
La gente que no lo ha vivido, tiene una visión demasiado superficial. Visión no del todo desacertada, pero muy injusta. Porque del Erasmus, lo más importante es la cantidad de gente que conoces (elementos claves para tu supervivencia), lo mucho que maduras (aprendes a conocerte a ti mismo y a tener mayor amplitud de miras), tener que preocuparte tu solito de sacarte tus propias castañas… y todas esas situaciones se dan en un ambiente y en unas circunstancias tan extraordinarias que son las que hacen del Erasmus algo único e irrepetible.
Por eso, la depresión post-erasmus te dura toda la vida: porque solamente se puede experimentar, como máximo, una vez. Pero, repito: por mucho que intente explicarlo… es imposible. Sólo quien lo vive o lo ha vivido podrá entenderme y compartir mis sentimientos.
Nunca imaginé que “Brotsuaf” (Wroclaw o, en español, Breslavia) me fuera a gustar tanto. Ha sido mi hogar. Uno en el que tenía que partir de cero. Los principios siempre son duros pero, en esta ocasión, tuve la suerte de conocer la primera noche a mi ángel de la guarda. Un ángel que Polonia me dio y que España me quitó.
Ha pasado un año… y Wroclaw y mis chicos Erasmus permanecerán siempre en mi mente y en mi corazón. Y deseo con todas mis fuerzas que todos nos volvamos a reunir pronto. Las fiestas de Juwenalia suelen ser fechas de reencuentro ineludibles para muchos de los Erasmus que han pasado por Wroclaw; así que… ¡¡¡HASTA MAYO!!!