitud tan dolorosamente placentera que consigues que me erice. ¡Ojala pudiera tenerte así eternamente, conmigo!


Sigo caminando y llego a nuestro sitio, donde solemos quedar. Nos veo sentados en nuestro banco, ese que ahora mismo esta vacío, esperando tu regreso… como yo.

lunes, 10 de agosto de 2015

EL ETERNO CAMBIO

 ¡Qué triste es hacerse mayor!, ir a esos lugares a los que ibas cuando eras niño y ver que ya nada es como antes. La papelería de tu barrio, donde comprabas rotuladores y cuadernos para el colegio, se ha convertido en una simple zapatería; ya no está esas pintadas que hiciste un día con tus amigos en las que te metías con un compañero de clase; la heladería donde os parabais a tomar algo ahora es una tienda de perfumes; incluso ese negocio que parecía inmortal, en el que veías en el escaparate las mismas camisas para hombres, año tras año, también ha cerrado para darle paso a una nueva joyería.

Es triste el paso del tiempo, sobre todo, cuando nos empeñamos en aferrarnos al pasado. Ya no eres un niño y no tienes el tiempo libre de antaño, cuando aprovechabas el verano para desaparecer de casa y que tu familia solo te viera para comer, dormir o cuando tenías que cambiarte de ropa… incluso a veces, ni para entonces.

Ahora tus obligaciones no suelen coincidir con las de tus amigos. Por eso, cuando estás de vacaciones es difícil poder quedar con ellos… y viceversa. El móvil te arde con propuestas cuando estás en tu horario de trabajo y tú te desesperas, pesando en esos veranos de más de tres meses, durante los cuales conseguías un moreno dorado envidiable. Ahora, te tienes que adaptar el amarillo nuclear de estar bajo la influencia de los focos de la oficina.


¿Dónde quedaron esas salidas a tus bares favoritos? ¿Esas jornadas interminables en el chiringuito de la playa? ¿Las conversaciones profundas en tu mirador preferido, desde el que se ve toda la bahía? ¿Las risas sin descanso y las aventuras alocadas? ¿Los juegos y las comidas y cenas a la orilla del mar? No se sabe pero lo que sí está claro es que ya están en el almacén de tus buenos recuerdos.

lunes, 27 de julio de 2015

¿ERES FELIZ?


La felicidad no es colgar una foto en Facebook a diario; no es decir lo contenta que estás cuando sabes que has vivido un día agridulce que, como es lógico, no aparece plasmado en una instantánea; no es tener que demostrarle al mundo que todo te va mejor que a ellos, incluso aunque sea verdad.  Tampoco es olvidarte de tu vida pasada, de tu gente que siempre ha estado ahí; no recordar ni siquiera quién eres tú misma; dejar que otro te cambie, te manipule, te controle.

La felicidad es disfrutar de lo que sientes con y por esa persona que hace que te eleves por los aires, que te trata con cariño, pasión, dulzura, locura y  ternura... todo al mismo tiempo. Estar feliz es querer que nadie lo sepa, para que ninguna persona que no seas tú o él pueda experimentar algo así (no vaya a ser algo que se gaste si lo usa demasiada gente). Felicidad es estar todo el día con la sonrisa boba en el rostro, acostarte y levantarte pensando siempre en él, recordando mil cosas buenas que os han pasado e imaginándote otras mil que aún no habéis vivido. Ser feliz con él es haceros una foto juntos, pero simplemente para tenerla tú, muy cerca de ti, a mano, y poder recurrir a ella cuando él no pueda estar contigo y tú necesites tenerlo a tu lado. La felicidad es sacarle una sonrisa, no digamos ya una carcajada sonora, intensa, que puede retumbar dulcemente en tus oídos durante minutos. La felicidad es miraros a los ojos en silencio, diciéndoselo todo solo con la mirada, utilizando ese lenguaje vuestro, privado, que nadie más conoce. Ser feliz duele porque es fácil acostumbrarse a lo bueno y, ahora, sí que tienes algo que perder; porque "el que no arriesga, no gana"... es verdad, pero en esta ocasión no te puedes permitir perder. Sabes que algo en tu interior te lo recomienda. 

lunes, 20 de julio de 2015

GRACIAS, PASADO


Porque si no llega a ser por ti, ahora mismo no sabría lo que realmente quiero en mi vida.

