El pasado 28 de octubre Arturo Pérez-Reverte dio una conferencia en la Cámara de Comercio de Murcia. Por desgracia yo no pude ir pero, este fin de semana, una amiga me comentó que ella sí había acudido.
Pérez-Reverte, además de hablar de su nuevo libro “Un día de cólera” (basado en las batallas hispano-francesas del Levantamiento del 2 de Mayo), criticó la fuerte envidia que sentimos las personas, pero no por lo que tiene el de al lado, no por inconformismo, sino porque, como lo tiene, queremos arrebatárselo.
Sí, Arturo, sí. Tienes toda la razón. Los más de 6.500 millones de habitantes del planeta sentimos envidia del otro por cualquier cosa, por muy pequeña que sea: los rubios quieren ser morenos, los morenos prefieren ser rubios, los casados quieren la libertad, los solteros están cansados de estar solos…y así podrían continuar eternamente. Todo se debe a que nunca estamos contentos con lo que tenemos porque todo nos sabe a poco. Y es que cuanto más tenemos, más queremos. Si nuestro compañero tiene algo, nosotros tenemos que tenerlo también y si es posible, que sea mucho mejor.
Creo firmemente que la definición de envidia se ha degradado con su uso, ya que solemos utilizarla con una carga peyorativa, cuando en realidad, las dos acepciones del DRAE no lo son. Tener envidia no es un sentimiento malo, solamente que a veces no sabemos controlarla.
Esto es lo que hace que existan diferentes clases de envidia. La mejor es la que popularmente conocemos como “la envidia sana”. Cuando la persona que tenemos al lado está pasando por un buen momento, por una etapa de su vida satisfactoria e incluso feliz, nosotros experimentamos ese sentimiento de “envidia sana”: nos gustaría que eso nos pasara a nosotros mismos pero, a la vez, sentimos alegría profunda porque esa persona es alguien importante en tu vida y deseas que sea feliz.
Desde aquí, quiero hacer un llamamiento a todo el que lea esto. El mundo ya está muy deteriorado para que encima lo destruyamos con sentimientos como una envidia insana y desmesurada que va unida con el odio al prójimo.
Aportemos nuestro granito de arena para evitar estropear el mundo con sentimientos que lo único que hacen es hacernos daño de forma innecesaria.
Pérez-Reverte, además de hablar de su nuevo libro “Un día de cólera” (basado en las batallas hispano-francesas del Levantamiento del 2 de Mayo), criticó la fuerte envidia que sentimos las personas, pero no por lo que tiene el de al lado, no por inconformismo, sino porque, como lo tiene, queremos arrebatárselo.
Sí, Arturo, sí. Tienes toda la razón. Los más de 6.500 millones de habitantes del planeta sentimos envidia del otro por cualquier cosa, por muy pequeña que sea: los rubios quieren ser morenos, los morenos prefieren ser rubios, los casados quieren la libertad, los solteros están cansados de estar solos…y así podrían continuar eternamente. Todo se debe a que nunca estamos contentos con lo que tenemos porque todo nos sabe a poco. Y es que cuanto más tenemos, más queremos. Si nuestro compañero tiene algo, nosotros tenemos que tenerlo también y si es posible, que sea mucho mejor.
Creo firmemente que la definición de envidia se ha degradado con su uso, ya que solemos utilizarla con una carga peyorativa, cuando en realidad, las dos acepciones del DRAE no lo son. Tener envidia no es un sentimiento malo, solamente que a veces no sabemos controlarla.
Esto es lo que hace que existan diferentes clases de envidia. La mejor es la que popularmente conocemos como “la envidia sana”. Cuando la persona que tenemos al lado está pasando por un buen momento, por una etapa de su vida satisfactoria e incluso feliz, nosotros experimentamos ese sentimiento de “envidia sana”: nos gustaría que eso nos pasara a nosotros mismos pero, a la vez, sentimos alegría profunda porque esa persona es alguien importante en tu vida y deseas que sea feliz.
Desde aquí, quiero hacer un llamamiento a todo el que lea esto. El mundo ya está muy deteriorado para que encima lo destruyamos con sentimientos como una envidia insana y desmesurada que va unida con el odio al prójimo.
