
Decido que nos subamos a la montaña rusa. La idea te asusta, porque siempre has intentado evitar las atracciones más ‘peligrosas’. Y lo habías conseguido hasta hoy. No has querido decirme que no porque ves el brillo de mis ojos ante el deseo de descargar la adrenalina en esa montaña. Y, por eso, optas por armarte de valor para concederme el gusto.
En solamente minuto y medio que dura el recorrido nuestras vidas dan un giro de 180 grados. Al igual que nuestros cuerpos subidos en el aparato. Tu valentía ya se ha agotado o, en realidad, puede que haya llegado a su punto álgido; por eso, sin pararte a pensar ni un solo segundo, me gritas: “no me gustaría morirme sin que sepas lo mucho que te quiero”.
En esos momentos, me siento mareada. Necesito bajar. Necesito “saber que el suelo sigue aquí bajo mis pies”. Pensar que no ha sido el mejor momento para ponerme a recordar la letra de una canción me hace gracia. Y tengo ganas de llorar. Y de reír. Y de gritar. Y de dar saltos de alegría. No estoy segura de haber oído lo que realmente has dicho, lo que tanto tiempo he soñado que me dijeras y lo que tanto tiempo llevo sintiendo por ti y nunca me había atrevido a confesarte.
Bajamos de la montaña rusa e intento descubrir en tu cara que lo que me has gritado ha ocurrido de verdad. Observo que estás cabizbajo, sin atreverte a mirarme a los ojos, evitando a toda costa que nuestras miradas se crucen. Al final, sin poder soportar ni un segundo más la incertidumbre, tartamudeando un poco, consigo reunir las palabras para formar la pregunta: “¿es verdad lo que me has dicho en la atracción?”. Me miras y ves en la expresión de mi cara lo que quiero que contestes. La pregunta sólo tiene dos posibles respuestas y notas en mi mirada expectante cuál es la que quiero escuchar.
Satisfecho, relajado y contento sonríes y me besas. En esos momentos, deseo poder congelar el tiempo y quedarnos siempre así, unidos como imanes, sin pensar en nada más. Sin preocuparnos por el mundo que nos rodea. Solamente existiendo tu y yo en un mundo nuevo creado por nosotros dos.