Porque me has enseñado que lo mejor siempre está por llegar y que, cuando lo hace, es tan hermoso que hace que la espera haya valido la pena

Porque haces que el presente siempre te dé mil vueltas

Porque se han cruzado en mi vida personas que, contigo, nunca hubiera conocido

Porque me di cuenta a tiempo de que me mentiste al decirme que me presentabas a gente que merecía la pena

Porque ahora ya no soy esa niña gris e insegura que tú me hiciste ser

Porque ya no tengo miedo a que me pasen cosas buenas

Porque el presente me ha enseñado que no es malo ser yo misma y dejarme llevar



Porque estoy dispuesta a amar y dejar que me amen como nunca antes contigo fui capaz de hacer

lunes, 13 de julio de 2015

MIRANDO A TRAVÉS DE SUS OJOS


El chico llegó y se sentó. Últimamente estaba más nervioso que de costumbre. Miró el reloj en repetidas ocasiones, como si se tratase de un tic. El segundero avanzaba muy lentamente. Se había vuelto a adelantar.

El calor era sofocante. Decidió fijarse en la gente de alrededor para tranquilizarse y hacer tiempo. Un grupo de chicos, a cierta distancia, reía sin parar. Tenían cervezas y algunas bolsas de patatas. Uno, seguramente el gracioso de la pandilla, era el que llevaba la voz cantante y no paraba de hablar. Los demás soltaban carcajadas, como compitiendo por ver quién reía más fuerte.

Más adelante había otro chico como él, solo, esperando. Aunque al otro se le veía muy tranquilo enfrascado con el móvil. Lo más seguro es que estuviera con algún juego o en medio de alguna conversación.

En el otro extremo estaban un chico y una chica. Se fijo en ellos porque los dos parecían no conocerse. Aún no se habían dirigido la palabra desde que los había visto. Se habían tumbado en el césped y los dos estaban con los ojos cerrados, sumidos en sus pensamientos. La chica parecía aburrirse y se puso a inspeccionar el móvil, aunque pronto lo dejó porque tampoco le llamaba la atención lo que veía en él.

Otra pareja se puso cerca de ellos y empezaron a besarse. El chico se puso de nuevo nervioso y volvió a mirar el reloj. Por fin era la hora a la que habían quedado. Miró a su alrededor porque no sabía por dónde llegaría la persona… hasta que la vio al fondo, acercándose a él, como envuelta en un halo. Sonrió y fue a su encuentro. 

lunes, 6 de julio de 2015

POR FIN SOY YO


Te cuesta creerlo, pero al fin te ha tocado. Siempre observaste a esa gente que parece feliz, que ríe a carcajadas, con ese gesto embobado tatuado en la cara, abrazándose y besándose como si eso fuera más importante incluso que respirar. Puede que, en realidad, como si fuese el oxígeno que los mantiene vivos.

Tú mirabas con incredulidad al principio, como si estuvieses asistiendo a un espectáculo digno de una comedia. “¡No puede ser!”. Luego, tu actitud era de ligera molestia. ¡La envidia, que es el deporte nacional! Intentabas pensar si tú alguna vez habías estado así. Consigues que alguna imagen te venga a la cabeza pero, tras mucho analizarlo y volviendo a mirar a esas parejas, descartas la idea. “No, mis vivencias pasadas no tienen nada que ver con esto”, piensas.

Y llegas a casa y lo ves en series, en películas y en programas; sales y te tienes que tragar de nuevo la escena en un cine, en un teatro… ¡Hasta hay dos en la vida real que están sentados delante de ti y están intentando poner en práctica lo que habéis estado viendo!

Y al final llegas cabreada, sin ganas de salir ni de mirar a la gente. Porque lo has visto tantas veces repetido que hasta te lo sabes de memoria. “¿No podría ser yo?. No, ¡qué va!”. Ya lo has intentado y no has conocido nunca a nadie con el que puedas vivir algo así.