Aportemos nuestro granito de arena para evitar estropear el mundo con sentimientos que lo único que hacen es hacernos daño de forma innecesaria.
9 comentarios:
Un maestro, el genial Reverte. Envidia somos todos.
Qué razón tienes!!! En España, aparte del "sillonball", la envidia siempre ha sido un deporte nacional.
Un besazo, preciosa
¡Hola!. Estuve en esa conferencia del ciclo de Diálogos literarios (aunque más que diálogo, yo lo consideré un casi monólogo). Pérez Reverte está en la cima. Aún no sé cuál es el milagro, la verdad; y tiene mucho poder: las masas lo siguen, y se ríen de sus ¿gracias?. ¿Te parece gracia decir, por ejemplo, que despreciaba a las personas?... Pero ese es otro tema.
Sí, es cierto: hizo mucho hincapié sobre la envidia, y de hecho habló que, en la guerra civil, ya no se mataba al otro por tener otras ideas políticas (cosa ya aberrante), si no que se aprovechaba para matar por venganza.
Sigue así. Me gusta, cada vez más, como escribes. A ver si tienes la suerte de él y llegas a ser una "Pérez Reverte"... aunque los demás te envidien... XD
Cuídate.
TRIUNFA como periodista. Los que de verdad te quieren, no sentirán envidia ni siquiera de la llamada "envidia sana", eso no existe. Los que te envidian, no merecen ser llamados amigos, no lo son, por ellos merece la pena estar en la cima, para que su propia enfermedad les pase factura. En el pecado, llevan la penitencia.
Besos y suerte. La super pija
Supersalvajuan, es cierto: Pérez-Reverte es un genio.
Ruth, debemos evitar que ese sea el deporte ya no sólo nacional, sino mundial.
Mar, gracias por tus buenos deseos.
Nany, no me has entendido bien o yo no me he explicado correctamente. La envidia no es algo negativo. Si no me crees, busca su definición en el diccionario. Lo único malo es que ese sentimiento convierte a las personas que lo padecen en malas. Y gracias por tus palabras hacia mí.
Ya sólo me queda agradeceros a todos vuestros comentarios.
Te podría decir lo mismo que esta mañana, pero no dejare constancia de ello por escrito;)(que quede entre nosotras) totalmente deacuerdo en todo. AMEN, es como dicen las abuelas del pueblo "la misa conagra", un besazo Laura, am por cierto, tengo envidia sana de tu forma de escribir..XD XD XD, eres la mejor.ul
Perez Reverte es un genio. Una cosa es la envidia sana (la mía, maldito Barça que bien juegan xD) o la envidia mala, la que provoca incluso guerras, que es la que hay que evitar, un beso wapa!
El otro dia en un libro de Mario Benedetti decía el protagonista que tenía envidia de un amigo suyo,pero que la envidia siempre le había parecido una buena manera de motivación, y de querer mejorar,decía que si envidias algo o a alguien es porque quieres ser tan bueno o tener algo tan bueno como lo que tiene esa persona.
La envidia es el malestar, tristeza y pesar que interiormente siente una persona por el bien que otro posee, por el triunfo que alcanza o por el reconocimiento que le es otorgado.
El envidioso está revestido de amargura por el beneficio del otro y por el resentimiento ante la incapacidad de alcanzar igual o superior bien, lo que llena su alma de odio, rencor y maldad.
Los incentivos individuales: los reconocimientos personales cuando la acción ha sido grupal; la exaltación injusta de las que no han hecho otro mérito distinto al de la adulación hipócrita y al engaño en los resultados la lucha por el ascenso, la falta de desarrollo de una pirámide técnica y no únicamente administrativa, son los grandes contribuyentes al fomento de la envidia y, por lo tanto, de la incapacidad de entender, estimular y practicar el trabajo en equipo en los procesos donde sólo el reconocimiento de las diferencias y la injusticia distributiva hacen que el bien del otro cause felicidad a sus compañeros.
No es envidia la admiración que sentimos por los bienes personales, espirituales, físicos y económicos que posee un compañero.
Tampoco es malo el sano deseo de llegar a poseer bienes similares cuando no llenamos de amargura nuestro espíritu.
Un saludo.
Publicar un comentario