Llegar a un pueblo. A tu playa. Ese lugar que te ha visto crecer. Cómplice tuyo en tu primera vez que dejaste de jugar al escondite y el pilla-pilla en los bajos de tu urbanización y preferiste salir con tus amigos a un bar, a dar una vuelta, a tomar un helado, a beber. Donde aprendiste a nadar. Donde aprendiste a besar. Donde te dieron tus primeros puntos. Donde tuviste tu primera conversación seria y madura junto al inigualable “pico del aguilica”. Donde has vivido tantas y tantas cosas… que solo el hecho de sentarte en el paseo a contemplar el mar, sentir la suave brisa de una agradable mañana de marzo, oír las inconfundibles olas rompiendo en la orilla y ver la blanca espuma que forman, oler a mar y a playa… a TU mar y a TU playa… todas estas sensaciones te hacen evocar poco a poco todos esos recuerdos que creías olvidados pero que, en el fondo, siempre han estado ahí. Al igual que tu playa y tu “pico” siguen donde siempre, ajenos a los cambios que se producen y se están produciendo a su alrededor.
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1 comentario:
Me gusta, rubia, y me gusta mucho el juego de palabras del título. Él lo dice todo... Y me gusta esa fotografía...
¿Nos vamos p'allá?...
Besazos.
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