Intentas desterrar la fantasía de tu cabeza y centrarte en tu trabajo, en tus estudios, tus amistas y tu tiempo libre… Y, entre una cosa y otra y cuando menos lo esperas, un día tienes la revelación. “Esto me suena”, te dices a ti misma. “Esto lo he visto yo en algún otro sitio”. Hasta que caes en la cuenta: es lo que llevas viendo toda tu vida en los demás y nunca habías experimentado en tu propia piel.


Y ahora, por fin, cambian los papeles y has dejado de ser espectadora para pasar a protagonizar tu propia película. Eres feliz, muy feliz. Siempre imaginaste que te encantaría vivirlo, pero no creías que la satisfacción fuera a ser tan intensa. Es algo nuevo que no sabías que existía. Y por fin sabes lo que significa eso de que la realidad supera siempre a la ficción.

lunes, 29 de junio de 2015

VIVE


La vida es maravillosa si aprendes a vivirla: deléitate contemplando la risa de un ser querido, observa un bonito paisaje lleno de miles de colores, disfruta haciendo las cosas que te hacen feliz para poder tener miles de recuerdos que te hagan sonreír. No es tan difícil dejarse llevar y disfrutar de esa buena gente que te hace la vida más fácil y te la llena de luz… porque cada buena persona vale más que 10 personas tóxicas con las que te cruzarás en tu camino.

A veces, parece que la felicidad es efímera y transitoria, pero simplemente es que estamos más acostumbrados a dejarnos llevar por las malas vivencias, las preocupaciones, los agobios… en lugar de recrearnos en lo bueno que nos pasa. Porque nos sentimos con derecho a pedir constantemente que las cosas nos vayan bien en lugar de agradecer aquello que nos ocurre y nos hace feliz; porque incluso cuando estamos bien siempre encontramos un ‘pero’ que nos impide reconocer la gran etapa que estamos atravesando. Como si el decirlo en voz alta fuera a hacer que se nos gafara y nuestra suerte se truncara.


Así que déjate de tonterías y ¡Carpe Diem!, ¡disfruta el momento!, ¡vive! Si no lo haces, llegará un día en el que te arrepientas de no haberlo hecho.  

lunes, 22 de junio de 2015

LA PRIMERA CITA


Ella sonrió. Allí estaba él sentado en el césped, esperándola. Él fingía no verla aproximarse mientras comprobaba nervioso el móvil, se palpaba el bolsillo del pantalón y miraba hacia el lado contrario como si estuviese observando algo que estaba pasando en el lado contrario. Ella se sentó a su lado, sin tocarlo, pero lo suficientemente cerca como para sentir su proximidad. Apenas se rozaban pero pudieron notar cómo se les erizaba la piel.

Se miraron nerviosos, sin saber muy bien qué decir, sintiéndose torpes por tener que medir las primeras palabras que se dirían. La noche que se conocieron parecía todo mucho más fácil. Pero ahí estaban en ese momento, los dos a solas, en un encuentro programado, porque se gustaban lo suficiente como para intentar conocerse un poco mejor.

El tiempo parecía acompañarles. El atardecer les ofrecía esa variedad de colores que incluso parecían hacer juego con la ropa que los dos llevaban. Se dejaron acariciar por el sol, cerraron los ojos para sentir mejor la suave brisa y respiraron profundamente. El momento era tan mágico que daba miedo moverse, por si lo estropeaban. Hasta que él se atrevió y le echó el brazo por encima, suavemente, a cámara lenta, temiendo ser rechazado. Ella se achuchó algo más contra él, para acortar aún más la distancia entre los dos. Él lo tomó como una invitación; le acarició la cara y luego la beso, lenta y tiernamente al principio, de forma más pasional después. Sintieron que llevaban toda su vida esperando ese momento.

El beso fue largo y prolongado, sin descanso, porque no querían separarse. Estuvieron tanto tiempo así que consiguieron aprenderse de memoria el sabor del otro, cuál era el espasmo involuntario que haría, cuándo conseguían que gimiera, cómo era su boca, su nariz, cuántas pecas tenían, cómo era el lunar… Hasta que la oscuridad los cegó y sin saber cómo las horas habían transcurrido como si hubiesen sido segundos.


lunes, 15 de junio de 2015

CUANDO TIENES ALGO QUE PERDER


¡Qué miedo da la felicidad! Mucho, mucho miedo. Te acercas a ella de puntillas, como si estuviera dormida y no quisieses molestarla, no vaya a ser que tenga un mal despertar.

