Porque a veces los miedos son como pequeñas premoniciones. Sé que me ocurrirá algo malo si hago… y, por eso, no quiero hacerlo. Es una sensación que no te abandona.
Me saqué el carnet de conducir el 11 de febrero de 2008. Todos sabemos que existen dos tipos de profesores de auto-escuela: el amigo enrollado y el hijo de mala madre, cab… gil… mam… y a mí me tocó lo segundo. Cuando aprobé, a la segunda, me dijo que fue por pena y porque él le insistió al examinador. ¡Qué falso y malo! ¡Si el primer examen lo suspendí porque me estaba saltando un semáforo que acababa de ponerse en rojo y el examinador no se había dado ni cuenta pero mi profesor, con muy mala leche, frenó de golpe para que me suspendieran!. De la impotencia, llegue a mi casa llorando… y eso que había aprobado. Pero a partir de entonces yo me sentía insegura y, gracias a mi “querido” profesor, le cogí un miedo atroz al coche.
Hasta este verano. Nada como el cabreo para superar los miedos. Y después de tirarme más de 40 minutos en la parada del autobús, en pleno de mes de agosto y a las 2 de la tarde, con todo el solanero pegando fuerte en la parada y en mi cabeza, después de comer cogí el coche de mi madre y me fui a las practicas con él. Y fue a partir de ahí cuando empecé a cogerle cariño al coche e incluso me encantaba conducir.
Hasta el pasado martes 14 de diciembre. Saliendo de casa, el primer carril me cedió el paso porque por el segundo no pasaba nadie. Y despacio me fui incorporando de mi garaje a la carretera. Hasta que una loca por el segundo carril se echo encima de mí. Ella se chocó de frente y el cinturón la frenó, haciendo que sólo sufriera daños su coche. Pero como a mí me chocó por el lateral, (por mi lado, el del conductor), mi cabeza se estrelló contra el parasol lateral del coche… y yo enseguida vi como la frente se me iba hinchando gradualmente hasta parecer que tenía una pelota de tenis dentro. Han pasado más de cuatro días y sigo reviviendo ese momento sin parar: la veo echarse encima de mí, la veo intentando frenar, oigo el choque alto, claro y sobrecogedor… e intento recapitular todo lo que pudo pasar. Después de todo este tiempo, ahora lo tengo más claro. Lo más seguro es que ella estuviera en el primer carril y que, cuando vio que el carril se paraba (cuando me dejaron pasar) mientras yo me incorporaba, ella se paso al segundo carril para adelantar. A las 8:45 todos vamos con mucha prisa.
Yo iba casi parada, acababa de arrancar y tuve la suerte de que la velocidad de la tía, aunque desproporcionada para encontrarnos con tráfico y dentro de ciudad, no es la misma que la que puedes tener en plena carretera o plena autovía. Si hubiera sido en estas situaciones, lo más probable es que ahora mismo yo no estuviera aquí y que mi cara no pareciera únicamente lo que parece ahora: la cara de una boxeadora con derrame en los ojos.
Sí, así es. El chichón de la frente se me ha ido cambiando de lugares. El miércoles tenía toda la parte izquierda de la frente hinchada, pero el jueves ya me desperté con la cara desfigurada. ¡Podrían cogerme para la próxima campaña contra el maltrato! El derrame se me ha pasado a los ojos, que los tengo hinchados, y el ojo izquierdo lo tengo como si me hubiesen dado un puñetazo. Y cada día tiene peor pinta. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que mi cara es un recordatorio constante de lo que ha ocurrido. Me da miedo ir en autobús a la universidad porque pienso en otro posible accidente donde, al no llevar cinturón, mi suerte podría ser distinta. Hago que mi madre me lleve en coche y, cuando no puede y cojo un taxi, voy todo el camino agarrada, temiendo otro choque y volviendo a rememorar el mío.
Sé que, como ya hice este verano, volveré a superar mi miedo al coche. Y estoy cansada de toda esa gente que me dice: “esto es un trauma pasajero, vamos, que no es nada, no puedes volver a cogerle miedo al coche”. Ya lo sé, todo eso ya lo sé. Pero necesito esperar a que el trauma físico se vaya para poder ocuparme por entero del psicológico. Y sé que lo conseguiré cuando pueda pasar por la puerta de mi casa sin mirar hacia el lugar donde me estrellé y sentir, al hacerlo, como si algo me oprimiera el corazón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Todo pasará, Laura. Lo olvidarás, estoy segura. Alguien me dijo que estarás un tiempo oyendo ese "clon", ese golpe en tu cabecita pero... lo olvidarás... Con el paso del tiempo lo contarás como una herida de "guerra"...
Y mañana, si vamos al cine, conduces tú, ¿de acuerdo?.
Pasará...
Un beso enorme.
No pienses ahora en eso, Laura. Piensa en los días que vienen y en como hacer feliz a las personas que tienes a tu alrededor y que te quieren. Ellos te necesitan porque tú eres única para ellos.
Cada día que despertamos es una nueva oportunidad; aprovechala.
Quiere y déjate querer.
FELIZ NAVIDAD
Laura, no lo pienses más. Lo mejor en estos casos es olvidar. Lo malo hay que olvidarlo para siempre y cuando algún recuerdo intente volver, no lo dejes entrar.
Yo al principio no le di mucha importancia, pero cuando anoche te vi, se me partió el alma. No puedo olvidar la cara tan dañada que tienes. Cuídate para que se te cure pronto.
Te quiero mucho muñeca. Muchos besos.
Todo esto pasa por dejar conducir a las mujeres...
Que noooooooooooooooooooo!. Que es bromaaaaaaaaaaaaaaa!!. Que es la venganza por tu comentario de hace unos meses diciendo que los hombres no sabemos hacer dos cosas a la veeeeeez!!!.
Hola, Laura!.
Para empezar, me alegro de que tanto tu cabeza como el cristal lateral de tu coche soportaran perfectamente el impacto, y por tu chichón nómada no te preocupes: descubrirá que no tiene futuro en ningún lugar de tu cabeza y acabará desapareciendo finalmente para no dejar ni rastro. Y los hematomas y los colores morados que pasarán por tonalidades amarillentas y verdosas antes de inrse definitivamente, también. Ya lo verás. Y desparecerá también tu temor a conducir.
Así que te de miedo ir a la uni en bus y prefieres que te lleve tu santa madre, eh?. Mu listilla, si señora...
Madre: ni hablar de llevarla a la uni ni al cine, y perfecto hacerle conducir a ella!.
Cuando mires el lugar en el que estrellaste debes pensar que estás viendo el lugar en el que nunca más vas a tener ningún accidente, porque estadísticamente es tan improbable como ir a un pajar a echar una siestecita y clavarte la aguja: habría que tener muuuuy mala suerte (y esa vamos a reservarla toda para Mouriño, no?).
Oye... Hace mucho que no escribes ningún cuento, verdad?.
Por nada, por nada...
Hola Laura
En el aire se respira, la Navidad
Retorna la magia del pesebre
Nuestras casas se visten de rojo y verde
Luces tintinean diciendo que esta cerca
Es momento de reunión en familia
Se mezclan las alegrías y las tristezas
El espíritu de la Navidad esta llegando
Por estas horas olvidamos todo y nos
Dedicamos ser Felices.
Feliz Noche Buena y Feliz Navidad¡¡
Es mi más grande deseo para vos y tu familia¡
Osvaldo
GRACIAS A TODOS POR VUESTRO APOYO Y FELIZ AÑO
Publicar un comentario