Últimamente, como ha salido en varias ocasiones el tema de autobuses y transportes públicos (en blogs y conversaciones), no he podido evitar recordar la experiencia que viví a finales de septiembre, cuando me disponía a volver de Lorca a Murcia en el útimo tren del día.
Entré en uno de los vagones y me senté junto a un chico. Cogí mi MP3 y me disponía a pasar el trayecto de la manera más entretenida posible, esperando llegar a casa en aproximadamente una hora. Pero, como no es de extrañar, siempre ocurren contratiempos. Pasó un hombre diciendo: "el viaje se retrasa una hora, hasta que no llegue el otro tren no nos podemos ir".
El chico que estaba sentado a mi lado y yo nos miramos muy sorprendidos. Al principio creíamos que se trataba de alguna broma, veníamos de la feria y lo más seguro es que fuera algún borracho o algún graciosillo. Pero el tiempo pasaba y pasaba y seguíamos esperando.
Supongo que fue la impotencia de no saber por qué seguíamos allí (nadie pasaba a darnos explicaciones) o el saber que nos quedaba un buen rato parados en la estación de Lorca lo que hizo que empezáramos a hablar, largo y tendido, de los más diversos temas.
En las casi dos horas que estuvimos juntos dentro del tren, sin parar de charlar, nos dio tiempo a contárnoslo todo. Hablamos de amigos, estudios, películas, gustos musicales, aficiones... pero también, y lo más sorprendente de todo, hablamos de SENTIMIENTOS. Algo que hasta con amigos de toda la vida no he hablado nunca o lo he hecho muy poco, de manera superficial y casi anecdótica. Fue como una especie de conexión, una "química" que se produjo entre nosotros, ese feeling que hace que te sientas a gusto, cómodo y confiado con una persona hablando de temas profundos de una manera totalmente natural y, en muchos aspectos, teniendo iguales puntos de vista. Nunca me había pasado algo así con una persona a la que acabara de conocer.
La suerte es que sé que nos volveremos a encontrar, ya que tenemos amigos de la playa en común. Me encantará cuando ese día llegue y tengamos la oportunidad de crear una bonita amistad.
Por último, sólo quería agradecer a un gran amigo su paciencia al estar esperando a que saliera el tren la hora entera. Poca gente hace cosas así, pero tú siempre estás a mi lado demostrándome lo buen amigo que eres. No podré nunca pagártelo, aunque siempre estaré intentándolo.
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2 comentarios:
No sé si te hablé un día de una situación parecida que me ocurrió en el autobús camino de Cádiz. El trayecto era tan enormemente largo que al chico que iba sentado a mi lado le dió tiempo de contarme toda su vida. Era triste, dura.
Cuando nos despedimos me dijo que lo había hecho porque sabía que nunca más nos volveríamos a ver.
Un beso.
Claro que me lo habías contado. Tu amigo el gaditano XD
Si es que lo que no te pase a ti...
BESITOS
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