La miras y la ves tan hermosa… “¿Dónde has estado toda mi vida? ¿Por qué estabas tan escondida?”, te gustaría preguntarle. Pero no te atreves a hablarle, no vaya a ser que la respuesta no te guste.

Porque tú siempre la has deseado pero, ahora que la tienes cerca, no sabes lo que pensará de ti. ¿Y si es un amor no correspondido? ¿Y si incluso me aborreciera? ¿Y si yo fuera otra de sus conquistas pasajeras? La simple idea te hace un nudo en el estómago y te da un gran vuelco el corazón. Respiras hondo, buscando oxígeno, y notas lo mucho que te cuesta encontrarlo de nuevo.


Porque la felicidad es más difícil alcanzarla cuando ya la conoces. Antes solo la veías como una utopía, algo con lo que soñabas para dar a tus días un sentido. Porque siempre hay que tener una meta en la vida, algo con lo que entretenerla, aunque solo sea en tu imaginación. Y así también le dabas algo de picante a tu existencia. Pero el amor duele, duele tanto… porque sabes que ahora sí que tienes algo que perder. Y esa es una de las peores sensaciones que te pueden pasar.

lunes, 8 de junio de 2015

SENTIR


Siento tu presencia, aunque no estés aquí. Tu olor me persigue por todos los rincones y me giro, muy de vez en cuando, para asegurarme de que no eres tú. Tu nombre se repite constantemente: en las series, películas, programas, en la calle… todo me recuerda a ti.

El sonido de tu risa hace que yo también sea feliz. El recuerdo de tu voz me acaricia cuando me siento sola, en mis momentos más íntimos, o simplemente cuando te necesito a mi lado. En cualquier situación que me ocurre en mi rutina diaria intento imaginar cómo actuarías tú, qué me dirías, cuál sería tu comentario jocoso o tu consejo inteligente.

Siento tus manos, alrededor de mi cuerpo. Tus brazos tan protectores en los que estoy tan segura y protegida. Me abrazan fuerte y yo también lo hago, esperando con ese gesto hacer que el momento se haga inmortal y que la sensación tan placentera nunca desaparezca.

Me encantan tus ojos porque cambian de color dependiendo de la luz que tengan a su alredor. Me gusta muchísimo verlos cómo son de traviesos, que no paran quietos intentando captar todo lo que ocurre.


También tengo gustos nuevos. Adoro los silencios cuando te tengo conmigo. Las palabras, a veces, están de más, y eso es algo que he aprendido contigo. Es hermoso disfrutar de una puesta de sol, de una noche estrellada, de una fuente iluminada, de una brisa ligera que te deja respirar, de un paseo a la orilla del río, mirando el resplandor del agua, observar el cambio de colores que la naturaleza te ofrece… pero, sobre todo, es hermoso porque lo hago estando contigo. Y sé, aunque no me lo digas, que tú también sientes lo mismo. 

lunes, 1 de junio de 2015

QUE NO ACABE


El concepto de momento es tan efímero que, si te paras a pensarlo, la ansiedad puede corroerte por dentro. Sobre todo, cuando eres feliz. La sensación es tan buena que duele, que da miedo, porque no quieres que acabe. Intentas aferrar el momento con todas tus fuerzas, quieres agarrarlo fuerte, muy fuerte, para alargarlo más, hasta el infinito. Y el simple hecho de pensar que el momento acabará hace que no lo disfrutes. Lo abrazas, lo estrujas, como si así pudieras conseguir que nunca te dejara, que se quedará contigo allí para siempre, como una foto, una escultura, un dibujo… o cualquier otro estilo envidiable que permite capturar ese instante hasta la eternidad.


