"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

sábado, 12 de septiembre de 2009

DE ESTACIÓN A ESTACIÓN... ¿REALIDAD O FICCIÓN?

Solamente un chico y una chica jugando a conocerse. Empezando una relación que no tiene un rumbo definido. Pero, ante todo, disfrutando del presente. Algo de lo más habitual y lógico entre dos jóvenes que no tienen nada que perder y que, sin embargo, tienen muchas cosas que descubrir. Y que pueden hacerlo juntos… si ambos lo desean.

El otoño. Días calurosos y noches frías. La etapa de la melancolía. Mientras paseamos, no puedo evitar suspirar profundamente. Él me mira de forma fugaz, pero no dice nada. Comienzo a sentir frío. La noche ha refrescado bastante y yo me resisto a dejar en el armario la ropa de verano. Por eso, mis brazos desnudos están congelados. Él, muy atento, se da cuenta y, de forma un poco dubitativa, decide abrazarme rodeándome los hombros para frotar mis brazos y conseguir así que entren en calor. Nuestro primer contacto algo más íntimo que los cordiales saludos y las estrictas conversaciones de dos conocidos. El gesto me pilla desprevenida y un ligero escalofrío me recorre el cuerpo. El chico deja de abrazarme y me sonríe. Yo le doy las gracias.

En invierno ya voy preparada. O al menos eso creo. El extraordinario frío de la ciudad me obliga a ir con uno de mis jerseys más gordos, mi abrigo, mi bufanda y mi gorro. Ya hemos cogido más confianza y, ahora, se ha convertido en una persona bastante irónica. Se ríe de mí y dice que parezco un muñeco de nieve. Yo le digo que eso no es posible, porque mi nariz no tiene forma de zanahoria. Él me la pellizca y se ríe al notar que parece un cubito de hielo. Decido vengarme y le meto las manos por el cuello de su cazadora. Me percato de que se ha quedado tan estupefacto que su cara se ha vuelto de un tono rojo tomate y él intenta desviar la atención gastándome otra de sus bromas.

El frío va desapareciendo y los árboles comienzan a florecer. La culpa es de la primavera. Por eso, se para en el parque para robar una de las rosas y regalármela. “Una flor para otra flor”, me dice. Enseguida, rectifica y dice que eso es lo que me diría para intentar conquistarme. Finjo enfadarme y le pego en la espalda. Él se ríe y me da un beso en la mejilla para que le perdone. No puedo evitar sonreírle. Al rato, nos sentamos en un banco. Él hace comentarios sobre las chicas que pasan y, por eso, decido hacer lo mismo con los chicos, pero noto que se pone ‘celoso’.

Por fin llega el verano. Las vacaciones. La playa. Me quedo tumbada sobre la toalla tomando el sol, a pesar de que él ha hecho todo lo posible para intentar convencerme de que me bañara. Al final, resignado, se mete en el agua y aprovecho para ponerme las gafas de sol y dormir algo de siesta. Al rato, me percato de que está de pie, observándome. Lo sé porque he sentido que el sol no me quema tanto el cuerpo y porque se ha oscurecido bastante mi visión a través de mis ojos cerrados. Sin apenas darme tiempo a reaccionar, noto que vuelo y que me elevan como si no pesase nada. El contacto con su cuerpo mojado me hace gritar y forcejeo intentando liberarme de sus brazos. Pero es demasiado fuerte y ya me ha metido en el agua. Nos caemos el uno encima del otro y no puedo dejar de reír a carcajadas. Me río hasta que empiezo a toser por el agua que he tragado. Él me confiesa que le encanta mi risa. Nos miramos fijamente, intensamente, profundamente. Estamos tan cerca que puedo sentir su aliento sobre mi cara.


Y después, todo terminó de la misma forma increíblemente rápida con la que comenzó. “En el amor, el dolor es proporcional a la belleza de la historia que has vivido”… Eso, al menos, es lo que dice el escritor italiano
Federico Moccia.

4 comentarios:

Noelplebeyo dijo...

Real como la vida misma aunque pueda ser una historia ficticia y muy bien contada

Besos

Laura dijo...

Muchas gracias por comentar. Besos para ti también

Anónimo dijo...

joder... esa frase última me ha calado jondo. Todo es efímero, sólo hay que saber disfrutarlo mientras dure. El problema es temer hacer la historia mas bella, para (proporcionalmente) sufrir menos. Eso de verdad es triste... pero lo peor es cuando uno se da cuenta tarde.
Un saludo!

Laura dijo...

Alex, no sabes hasta qué punto estoy de acuerdo en lo que dices.

Muchas gracias por comentar.

Un beso