"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

sábado, 7 de febrero de 2009

BENJAMIN BUTTON

Todos tenemos miedo a la senectud, a vernos convertidos poco a poco en personas con arrugas, patas de gallo, piel flácida, personas sin ningún atractivo físico… por eso nació la cirugía estética. La ciencia le da la oportunidad de evitarlo a todo aquel que quiere, permite hacer que se siga siendo joven toda la vida, para poder ser perfectos, para no aceptar el paso del tiempo, para no querer comprender que el reloj hace que los segundos, minutos, horas… pasen y pasen sin que podamos detenerlo, aunque intentemos frenarlo.
Todos lo hemos pensado alguna vez: deberíamos nacer viejos y terminar muriendo siendo jóvenes. Pero… ¿y si sucediera de verdad?, ¿qué ocurriría si nos pasara como a Brad Pitt (o, mejor dicho, Benjamin Button)?. ¿Y si las agujas del reloj en lugar de girar de izquierda a derecha lo hicieran en sentido contrario?: nacer con artritis y lleno de arrugas, aprender a andar cuando deberías empezar a dejar de hacerlo, tener la apariencia de un abuelo adorable mientras que, en el fondo, tienes la inocencia de alguien que nunca ha tenido relaciones con nadie, aparentar ser un respetable hombre maduro cuando no sabes nada de la vida, parecer un adolescente cuando llevas toda una vida de experiencias y vivencias, tener demencia senil cuando físicamente tienes unos 10 años, morir de bebé mientras te acunan para dormirte… Si lo pensamos bien, es inconcebible.

Como dice uno de los trailers de la película: “la vida sólo puede entenderse yendo hacia atrás, pero debe vivirse hacia delante”. Sobre todo, cuando tú eres el único que tiene su reloj corriendo en sentido contrario, cuando andas por tu camino en sentido opuesto a todos los demás, haciendo con ello que sólo puedas encontrarte con quien de verdad quieres en un punto concreto de tu vida para luego tener que separaros de nuevo, sin volver la vista atrás.

Benjamin Button puede ser considerado por muchos alguien a quien envidiar, sobre todo cuando poco a poco y mientras pasan los minutos de la película, Brad Pitt se va volviendo más y más atractivo, guapo, joven… haciendo que las chicas que están en el cine no puedan evitar suspiros y exclamaciones de sorpresa y… llamémoslo “admiración”. Pero, al final de sus días, Benjamin tiene una "vejez" que nadie debería experimentar jamás.
De la misma forma que, como dicen en la película, es ley de vida que la gente a la que queremos muera para que con su muerte comprendamos lo importante que son para nosotros, es ley de vida envejecer, por mucho que nos cueste aceptarlo.

6 comentarios:

Joaquin dijo...

Pues vaya, la verdad es que pensando, sería una locura nacer viejo y morir joven; seríamos jóvenes por fuera, pero viejos y cansados por dentro.
No es lógico, por mucho que no nos guste envejecer (también tiene cosas buenas: ganamos experiencia).
La película parece interesante; a ver si puedo ir a verla.
Un saludo!

Anónimo dijo...

Es cierto que todos hemos pensado alguna vez que es una pena estar trabajando toda la vida y jubilarte cuando ya no te apatece viajar y hacer cosas que te gustaría hacer ahora y por motivos de trabajo o incluso económicos no se pueden hacer. Pero como dice la película, es ley de vida ir envejeciendo por segundos.
También hemos dicho en ocasiones ¡Qué pena no empezar a vivir ahora, pero sabiendo lo que sé!. Volver a empezar, pero con la experiencia vivida, con los conocimientos adquiridos.
Sí, tenemos miedo de ir envejeciendo y sobre todo a los achaques que el cumplir años lleva consigo. Ahora bien, nacer viejo e ir rejuveneciendo ... yo creo que eso es tener demasiado culto a la belleza.
No estoy de acuerdo con la película en lo referente a que es ley de vida que la gente a la que queremos muera para que con su muerte comprendamos lo importante que son para nosotros. Cuando mueren nos duele separarnos de ellos, pues en esta vida ya no los vamos a ver, pero "saber que son importantes aquellas personas a las que queremos", afortunadamente lo sabemos sin que sea necesario que les ocurra nada.
Nuevamente enhorabuena por tu entrada. Como siempre perfecta. Da gusto leerte. Así que escribe con más frecuencia.
Besos.

Mar dijo...

Sólo la frase inicial de esta película estremece: "Nací en unas circunstancias inusuales"...

Una trama realmente fascinante y paradigmática. Un gran reparto, con un gran trabajo por detrás, cuyo premio, de momento, son 13 nominaciones a los Oscars.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

La peli tiene buena pinta... a ver si consigo enganchar a alguien para que se venga a verla conmigo al cine, que esa no creo que sea para el cinetube. Te cojo esta reflexión para el monzogo! Un saludo!!! :)

Mar dijo...

¡Hey, rubia!, que no te veo el pelo.

¿Vas este finde a Águilas?.
Dame un toque si vas.

Un abrazo.

Javier dijo...

No sé en que libro fue ni qué autor. (Buena memoria, eh?).
Leí una frase que me llamó bastante la atención.
Decía algo así:

“Nuestra vida tendría que ser un boceto, para poder vivir una segunda, carente de los errores cometidos en la primera”.

Es cierto que cuando más o menos hemos aprendido o tenemos un concepto más claro de nuestra existencia, el tiempo se nos agota, nuestro físico está deteriorado y no tenemos oportunidad de realizarla como en realidad hubiéramos querido.

Pero no me imagino a un niño sin su inocente sonrisa, sin sus torpes y dulces primeras palabras. Tampoco puedo concebir a un adolescente sin sus “imprudentes” y “fantásticas” ganas de tragarse el mundo, sin su “incoherente” rebeldía, sin sus raras formas de vestir…
La otra etapa, la de la cuesta abajo, donde nos toca tropezar la segunda vez con la misma piedra, donde nos planteamos un cielo y un infierno con tal de alargar la cosa, sería muy aburrida, si esa piedra no estuviera allí, para tropezar una tercera vez.

Es nuestra condición de inteligentes la que nos hace errar y ese es nuestro destino. Nuestros defectos, ligados a nuestras virtudes.

Nuestros errores o nuestros aciertos, nos hacen eternamente distintos, divertidos y carismáticos hasta el final de nuestros días.

Saludos.