Entrar en la definición de felicidad crearía un debate inagotable. Cada uno tiene su propio concepto: unos piensan que no existe, otros que solo a ratos, los de más allá no creen ni lo uno ni lo otro. Pero es muy sencillo. La felicidad está hecha de momentos, instantes, vivencias, buena compañía, amor, personas, dulzura, ternura, caricias, tranquilidad, desconexión, un bello paisaje, un buen libro, una buena película… pero, sobre todo, de disfrutarla, de exprimirla, de estrujarla y de aprovecharla al máximo siempre con la gratitud de pensar que esos momentos, aunque se vayan, siempre vuelven. 

lunes, 25 de mayo de 2015

MIEDO A DISFRUTAR


(Después de una semana de luto, vuelvo a mis entradas de los lunes en el blog… para empezar la semana con energía)

Últimamente la vida me sonríe. No lo quiero decir muy alto por si me escuchan y se me gafa, pero 2015 está siendo un buen año.

La radio me encanta y en COPE me siento como en una segunda casa. Todos somos un gran equipo, como una familia grande con los que tienes más afinidad o menos, con los que hablas más o menos, con los que intimas más o menos, con los que te ríes más o menos… pero son tu familia, al fin y al cabo.

Y ayer me lo volvieron a demostrar. Ser productora del Programa Especial Elecciones 2015 de Madrid no es tarea fácil. Fundamentalmente, en un año como este, donde el cambio está trastocando, para bien o para mal, nuestra nada apreciable política española. Fue un día de mucho estrés: subiendo y bajando, escribiendo a toda máquina, sacando cortes, recibiendo correos, haciendo llamadas… pero la recompensa del trabajo bien hecho y de vivir de primera mano una jornada tan importante bien valieron el esfuerzo.


Sobre todo, me quedo con la labor de los compañeros. Todas esas personas que vieron mi agobio y me ofrecían ayuda, me decían que cenara, se preocupaban, estaban atentos y me pedían que me calmara, que todo estaba saliendo bien. Y todo eso me ayudó a poder respirar hondo y pude volver a sonreír, a sentirme feliz, por todo lo que estoy viviendo y porque, si algo estoy aprendiendo en estos momentos es que no importa lo que dure la felicidad… lo primordial es saber lo que es, sentirla y disfrutarla al máximo, dure lo que dure, porque eso es algo que nadie te podrá quitar, aunque tenga fecha de caducidad.

lunes, 11 de mayo de 2015

¿QUÉ HAGO AQUÍ?


Un día te despiertas y sientes una gran laguna en tu cabeza. No sabes
lo que ha ocurrido e intentas hacer memoria. Pruebas con esa técnica
que tantas veces te han aconsejado de intentar escenificar detalle por
detalle todo eso que has vivido y que aún no se ha borrado de tu
cabeza.

“Yo estaba haciendo esto, en compañía de esta persona, en tal lugar.
El motivo fue por este y luego acabamos cambiando a otro sitio,
haciendo algo diferente… ¿pero el qué?” Y ahí vuelves a quedarte
atascado con tus recuerdos, que los sientes moverse como en una
nebulosa.

Te exprimes la cabeza, intentas recordar… más, algo más. Y sensaciones
extrañas se mezclan con ese recuerdo cronológico. Una imagen llega a
tu cabeza… pero ya no sabes cuándo pasó, por qué… ni siquiera podrías
poner la mano en el fuego y asegurar 100% si es un recuerdo real o si
simplemente lo soñaste. Es una imagen tan extraña que lo más probable
es que no haya ocurrido nunca.

Y se vuelven a mezclar otras escenas, otros recuerdos, otras personas,
otras situaciones, otros lugares. Y el desasosiego por no entender da
paso a una extraña alegría, una felicidad que pocas veces has sentido.
Y no sabrías exactamente decir qué es lo que motiva esa sensación.

Das vueltas y vueltas en la cama, consigues abrir los ojos y notas
otra vez ese sentimiento: ¿qué hago aquí? Esa no es tu habitación, no
es tu cama, no es tu hogar…

Y el miedo te provoca un nudo en la garganta. Una sombra, a no mucha
distancia de ti, se dibuja en el horizonte. Y entonces algo te dice
que es donde debes estar. Y vuelves a sentirte de nuevo en casa.