"Todos los LUNES compartiendo mis sueños y pensamientos contigo"

martes, 5 de junio de 2012

EL ESCONDITE PERFECTO


“La soledad es algo con lo que tienes que aprender a convivir. Al fin y al cabo, lo único que tenemos claro en esta vida es que la única persona con la que estarás el resto de tu vida 24 horas al día es contigo misma”. Alguien, hace tiempo, me dijo eso una vez. Un día en el que llegué a sentirme tan sola, que pasé miedo. Sus palabras no me aliviaron, pero no las he olvidado. Sobre todo últimamente, cuando en mis pocos ratos de tiempo libre la soledad me golpea tan fuerte que siento dificultad hasta para respirar.

Por casualidad, paseando para tratar de espantar estas sensaciones, hoy he encontrado un lugar. Un sitio donde poder sentarme, respirar hondo, observar lo que me rodea. El desasosiego lentamente va disminuyendo, a la vez que la claridad del sol desaparece poco a poco, mientras busca unas montañas el horizonte para ocultarse. Es extraño sentir paz en un lugar rodeado por la carretera, en un mirador donde es imposible no encontrar a gente solitaria como tú, a alguna pareja o a un grupito de amigos. Pero aquí a todos nos une lo mismo: todos sentimos la misma necesidad de paz y hasta las personas que vienen acompañadas callan o hablan bajito, despacio, con calma. Los pájaros cantan como si quisieran poner banda sonora a este paisaje o para facilitar un ambiente mucho más melancólico. Sí, es paz. Un escondite donde escapar de tu mundo y tu realidad: LA REALIDAD.

Sé que tengo que marcharme, hay cosas que hacer, pero no quiero. No puedo moverme. No sé lo que sentiré cuando me levante, cuando salga de mi escondite y me descubran. Y no quiero averiguarlo. Respiro hondo, muy hondo, y el fresco del atardecer me golpea como un soplo de aire que intentara renovarme. No, no quiero irme. Algo me sujeta al banco, algo que no deja que me mueva. Siento un ligero adormecimiento, una sensación placentera me recorre entera. Siento mi cuerpo relajado. ¿Cuánto tiempo podría estar así? ¿Cuántas horas? Pero no, ya es tarde y tengo que irme pero… ¿a dónde?

El viento me ha dejado los brazos congelados y estoy tan relajada y me siento tan tranquila que creo que puedo quedarme dormida como no me mueva. Lo mejor será que me vaya. Puedo irme en paz, feliz y contenta… ya tengo un lugar donde esconderme, un sitio en el cual puedo ocultarme de mí misma.

1 comentario:

Andrea dijo...

Maravilloso.
Así es como debes de escribir, desde tu interior.
No hagas caso a nadie y hazlo así, lo que sientas, sin caminos a seguir, sin consejos.
Es un escrito maduro.
Enhorabuena.