Pequeñica mía: ¡lo que daría ahora mismo por poder estar a tu lado, para darte un fuerte abrazo y decirte que todo pasará!; pero ahora mismo solamente tengo las palabras. Como ya ni me acuerdo de todo lo que he hablado contigo por teléfono, te escribo esto para poder leer y releer mis consejos e intentar no olvidar nada de lo que quiero transmitirte.
Todo lo que sé y he vivido me gustaría poder resumirlo en unas cuantas palabras que de golpe y plumazo te ayudaran a olvidar. Querría que pudieras entrar en mi cabeza para que fueras testigo de los golpes que me he dado contra la pared y así evitar que tú te dieras los tuyos. Pero si algo he aprendido en todos estos años es que cada uno tenemos nuestros propios golpes y nuestras propias paredes y que, por mucho que yo te diga, no puedo evitar que termines sufriendo. Mi instinto de “hermana” mayor (o incluso de “madre”, pero esto último no quiero reconocerlo porque me hace sentir vieja) hacen que me sienta impotente ante lo que estás viviendo y que tus sufrimientos sean también los míos.
Eres una chica estupenda. Aún recuerdo la primera vez que te vi… ¡eras horrorosa!. Pero con el tiempo te fuiste transformando en una persona con un corazón de oro, con unos ojazos que cautivan a todo aquel que se atreve a mirarte, con esa risa tan especial que contagia a los que tienes a tu alrededor por ser un regalo caído del cielo, esa bondad que te hace estar siempre dispuesta a agradar y a ayudar a las personas a las que quieres… todo ello es como un hechizo que enamora y seguirá enamorando a más de uno. Sin embargo, ahora eres tú la que tienes el corazón roto.
Por eso, tu máxima prioridad en estos momentos es curar tu corazón: pasa página. Rodéate de la gente que te preste su hombro para llorar en los momentos escasos en los que tú lo necesites y solamente cuando tú lo pidas y, sobre todo, de gente que te haga reír a carcajadas con esa risa contagiosa tan maravillosa que tienes.
Esta primera mala experiencia que has vivido, a la larga, te servirá para valorar mucho mejor las infinitas buenas experiencias que te esperan, debido a que la gente que te conozca y que te tiene aún que conocer son y serán testigos de tu gran belleza interior y exterior. Porque con sólo mirarte eso se nota. Y, en esta ocasión, nadie se equivocará al llegar a tales conclusiones. Con todo esto aprenderás que la vida no es tan de color de rosa como te imaginabas (aunque, por supuesto, no es tan negra como siempre te la he intentado hacer ver).
Sé que es difícil: créeme. Todos pasamos por eso alguna vez. La pregunta que más te haces y te seguirás haciendo mientras sigas pensando en esto siempre será ¿POR QUÉ?. Y, desgraciadamente, eso no tiene respuesta totalmente correcta y sincera. Puede que incluso ni él mismo la sepa con total certeza. Pero como dice una canción de un antiguo cantante italiano que puede que te suene: “La vida es así. No la he inventando yo”.
Aunque pienses que no tengo derecho a hablar así, porque no conozco tu caso concreto, estás equivocada: el comportamiento de esa persona es mucho más importante que la forma de ser que tuviera contigo o la personalidad que tú creías que tenía. Hasta cuando conoces a una persona desde hace años, te termina sorprendiendo con un comportamiento que nunca te hubieras imaginado que tenía. Por eso existen los divorcios y las separaciones. Querer y amar a una persona no es suficiente. Muchos otros factores externos son los que terminan rompiendo a algunas relaciones. Cuando las cosas no pueden ser, no pueden ser.
Sé que pensarás que es muy fácil decir todo esto, pero que hacerlo es mucho más complicado. Me conoces y sabes que ni yo misma soy capaz de poner en práctica las cosas que te digo. Pero una gran cualidad que tienes y de la que me encantaría contagiarme es la de la fortaleza. Tú que puedes, porque tienes el carácter suficiente para hacerlo, levántate del suelo y sigue con tu cabeza bien alta demostrando ser la misma chica maravillosa del que todo el mundo estaría encantado de enamorarse.
